16 de junio de 2018

Al señor ministro de Cultura y Deporte, sin ningún respeto por sus opiniones sobre la caza



Perdóname charlie que me dirija hoy el nuevo ministro de Cultura y Deporte, don José Guirao y que me extienda más de lo habitual, ya perdonarás.

Para comprender lo que escribo es necesario escuchar las necedades que dice el ministro en este vídeo. A ver, así son las cosas...

Don José, vamos al turrón, que se lo comen las avispas:

Le concedo que usted que, como ministro del ramo, la Cultura y el Deporte, pueda ignorar cómo se juega al base-ball, o quién es el seleccionador nacional de tenis de mesa –excelente y vistoso deporte-, pero quien ignora, si es prudente… e inteligente, señor ministro: se calla y no mete el dedo en el ojo a cientos de miles de conciudadanos. Su condición de licenciado en filología -con ignoro qué alcance en su caso por los empleos disfrutados-, y siendo yo doctor en la misma materia, debería reconocer que no todo el campo es orégano de su opinión y, al menos para mí, hay tablillas que me indican acotados donde soy ajeno a la materia… y, por prudencia, debo callar. Convendría que el señor ministro, por lo mismo, también callara sobre cuanto ignora.

El señor ministro es imbécil patanegra al demostrar su ignorancia y ponerse en ridículo público. El señor ministro al hablar de la caza se ha metido en un campo sin puertas donde no distingue una ortiga de una aulaga ni un aguilucho cenizo de una torcaz… Don José, sin ningún respeto se lo digo: usted es un ignorante y como tal un atrevido. Pura carne de imbécil y se lo voy a demostrar mal que me pese al hilo de sus propias palabras, aunque la entrada de hoy sea larga, pues la enmienda del tonto de libro, del tonto como Dios manda, que diría Cela, es larga como su rastro. Más temo al tonto que al malo, pues del malo solo es esperable maldad, pero ¿y del tonto qué esperamos?

No dudo de sus capacidades, don José, en los ámbitos en los que sea competente, que no se trata ahora de eso, sino de una breve alocución dirigida sobre la caza y los cazadores, que antecede en un enlace de esta entrada. Siento vergüenza ajena al escucharlo, por ser el ministro de Cultura de mi nación. En sus palabras, sin embargo, demuestra usted no tener vergüenza de su supino analfabetismo sobre lo que la caza y los cazadores sea y son. Lo siento, señor ministro, usted es un pardillo, primera acepción de la entrada de la RAE, que no la tercera que, me temo, no sabría distinguir en el campo del que usted habla. “1. adj. despect. Dicho de una persona: Rústica o ignorante. U. t. c. s.”, este pardillo es usted, don José.

En su alocución hace de una anécdota categoría: “Invaden mi casa”, se queja, le ruego que me disculpe don José, los “cazadores” que invaden su casa, como usted dice, no son cazadores: son unos delincuentes porque están infringiendo las leyes. Otro asunto bien distinto es que los cazadores legalmente practiquen su actividad en una finca donde está autorizada la caza; que a usted no le guste, sin tener por qué afectarle a usted y a su casa: en ese caso hay un enfrentamiento de intereses que debe resolver un juez. Quien conduce bebido, y con velocidades imprudentes, no atenta contra el deporte del automóvil, sino contra sus conciudadanos a quienes puede matar al provocar un siniestro. Por este problema no vamos a prohibir los coches ni la Fórmula 1, por ejemplo, ¿no le parece?

La comparación que hace sobre la superpoblación de cabras en Gredos y la superpoblación supuesta de personas en el mundo deja bien a las claras que usted ignora quién es Malthus y sus teorías del crecimiento humano, etc., entiendo que usted ignora también qué sea el neomaltusianismo; estoy seguro de que usted, también por lo que dice, no ha oído hablar de las campañas en todos los países posibles –pero principalmente en los más pobres- contra la natalidad… Señor ministro, sí: el hombre, erróneamente, ha interpretado que es el dueño de todo, incluida la vida del no nacido, y ahí tiene usted el aborto; el hombre no ha dejado de promover guerras por doquier para vender sus armas, para eliminar a sus congéneres… Sí, señor ministro, no sé si hay superpoblación de cabras en Gredos, como usted afirma, ni siquiera creo que haya superpoblación humana en el mundo como usted defiende, pero estoy seguro de que los ingenieros de montes, los biólogos, etc., quienes saben, y que han determinado el conteo de cabras en Gredos, tienen idea más exacta y ecuánime que la suya con respecto a si el monte puede o no soportar una cantidad determinada de animales, dado que no hay enemigos naturales que puedan regular su población. Siempre el hombre luchó contra las plagas: de langostas, de moscas, de topos… y de tontos, que son las más peligrosas y dañinas. Sus aseveraciones contra esos cazadores es la propia del cazoletero metomentodo que de todo sabe, que de todo habla, para demostrar solo su flagrante ignorancia. El callar sobre lo que se ignora, ya sabe, señor ministro, es oro. Usted solito puede ser toda una plaga.

Acto seguido habla usted de los hombres como seres soberbios que maltratan y utilizan todo lo que hay en la naturaleza, y enumera: “los animales, las plantas, el agua, los árboles”. Ya le digo, don José: un árbol, por si no lo sabe… -que obra de misericordia es enseñar al ignorante- es una planta… Quiero decir que usted no lleva el hilo… El cazador, como cualquier humano, necesita comer. Ignoro lo que el señor ministro almuerza, quizá piedras (Ortega ya lo anunció), pero el resto de la humanidad consume: carne y plantas, bebe agua, siembra y recoge frutos… Eso no es maltratar. El cazador, como el resto de los humanos, no maltrata nada de cuanto usted dice… En términos generales la presencia humana en la Tierra no es inocua… No lo ha sido y no dejará de serlo. Mi tesis doctoral, La idea de progreso en la novela de Miguel Delibes, da buena cuenta de lo que estoy hablando. Nunca, señor ministro, se puede hacer una tortilla sin romper huevos. Nunca podrá vestir el señor ministro, ni escribir, ni conducir su coche… sin alterar el medio ambiente…, pero el hombre puede y debe paliarlo. Nadie, absolutamente nadie, mejor que el cazador cuida de los campos donde caza. Nadie mejor que yo cuida las perdices donde yo cazo y a los conejos, y busca el equilibrio. No solo no maltrato, sino que invierto mi tiempo y mi dinero, don José, en defender el medio donde las especies se reproducen, crían, viven… Por supuesto, los cazadores invertimos más dinero que su ministerio en buscar el equilibrio del que usted predica y nosotros sacamos el trigo de nuestros bolsillos. Yo soy un ecologista que, además, señor ministro, paga, no como esos otros ecologistas de subvención apesebrados.

Don José, sobre la profunda reflexión del poeta Gary Snyder, tan autorizada como la suya, no seré yo quien le conteste, sino dejaré que sea un escritor de reconocido prestigio quien lo haga, Arcadi Espada: «El nuevo ministro, José Guirao, declaró en un acto de la asociación Capital Animal: "Hay que considerar a los animales iguales (al ser humano) en todo: en inteligencia, en sensibilidad, en derecho a la vida".
»Nada tengo que oponer a este desahogo normativo. Guirao no dice que los animales son iguales al ser humano en inteligencia y sensibilidad. Eso le obligaría a presentar pruebas científicas de las que no dispone. Pero si se trata solo de una aspiración ética, por mí como si quiere extender el aserto a las figuras de porcelana de Lladró». Escrito queda.

Preguntarme si somos capaces de hacer lo que hacen las aves migratorias, preveer [sic] un terremoto… El señor ministro de Cultura y Deporte no tiene una muy fecunda ni feliz imaginación por las comparaciones que pone, sino más bien al contrario: cortita cortita… Da lástima oírlo, señor Guirao… Por cierto, señor ministro, no existe el infinitivo ‘preveer’, sino ‘prever’ y eso, así dicho, en boca de un filólogo como usted, dice mucho de sus luces… y sus sombras. La reiteración de la palabra comodín ‘cosa’ demuestra su pereza mental y su incapacidad para hallar las palabras adecuadas.

¿Necesitamos un cambio antropológico radical? Perdone, ¿usted sabe lo que está diciendo? ¿Usted tiene idea de qué es la antropología? De caza no sabe y habla, de plantas no sabe y habla, de antropología no sabe y habla… Sí, sin duda, señor ministro, necesitamos una cura de humildad, pero unos la necesitan más que otros. También lleva razón en que no se da una relación equilibrada e inteligente con la Naturaleza, solo con escucharlo usted se ve bien a las claras: su ignorancia agreste y morrocotuda tiene un grado absoluto de evidencia que daña la Naturaleza.

Y me planto ya, don José, rebatir a un tonto también se hace pesado y arduo… Y ya le digo, señor ministro, aquí lo dejo… con sus tonterías. Le doy la bienvenida al campo de batalla y cuente conmigo siempre en el otro lado al que usted ocupe. No soy yo quien se puso ahí, sino usted quien me colocó ahí.

Respeto su persona, que dejo a salvo, pero su opinión es la imbecilidad propia de quien es ignaro en una materia y se mete donde no lo llaman. He sentido pena al escucharlo. Vapulearlo más… era faltar a todo, pues me parece usted un guacharro implume ajeno en nido de cuco, pobrecito, señor Guirao. Cazar a los cazadores es actividad cinegética mayor que, cuando se ejerce con escopetas de caña, como usted lo practica, no hacen pupita y las puede usar el nuevo ministro cuanto quiera, eso sí: con pólvora del contribuyente.

La caza, don José, no es solo una realidad económica, deportiva, social, ecológica…, es una realidad antropológica inherente al ser humano en cuanto animal y que, a su vez, se plasma de forma fehaciente en la inteligencia de un animal que pugna contra otros que le aventajan con sus instintos.

Termino, don José: El señor ministro, especialista en las vanguardias, no llegó a la novela de los 50. De haber llegado y haber leído a Delibes sabría que otro ministro de cultura socialista, el onceavo Javier Solana, declaró con solemnidad que el primer ecologista español era un cazador y escritor llamado Miguel Delibes Setién… No estaría de más, para empezar, que leyera los ensayos que este autor tiene sobre la caza.

Queda a su disposición s.s.s.,



2 comentarios:

  1. Si señor con dos...., esta la cosa para echarse al monte y hacer como con los franceses antes de que acaben con este país.

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  2. Siempre gozo de buena lectura con tus entradas. A este ministro lo has cazado al tiro.

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