26 de febrero de 2018

Perros y hombres... animales cazadores...


Querido charlie:

Leo en el periódico que un cazador, en no sé qué pueblo de Madrid, ha tenido en condiciones desoladoras y terribles a 55 perros. Evito la descripción del estado de los canes. La bestia brutal del cazador alegó que las condiciones en que viven los perros de caza dista mucho de las condiciones en que viven los perros de compañía, y esto es tan cierto como que las malas personas, y él lo es, no viven con las personas comunes (animales racionales y dependientes), sino que conviene encerrarlas porque no deben juntarse con los demás, y mucho menos con los cazadores, porque tampoco él lo es: este inhumano cafre que quiere justificar su acción debe estar encerrado por no ser persona ni de compañía ni de caza… Un verdadero cazador cuida a sus perros como a las niñas de sus ojos…: los mima con esmero, los entrena, los alimenta adecuadamente, los asea, los tiene viviendo como perros que son… y con la dignidad de perros que tienen y le otorgan sus dueños. “Los perros son perros”, decía un conocido mío, pero no por ello, y bajo ningún concepto, deben ser maltratados, triturados, machacados en ningún sentido por quienes sea. Me dicen que le piden 40 años de cárcel…, y el Derecho no es lo nuestro, charlie, pero se me antoja poco… Quien hace esto con un perro no dudará en hacerlo con una persona…

Este delincuente no era ni es ni será un cazador… es sencillamente una mala persona.

Otra noticia de la misma índole. Un señor trabaja en sus naranjos. Tiene dos perrillos con él. Los perrillos al ruido de dos alimañas con escopetas en las manos, a quienes el periodista, ignorante en la materia, llama cazadores, disparan sobre los perrillos. Uno muere y el otro queda herido. Valerosa y meritoria acción: los perros han sido castigados porque la ley dice… blablablá y ellos, poderosos, con armas en las manos, ejecutan… El juez, sensato, con la ley en la mano, con poder para ello, ha condenado a las bestias a siete meses y medio de cárcel y a indemnizar a la familia propietaria de los perretes con 1000 euros en concepto de daño moral, y el Derecho, aunque no es lo nuestro, charlie, pero se me antoja poco… Quien hace esto con un perro no dudará en hacerlo con una persona…

Estos delincuentes no eran ni serán cazadores… son sencillamente unas malas personas.

El periodista no es una persona que escribe en un periódico. El cazador no es una persona con una escopeta en la mano que va disparando a cuanto se menea. No es fácil ni breve explicar qué sea un cazador ni qué sea cazar, pero sí diré aquí que un cazador nunca, nunca, nunca es un maltratador de animales, insisto, nunca y bajo ningún concepto.

Tras la guerra que hubo entre hermanos por aquí en el 36, y que aún perdura, se escribió un tipo de novela que se la calificó de tremendista por lo que en muchas de ellas se narraba. Una novela abrió el fuego de todo un estilo de contar y hacer. Del buen hacer que llevó al autor al Nobel. Don Camilo escribió y publicó La familia de Pascual Duarte allá por el 42… Nunca desde que leí este pasaje que abajo reproduzco lo olvidaré. A veces hago referencia a él cuando imparto clase sobre este tema. Este pasaje me sirvió para hacer una aseveración que, a veces, un amigo me recuerda: “quien mata a un perro que te mira, es capaz de matar a una persona”, y quien mata a una persona no es un cazador, te lo aseguro, charlie, es un asesino. Les regalo el texto, también a ti charlie:



La perrilla, se sentaba enfrente de mí, sobre sus dos patas de atrás, y me miraba, con la cabeza ladeada, con sus dos ojillos castaños muy despiertos; yo le hablaba y ella, como si quisiese entenderme mejor, levantaba un poco las orejas; cuando me callaba aprovechaba para dar unas carreras detrás de los saltamontes, o simplemente para cambiar de postura: Cuando me marchaba, siempre, sin saber por qué, había de volver la cabeza hacia la piedra, como para despedirme, y hubo un día que debió parecerme tan triste por mi marcha, que no tuve más suerte que volver sobre mis pasos a sentarme de nuevo. La perra volvió a echarse frente a mí y volvió a mirarme; ahora me doy cuenta de que tenía la mirada de los confesores, escrutadora y fría, como dicen que es la de los linces... un temblor recorrió todo mi cuerpo; parecía como una corriente que forzaba por salirme por los brazos, el pitillo se me había apagado; la escopeta, de un solo caño, se dejaba acariciar, lentamente, entre mis piernas. La perra seguía mirándome fija, como si no me hubiera visto nunca, como si fuese a culparme de algo de un momento a otro, y su mirada me calentaba la sangre de las venas de tal manera que se veía llegar el momento en que tuviese que entregarme; hacía calor, un calor espantoso, y mis ojos se entornaban dominados por el mirar, como un clavo, del animal. Cogí la escopeta y disparé; volví a cargar y volví a disparar. La perra tenía una sangre oscura y pegajosa que se extendía poco a poco por la tierra.


Este delincuente no era ni fue ni será un cazador… era sencillamente una mala persona.


¡Ah, les regalo este vídeo también del perro de mi vecina que TAMPOCO se mata!: 






1 comentario:

  1. El patán que maltrató a los 55 perros en una finca de Villa del Prado del que aquí hablé ha sido condenado a un año y medio de cárcel y al abono de 10.925 euros para asumir los gastos del cuidado de las lesiones que provocó a los canes (http://www.europapress.es/madrid/noticia-condenado-ano-medio-carcel-cazador-maltrato-55-perros-finca-villa-prado-20180227110012.html). ¡Poco me parece!

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