13 de mayo de 2012

Antonio López Vega, GREGORIO MARAÑÓN. RADIOGRAFÍA DE UN LIBERAL.



        Termino la biografía sobre Marañón. No había leído yo a Maquiavelo ni sus consejos en su Príncipe sobre cómo este debe leer vidas de hombres sobresalientes para así poderlas conocer e imitar. Otro tanto aconsejaba Alfonso X el Sabio… y se ve que está en buen tino y juicio el hacer esto, mas ignoro de dónde me viene a mí la afición, desde hace muchísimos años, a leer biografías de los más dispares personajes, aunque me temo que no todos ellos ejemplares. Supongo que todos tienen, como los libros, algo bueno que sacar de ejemplo, mas…
         Marañón ha sido un personaje en mi vida de estudiante, un nombre en mis manuales, muchas veces citado, pero sin calado para mí. El acompañante de Ortega de quien lo hacía más amigo y más en relación íntima de lo que parece que ahora averiguo: incluso hubo cierto interés en mostrarlos enemistados… Marañón era el médico humanista de la silla que se acercaba a los enfermos e invertía horas en escucharlos… El autor de biografías como la de Antonio Pérez el secretario de Felipe II, la del Conde duque… Era una figura señera en la vida intelectual y política de los años 20. Compañero de generación con Pérez de Ayala, el mismo Ortega, Azaña…
         La obra editada por Taurus y escrita  por Antonio López Vega, Gregorio Marañón. Radiografía del un liberal, me ha situado muchos de los aspectos que yo tenía de forma muy vaga en mi bagaje sobre el conocimiento del médico.
         Cierto que yo esperaba y me hubiera gustado más haberme encontrado con la persona, con el hombre, que se muestra más por sus cartas y solo a ráfagas en esta biografía. Quizá debí entender que el subtítulo para algo lo puso su autor: Radiografía de un liberal. Ciertamente el libro pone el énfasis en el empeño de Marañón por alcanzar una situación donde el pensamiento liberal tomara asiento en la España que él vivía. Esta situación parecía ideal con el advenimiento de la República que tanto hizo el mismo Marañón para que llegase, junto con Ortega y otros muchos personajes del momento. No deja de ser curioso porque Marañón, si bien no se llevó especialmente bien con el rey Alfonso XIII, tuvo con este bastante trato personal, incluso lo acompañó a las Hurdes para que el rey viera con sus propios ojos lo que allí había y que Marañón luchó por subsanar: una situación infrahumana en el reino de España. Una república que, como el propio Ortega, tomó unos derroteros rechazables y que le hizo reconocer que de bien poco sirvieron los esfuerzos de tantos. (Y que me hace reflexionar sobre la influencia del intelectual en la política, un espacio quizá solo reservado para POLÍTICOS).
         Me deja el libro una duda que deseaba yo resolver y que pensé que este libro de casi 500 páginas me dejaría resuelta y, sin embargo, llegada la hora torera el autor despachó con tres renglones, si no me falla la memoria, y diciendo algo así como que Marañón no debió ser masón porque en ningún sitio consta por escrito que lo fuera… Que se decía tal porque lo fue su suegro Moya y que muchos de sus amigos lo eran… Tenía yo interés en averiguarlo y no pudo ser.
         Me apena leer una vez más sobre una época dorada, o plateada, como se la ha llamado, la Edad de Plata, donde una vez más se da uno cuenta que no es oro, ni plata, todo lo que reluce. Lucha Marañón por una situación en España donde la investigación se valore, por una enseñanza que nos saque del agujero en que están los españoles… y tiene uno la terrible sensación de que tras  muchos esfuerzos seguimos estando donde estamos como siempre estuvimos los españoles, ¿y estaremos?
         Ignoraba yo los lazos que establece Marañón con América del Sur, su excelente amistad con Unamuno y con Indalecio Prieto. No pensé que tuviera tanta importancia su labor investigadora, lo pensé más médico humanista y humanitario… Me queda clara cómo fue su vuelta traumática a la España de Franco y su precaria estancia en ella en un momento en que dentro del propio régimen había tanta tensión y tanto por dilucidar…
         Doy por bien empleadas las horas que le he dedicado al libro con el que he disfrutado y visto a un Marañón que me hubiera gustado conocer mejor como hombre de diario (sólo se muestra esto en algunos momentos de la obra y en algunas de sus cartas reproducidas).

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