7 de marzo de 2016

Ortega y Gasset, José: PIDIENDO UN GOETHE DESDE DENTRO (I de II)



Fue mi amigo Jesús García Cordero quien me puso en la pista de Pierre Hadot. Desde entonces hasta hoy han sido bastantes los libros de este autor que he comentado en este blog. Fue Hadot quien, en los años setenta, presentó la actividad del filósofo en la Antigüedad como un ejercicio espiritual, como una ascética. Los discentes anhelaban ser discípulos de maestros que los llevaran a lo mejor, pues la filosofía, cada escuela filosófica, comportaba un camino que transformaba la propia vida y la elevaba.
            La falta de lucha por alcanzar la coherencia y la unidad de vida siempre me han producido bascas, más aún entre quienes se tienen por maestros. Decía Ortega, y yo lo he repetido en innumerables ocasiones, que las palabras convencen, pero los ejemplos arrastran. Si el filósofo aspira a la sabiduría, la lógica interna de su pensar obliga a que su vida se ajuste a su pensar mejor y más acertado.
            Según cuenta el propio Ortega, este Goethe desde dentro (1932) nace de una petición que se le cursa desde Alemania en el centenario del escritor alemán, de quien incluso llegará a dar conferencias multitudinarias en la misma Alemania. En realidad, fue Fernando Vela el instigador de esta obra que parte estructuralmente de lo que ya había hecho con Kant (1924) y desde el contenido de artículos que venían publicándose en la Revista de Occidente desde el año 23. Como suele ocurrirle a Ortega, dice no saber de Goethe y que bien debieran ser los propios alemanes quienes dijeran de él y su vida, si bien, por decir un decir, mi hombre se escribe un libro, bien en cierto, que con sus florituras de plantilla y sus decires…, pero un libro sobre cómo debiera pensarse e investigarse y escribirse una obra sobre el autor del Fausto o mejor, y más concreta y propiamente dicho, sobre cómo escribir una biografía, sobre una vida y en realidad sobre su propia vida, la de Ortega.
El divismo de Ortega, su continuo hablar ex-cathedra, su pedantería, ya lo habré escrito muchas veces por aquí me desagrada sobremanera y me resulta imposible sustraerme a ello. Sé, por experiencia propia, que todos padecemos, en un modo u otro, esa hidra llamada soberbia, pero la suya, como la del niño pequeño, que forma la pataleta, es un continuo e inevitable mascarón de proa de su hacer, su decir, su callar… cotidianos…, y es insufrible. Produce vergüenza ajena: no se besa porque no se llega.
Escrito esto, este Goethe desde dentro me sale al paso al hilo de la lectura de las Conversaciones con Goethe de Eckermann que leo desde hace semanas, sin prisa, pero sin pausa, y donde también hallé otro ramal que me llevó por José Ortega y Gasset de Jordi Gracia… y por esto… ya se verá más adelante porque en ellos estoy.
Como he escrito arriba, Goethe es una justificación para exponer los puntos de vista de Ortega. Antes de abordar lo que Ortega ha pensado sobre Goethe, lo que hace es una exposición general sobre lo que es la vida y cómo esta debe ser, en cualquier caso, contada desde dentro. Nos hallamos con el pensamiento orteguiano en estado puro. Conceptos como la vida como naufragio, la vida como quehacer y realidad futuriza, la vida propia que flota en la cultura camino de hacerse, el concepto de hallarme en la vida y tener que cumplir una vocación, ese principio pindárico que me llama… a ser quien soy. Cuando el mismo Ortega escribe ese “¡Tienes que ser!" -le decía la vida [a Goethe], que posee siempre voz y por eso es vocación-”, se me antoja una indecorosa falta de rigor semántico con respecto a lo que llamamos “vocación” que no se debiera confundir con inclinación, obligación, simpatía, necesidad, preferencia… y sí, en un sentido metafórico, que no debiera emplearse en asunto tan grave, vocación.
Me detengo un momento. En múltiples ocasiones Ortega hablará de esa llamada necesaria, no elegida, sino que el hombre busca -ese sentido, quizá del que Frankl habla-y que nos es dado y en ningún caso ideado por nuestra inteligencia: “Este proyecto en que consiste el yo no es una idea o plan ideado por el hombre y libremente elegido. Es anterior a todas las ideas que su inteligencia forme, a todas las decisiones de su voluntad”. Para mí siempre fue un misterio esa realidad de la vocación en los puntos de la pluma de Ortega a la que el hombre está llamado … ¡porque ignoro por quién! ¿Quién me llama? No puede ser un qué lo que me llama, sino un quién y si borramos a Dios como realidad extrínseca a nuestro yo, ¿quién puede llamarnos?

La labor del biógrafo será actuar desde dentro de su biografiado. “El programa vital que cada cual es irremediablemente, oprime la circunstancia para alojarse en ella. Esta unidad de dinamismo dramático entre ambos elementos -yo y mundo- es la vida. Forma, pues, un ámbito dentro del cual está la persona, el mundo y ... el biógrafo. Porque éste es el verdadero dentro desde el cual quisiera yo que mirase usted a Goethe. No el dentro de Goethe, sino el dentro de su vida, del drama de Goethe. No se trata de ver la vida de Goethe como Goethe la veía, con su visión subjetiva, sino entrando como biógrafo en el círculo mágico de esa existencia para asistir al tremendo acontecimiento objetivo que fue esa vida, y del cual Goethe no era sino un ingrediente”.

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