Me
consta que al airear carencias, dolencias, verdades, bondades, etc. se puede incurrir
en inmodestia: el narcisismo abunda entre los blogueros. Mostrar flancos
débiles revela por dónde podría ser uno atacado. Dar a conocer que se tienen
sentimientos y se es menesteroso no siempre inclina a la misericordia y la
caridad (me lo advierte mi amigo Joaquín Balbín). A moro muerto, gran lanzada y
del árbol caído…
Escribí
en este blog un texto “Antes de nada, decir que
la lectura de esta obra fue por exigencias del guión profesional de quien
escribe: motivos de obligación profesional” y me comenta un antiguo alumno y
hoy colega, Sergio Munuera, que si estoy seguro de la corrección de esa
construcción, decir que: “mi profesora de latín en la facultad hizo mucho
hincapié en esos infinitivos sueltos y ya me haces dudar”.
Me
detengo y en principio y me planteo que ese infinitivo debiera ser construido
con un verbo auxiliar y constituir una perífrasis: quiero decir
que, debiera decir que, tengo que decir
que… Se podría pensar que, en mi construcción, se ha elidido el auxiliar o sencillamente
que, al dejar solo el infinitivo, no deseo darle el matiz modal que implicaría,
sino permitirle la apertura que comporta el infinitivo que no concreta.
Escrito
esto, acudo a los manuales de que dispongo: no me da tiempo a ser exhaustivo,
pero consulto la Nueva Gramática,
rebusco en texto de El dardo en la
palabra de Lázaro Carreter, acudo a un viejo amigo de camino, el Diccionario Gramatical de Martínez
Amador, me paseo por Alarcos y viendo que no me llega la luz por más que miro,
deduzco que el quid de esta cuestión está en la perífrasis verbal de infinitivo,
aunque servidor no lo vea.
Mi
colega Daniel Moreno me habla de una realidad de la que nunca antes oí hablar:
el infinitivo viudo. Recuerda haberlo
leído, pero no recuerda dónde, ni logramos averiguar, ya somos más los
presentes, dónde radica el quid del garrafal error.
Me
arrimo a Internet y encuentro que en el Taller Paréntesis, en un artículo, Impunidad lingüística, de Pedro
Provencio escribe este: Pero no son solo
los periódicos o noticieros radiados o televisados los que emplean nuestra
lengua con el descuido propio del apresuramiento o a falta de interés; próceres
de nuestra literatura, hablando y escribiendo, emplean sin recato alguno, al
inicio de un enunciado, lo que alguien ha llamado “infinitivo viudo”, es decir,
privado del resto de la perífrasis donde tendría sentido: “Por último, decir
que mañana empezaremos…”, o “Señalar que no hay preguntas”, o “Recordar que es
imprescindible…”.
Precisamente lo que así
se suprime es la flexión del otro verbo que marca matices o intenciones, y al
quedar solo el pobre infinitivo retrocede hasta el lenguaje “indio” de
películas del Oeste americano.
Ignoro
quién calificó de viudo al infinitivo,
pero debe existir, pues son dos personas quienes me hablan de él. Vuelvo sobre
mis pasos y creo dar con la solución. El carácter de verboide que tiene la
también llamada forma no personal de infinitivo, hace necesario que se procure
un verbo auxiliar, flexionado, que pueda dar pie propiamente a la oración, pues
sin estas formas daríamos lugar al hablar de Toro Sentado, según Provencio.
* * *
De
este escarceo nace la compra de la impresionante y fabulosa Gramática descriptiva de Ignacio Bosque
y Violeta Demonte: me admira y quedo anonadado del saber de tantos. Me paseo literalmente
admirado por las páginas de esta obra monumental y valoro la claridad
expositiva, los detalles al escribir sobre realidades no siempre fáciles de
comprender (echo de menos esa amable exposición paciente con quien no sabe en
la Nueva Gramática de la lengua española
de la RAE),
Como
siempre fui tenaz, le escribí, por equivocación a don Ignacio Bosque: no era
ese el camino y le pondré unas letras para pedirle disculpas. Me encaminé
solito y sin norte cierto a la RAE y desde su sección de consultas desde donde me escriben:
En relación con su consulta, le
remitimos la siguiente información:
El empleo, cada vez
más frecuente en el ámbito de los medios de comunicación, de un infinitivo para
comenzar el discurso hablado, debe evitarse: ÄDestacar los últimos avances... /
ÄComentar que hace unos años...
En español, la oración debe incorporar siempre una forma verbal conjugada, y normalmente las formas no personales, como el infinitivo, son los núcleos verbales de proposiciones subordinadas, que dependen de otra estructura principal:
En español, la oración debe incorporar siempre una forma verbal conjugada, y normalmente las formas no personales, como el infinitivo, son los núcleos verbales de proposiciones subordinadas, que dependen de otra estructura principal:
Hay que destacar....
Quiero comentar que...
Me limitaré a a recordar que...
etc.
En realidad, en los casos mencionados más arriba, se está elidiendo el verbo principal, probablemente por una cuestión de economía en el discurso:
[Tengo que] decir que la reunión con el ministro ha tenido
lugar esta mañana.
[Voy a] comentar que el accidente se produjo en el interior
del túnel.
[Quiero] dar las gracias a la gente que ha venido a celebrar
conmigo la victoria.
[Deseo]
expresar mi condolencia a las víctimas del terrorismo.
[Seguidamente
paso a] relatar cómo sucedieron los hechos.
Debe procurarse evitar la
elisión del verbo principal, pues supone el empobrecimiento y descuido de la
expresión hablada.
Reciba un cordial saludo.
__________
Departamento de
«Español al día»
Real Academia Española
* * *
Muchas gracias a mis colegas por ayudar a quien no
sabe, que es la primera de entre las obras de misericordia espirituales.
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