Obra escrita



Es penoso -observa Platón en la Apología - preguntar a los poetas sobre su poesía: *casi todos los presentes podían hablar mejor que ellos sobre los poemas que ellos habían compuesto. Así pues, también respecto a los poetas me di cuenta, en poco tiempo, de que no hacían por sabiduría lo que hacían, sino por ciertas dotes naturales y en estado de inspiración, como los adivinos y los que recitan oráculos+ (22 b-c).

            Educar para el trabajo
       
        Esta obra es un ensayo dirigido a quienes tienen las responsabilidades de educar a niños de entre 6 y doce años. En ella vuelco la experiencia de algunos intensos años de docencia, once o doce por aquellas fechas.
         El libro está inserto en una colección, Hacer familia, y, por tanto, tenía unas pautas a las que debía de adecuarme. Para facilitarme la estructura, para volcar mis propias dudas o de quienes durante años me las habían expuesto, me apoyé en un imaginario diálogo con un lector bastante real que era, como escribo, y en gran medida, yo mismo. La introducción de mi lector-contertulio-otro yo me ayudaba como al Sancho cervantino en la segunda salida del Abuelo para que éste tuviera un quién con quien poder hacer algo tan complejo como es conversar.
         El título de la obra, su contenido, su enfoque, etc.,  pasados los años y sin haberla leído se me antoja mejorable. Aún hoy son muchos los padres, los lectores en general, que lo han leído –prestada por alguien, pues la obra está agotada- y dicen haberlo hecho con aprovechamiento y agrado.
         Releo la introducción y me reconozco aún en estos párrafos… y creo que puede dar idea cabal de lo que entonces pensaba, y en gran medida pienso, de lo que intenté, de lo que logré acabada la obra… Me hizo muy feliz mi primer libro editado. Alcanzó tres ediciones en España, no sé cuántas en México y en Nicaragua…, quizá cuente esto por ahí en algún momento. Sí, me hizo feliz la idea de poder ayudar algo a los demás con mi trabajo, de forma tan directa, inmediata…
        

                                                                           A mis padres
                                                                                              Florencia y Joaquín.

                                                                 Introducción

            Siempre se ha dicho que era faena vana poner puertas al campo. La colección "Hacer Familia" no pretende poner ni puertas ni vallas. Cada uno de sus libros encuentra su pleno sentido en el conjunto de la colección; sin embargo sí que desea tratar temas de manera puntual, parcelando en la medida de lo posible, para hacer más fácil el acceso a la información. Una información actualizada, de hoy con vocación para mañana, con experiencias avocadas a la práctica y apoyada en una teoría comprensible, al alcance de cualquier fortuna.

            Este libro está dirigido a padres, abuelos, tíos... que convivan con chicos en unas edades comprendidas entre los seis y los doce años. De cualquier forma la realidad no se pliega a los números fácilmente: la vida desborda la cuadrícula.

            Es mi deseo hacer reflexionar desde el libro sobre la realidad concreta, única e irrepetible que es la educación de una persona. Advierto que no tengo ni varita mágica, ni soluciones universales a dificultades particulares. Este libro le puede orientar para encontrar la solución a su problema, le podrá dar ideas para la educación de su hijo... pero a lo peor, casi seguro, ni sus dificultades, ni su hijo están en este libro.

            Si usted ha leído ya alguna obra de esta colección o simplemente ha intentado educar sabrá que educar es un arte y una ciencia que se complementan. Educar no es fácil. Requiere prepararse, leer, meditar sobre la realidad del educando, dedicar tiempo...

            Educar nunca fue fácil: no se engañe. Siempre la educación implica tensión y a la etimología de la palabra me remito. Educar hoy para mañana no es una actividad para aficionados. No bastan ni la buena voluntad ni la intuición. Hacerlo de ese modo es jugarnos al azar un tesoro demasiado valioso: la felicidad de nuestros hijos.

            Siempre me ha parecido curioso cómo, antes de someternos a una operación grave, elegimos el mejor cirujano posible, el más experto; también lo hacemos al elegir un coche: nos asesoramos de gente entendida en la materia... y, sin embargo, la educación de nuestros hijos pensamos que saldrá sola. No se engañe. Hoy está a tiempo. Un amigo mío suele decir que lo que puede salir mal, sale mal, naturalmente. Dejemos al azar, en la educación de nuestros hijos, el menor margen posible.

            Escribo este libro para:
                        -gente rebelde;
                        -gente enérgica;
                        -gente tenaz;
                        -gente que se ocupa en la educación de sus hijos;
                        -gente emprendedora, paciente, capaz de empezar una y otra vez...

            Si usted no está dispuesto a dedicar tiempo en la educación de sus hijos, uno a uno, una a una, distintos entre sí, permítame que le advierta: éste no es su libro. Fíjese que he escrito tiempo, no dinero. El dinero es fácil de dar cuando se tiene... pero dar tiempo supone dar un trozo de vida. Sus hijos se lo merecen todo. A veces no desean tener... nada más que a sus padres a su lado: amándolos, exigiéndoles, ayudándoles... No nos engañemos.

            (— Oiga, no se enfade... yo querría...
             — Un momento, por favor: déjeme que termine...)

            Este libro está estructurado en tres partes:

            -La primera: dedicada a las virtudes humanas, concretándose en la laboriosidad y en aquellas otras virtudes relacionadas con ésta;

            -La segunda: se centra en el estudio, trabajo profesional de nuestros hijos y campo de operaciones específico de la virtud de la laboriosidad, con consejos y planes de acción concretos;

            -La tercera: trata el tema del tiempo libre, del ocio y su negocio, de cómo enseñar a ocuparlo de forma educativa y creativa.

            Procuraré ser lo menos teórico posible, aunque en la primera parte será más difícil eludirlo. Muchos temas quedarán sólo apuntados. No pretendo, sería ilusorio, agotar los temas. A lo que aquí dedico un renglón hay carretadas de bibliografía.

            Por el sentido y la estructura de estos libros no iré citando a tantos y tantos autores a los que debo ideas que están aquí plasmadas. Los llamaré amigos, que no es poco. De otro lado, sí quiero agradecer explícitamente a todos aquellos padres y alumnos y preceptuados que tanto me han enseñado a reflexionar sobre educación: a todos ellos, sinceramente, gracias.

            (— Ahora puede preguntar lo que desee.
             — Es que lo veía enfadado.
             — No hombre, no, por amor de Dios, nada de eso.
             — Quería yo decirle que no será tan difícil la educación. Mire usted en mi casa éramos ocho y no hemos salido tan mal...
             — Permítame que le interrumpa. Antes se alumbraban con un candil y, si me aprieta, también antes se vivía en cuevas y había niños y se educaban. Hoy no es ayer, ni mañana. Mire: es frecuente que, en la instrucción, en la enseñanza de las materias, se enseñe lo que se aprendió ayer, pero que ya hoy está desfasado (y no le digo para mañana!...
             — Pues lo está usted arreglando...
             — Escúcheme. Creo que, como dicen algunos amigos, la solución está en crear hábitos, destrezas, en fomentar virtudes que sirvan para hoy o mañana, aunque los conocimientos estén obsoletos, así los niños, los jóvenes, serán capaces de acceder a la nueva información...
            — A ver si le he entendido : educar en las virtudes a la par que instruye en los conocimientos...
            — Eso es.
            — Entonces lo nuevo es educar la voluntad.
            — Eso de lo nuevo me suena a anuncio de televisión. No es nuevo, es viejo, pero ahora, desde hace ya algunos años, se ha visto que puede ser un medio para solventar lo que antes no se atendía.
            — Vamos a verlo.
            — Oiga, permítame que le dé un consejo: no lea el libro de un tirón; coja un folio doblado para separar las páginas y un lápiz. Mientras va leyendo anote en el folio todo aquello que le llame la atención, que crea especialmente interesante; marque también con el lápiz en el margen del libro o en el índice...
            — Muchas pegas está poniendo.
            — )Usted quiere educar o no?
            — Lo que decía: (que esto no es fácil!
            — )Tiene el papel y lápiz? Pues vamos allá.)


Este libro tuvo tres ediciones y está agotado.


            Escalera de sinvergüenzas
            Olvidé dónde escribió Delibes –y el lector me hará gracia de que no busque la cita exacta-, quizá en alguno de los prólogos a sus Obras completas, editadas por Destino, que la obra de todo escritor, pasados los años, fuera como fuese el resultado de la misma…, con el tiempo se parece a ese hijo al que uno encuentra defectos, quizá demasiados, pero al que se ama con ternura irrenunciable. Creo que algo de mucha verdad vaga por esta idea.
Escalera es una novela que nació de una broma. La broma daría título a la obra: Juan de Ochandía, pero el editor pactó conmigo por teléfono el cambio y quedó como está…, así, abierto, entiendo… Olvidé por qué entre los que se me ofrecieron lo elegí.
            Más abajo ofrezco lo que en el ordenador, allá en una carpeta lejana, escribí para presentar a esta criatura mía no sé dónde. Ahí la hallé bajo el título de proemio. Son muchos quienes dicen que la novela es muy buena por primeriza –a veces ocurre-; así se escribió en alguna crítica, sin embargo ésta no era mi primera novela escrita, era la tercera, aunque sí la primera editada… De las otras daré cuenta en otro momento…
            A mí se me antojaba una novela muy barojiana, por abierta… ¡Qué difícil evitar los adjetivos cuando se quiere situar la realidad en un punto determinado, aunque equívoco a veces! Literatura infantil, de izquierdas, de derechas, light, de entretenimiento… Tiempo quizá haya de abordar esto, de que hablemos en este blog de todo ello. Ahí queda, no obstante, el adjetivo: barojiana por abierta.
            La estructura de esta obra ya presenta algunos rasgos de mi creación literaria, escrito sea con perdón. El afán omniabarcante de mis obras no desean dejar flecos desde todos los puntos de vista en que se aborde la realidad de la obra. Esto me lleva a crear unas estructuras complejas, como compleja es la realidad. Procuro siempre que estas estructuras no lastren la lectura e intento que funcionen con la armonía de las piezas de un reloj de cuerda…, pero hay quienes gustan de la linealidad estructural, de lo recto inmediato frente a lo pausadamente curvo y complicado... La vida, el perpetuum mobile…, no se deja atrapar y yo, sin embargo pretendo con mis obras encerrar en las jaulas de unas páginas y unos renglones… la vida en rama…

            Proemio

            Escalera es la biografía de dos bergantes de mediados del siglo XIX. Andrés, un joven historiador, recopila cuanto puede sobre un antepasado suyo, Juan de Ochandía, y descubre una novela de Carmelillo Bardezzi, un íntimo amigo de éste, cartas, diarios... La novela se desarrolla en la intrahistoria sevillana de la época: prestamistas y políticos, encubridores de bandoleros, ladrones y tahúres, la Gloriosa, unos meses de la segunda guerra carlista, un curioso colegio de la época, sus andanzas como aprendices de sinvergüenzas consumados y..., todo ello al hilo de los recuerdos de Bardezzi que nos descubre el mundo de su familia y la de los Ochandía. La mala fortuna, que con tanto ahínco iba buscando Juan, querrá que éste haga lo irreparable: matar a dos hombres y tener que huir de Sevilla a Beirut.
            La estructuración de la novela está dividida en dos partes: en la primera, Andrés, en primera persona, relata, sin afán de intriga, sus averiguaciones en la Sevilla actual y cómo pasa del desinterés a la obsesión por saber cuanto le sea posible de Ochandía; en la segunda parte, el lector podrá oír distintas voces narrativas, con predominio de la primera y segunda personas, siguiendo una novela de Bardezzi, Dos amigos, en la que se intercalan otros documentos ya citados: las Cartas, trozos de un Diario y un Memorial de Juan; las cartas que éste recibe y escribe a su queridísima A., a su madre y a Bardezzi. El autor, por consonancia con Andrés, un historiador, va dejando constancia del número y de quién a quién va dirigida cada carta. Con esta estructura, el lector irá conformando una visión más completa y compleja que la expuesta por Bardezzi en su novela e incluso podrá seguir una historia distinta: la vida de Juan de Ochandía en Beirut.
            El estilo que emplea el autor varía mucho y lógicamente entre la primera y la segunda parte y, dentro de ésta, los distintos documentos tendrán estilos diversos por escribirlos diferentes personajes y tener también distintos destinos. El autor ha utilizado un estilo fluido y emplea técnicas de los antiguos folletones: los capítulos acaban en un punto de gradación ascendente y están encabezados por un título que capta la atención del lector y lo anima a continuar la lectura. Los documentos intercalados, por su relación con los capítulos, crean su propio clímax.
            Los protagonistas de la novela son Juan de Ochandía y Carmelillo Bardezzi, pero en torno a ellos giran múltiples personajes que reciben desigual tratamiento por parte del autor, que le dan a la obra el carácter de novela abierta. La relación entre Juan y Carmelillo no es exactamente de amistad, como pretende éste con el título de su novela, sino de complicidad: son muchas las mentiras que se vierten en las cartas o en la novela de Bardezzi, que llega a inventar todo un capítulo en ésta.
            Añadir por último que la documentación histórica que el autor ha manejado es exhaustiva, pero no lastra el discurso narrativo, sino que se pone al servicio de éste como ambiente; en este sentido y por lo que llevo escrito la novela podría recibir, de ser unívocos, los calificativos de histórica y de aventuras. Sin darle una trascendencia que sería innecesaria para el tono de la novela, el autor, entre los sucesos que narra, muestra otros temas: la connivencia entre políticos y tropeleros, la educación, las relaciones familiares y de amistad.


            Amanda, querida

            “Vivir es ver volver”, quiero recordar que decía Azorín. Ver de nuevo lo pasado, volver sobre lo ya visto, sobre lo ya pensado, cerrado y concluso, lo reconozco, se me hace tedioso: tengo la sensación de invertir de nuevo un tiempo irrecuperablemente precioso…, pero eso estoy haciendo, o esa impresión tengo, al volver a rememorar los momentos en que se crearon estas obras, en las circunstancias que recuerdo –tomo muchas notas y ahora las consulto y me pierdo por los vericuetos de lo que pensé en su momento, en algunos casos con la claridad de que lo escrito fuera hace un rato que no años-.
            Amanda tomó la forma de una carta porque de una carta nació. Contaba yo desde el extranjero una demoledora circunstancia personal a un amigo y el tono dio en algo que necesité. Volcar todo aquello sobre una trama, con un argumento… y librarme, creo, en gran medida de los demonios de un duelo que amenazaba con encerrarme. Esto lo pensé después. Igual no era del todo cierto.
            De mis obras, Amanda es la única que había concursado, creo. Lo hizo un en premio prestigioso que, me dijeron, no estaba dado, ya se sabe. Entre unos cientos de obras mi novela llegó a la final, pero el ganador ya había sido llamado: son muchos los llamados, pero pocos los elegidos. Me hizo ilusión todo este trance que quedó, después, a la postre en una edición en la misma editorial que tuvo a bien dar a luz a mi primera novela.
            La obra, descubrí después, les es especialmente grata a mujeres de cierta edad y con mucho gusto por la lectura demorada. Algún crítico quiso ver la estructura en círculos concéntricos de Cinco horas con Mario, pero no es exactamente así…
            Me fue costoso ponerme en la situación de una mujer, pues una señora es quien narra. Creía yo, entonces, que entendía algo del particular modo del mirar de las mujeres. La ignorancia no se arredra ante nada, no conoce el descanso.
            De mis obras, es sin duda, la más laboriosa, la más trabajada desde el punto de vista de la armonía, del lenguaje… Me gustó Amanda, tiene muchos aciertos, creo. Ciertamente hay una corriente, explícita e implícita, de un conocimiento de muchas lecturas, de un bagaje cultural que en su momento consideré que no agobiaba el desarrollo de la obra…, ahora no estoy tan seguro, por lo que me dicen, pues releerla a estas alturas me parece un dislate.

            De la contraportada.

*Cuando acabé de escribirte esta larguísima carta comprobé que era un libro+, le explica Telela a Amanda y, más adelante, añade *No me gustaría que mi carta fuera una suma de versos sueltos, de ideas sueltas, sino cadena fuerte con eslabones de consuelo y de vida ante lo que parece roto para siempre, pero conforma un mosaico+. Telela, culta y enamorada de un marido ausente para siempre, recrea, recuerda..., recupera para Amanda, pero sobre todo para ella misma, distintas momentos de su existencia en espacios bien diferentes -Madrid, Barcelona, Jaén-.
Sin alharacas, alérgico a cualquier triquiñuela para best-seller, el autor despliega ante el lector un mundo extraordinariamente ordinario, que es trascendido, contemplado desde los ojos de esta mujer que es Telela. Paisajes de la Mancha o Andalucía -sobre todo del campo giennense-, paisajes interiores de cualquier persona, con alegrías y sufrimientos, son magistralmente descritos en unas vidas donde se encuentra la razón y las razones con la irracionalidad y la sinrazón, con el sentimiento y los sentimientos, con la pasión... donde todos, como en la vida misma, se dan la mano y viven en los personajes, en el autor, en el lector.







            Soy Gutiérrez

            Quienes me tratan dicen que a veces no saben si estoy en serio o estoy de bromas… Creo que el humor de mi Jaén es así. Si el humor es quiebra, claroscuro y sorpresa tiene que ser puro Barroco. El humor jaenero lo es por conceptista, frente al culteranismo engorroso del chiste largo, de la gracia preparada y enlatada, que pertenece a la otra Andalucía. Aquí tendemos a la improvisación, a la frase certera en el momento justo. Nadie dirá de un jaenero que es gracioso, sino castellano y por tanto se confunden. Acá la gracia la trae la vida y la descubre quien sabe mirarla, la revela y la sabe enunciar. Es así.
            Divertirse no es descansar. Escribir no es divertido. Escribir no es descansar. Escribir es un oficio que requiere de muchas horas de un trabajo lento, tedioso, que no siempre sale bien, como todos los trabajos. Imposible ser brillante siempre y en todo. A veces vienen mal dadas.
            Asistía a un prometedor encuentro con conferenciantes brillantes, donde un señor muy conocido a nivel nacional, prestigioso, digamos, personaje –ahora hace mucho tiempo que nada sé de él-, era la estrella invitada, el ponente principal, quien ocuparía muchas horas. Su fama lo precedía y entonces era yo un joven con ansia de aprender –ahora ya no soy un joven y mantengo la misma ansia por aprender y más paciencia-. Me senté en primera fila. Estaba contento por cuanto se iba a tratar en esas jornadas. Se levantó el telón, empezó al personaje a hablar y se me cayeron los palos del sombrajo. Ciertamente nihil novum sub sole, que dice el Eclesiastés, si no me traiciona mi memoria, ¿quizá versículo 10? A segunda hora, tras aguantar la primera me fui al final del aula y me puse a leer un libro y a escribir una novela que deseaba desde hacía tiempo escribir. No recuerdo el año, pero me consta que era mi primer intento serio de escribir una novela. Se editó muchos años después de mi primer libro, pero como novela es anterior, de la década de los 80. Me pica la curiosidad por saber en qué año sería esto, pero no me es posible hallar referencias en mi currículo: no sé por qué no me dieron un papelito por la asistencia, como suelen hacer, a lo peor me fui sin él, no me extraña.
            La historia de esta novela, de Soy Gutiérrez, no es una broma de un tipo de Jaén. No fue un divertimento, pero me divertí mucho escribiéndola. Creo que es la obra que nació, creció, etc. con más facilidad, con más empuje… de entre las mías. Los años de contención, de toma de notas, etc. fueron un excelente humus del que nació este Gutiérrez.
            Insisto. No hay broma, sino la convicción profunda de que en muchos casos, nosotros, cada uno, en muchas situaciones, no queremos ser propiamente nosotros. Los españoles envidiosos menos aún: siempre quieren ser el otro. Fue poner Dios el Paraíso y Adán y Eva, eso dicen, lo que quisieron fue ser el Otro: como Dios. La verdad es que la cosa no empezó bien del todo. Luego vinieron el yo no he sido… Me lo dijo la Eva, que dirían en mi barrio; la Eva en cuestión dijo, señalando, que la Larga –que dicen los gitanos por no nombrarla- y así surgió el a mí que me registren: nadie es responsable de nada.
            Lo que viene a continuación es una noticia real. Permítame, extensa, pero en su punto al caso:

Identifican a un hombre que se fue «a comprar tabaco» y desapareció hace 45 años
Efe - Madrid.-
            La Policía ha identificado a un individuo fallecido en Madrid que utilizó durante 45 años el nombre de otra persona después de que en 1959, cuando residía en Barcelona, dijera que se iba a comprar tabaco tras lo que sus familiares no volvieron a verle.
            Según informó hoy la Dirección General de la Policía, el fallecido utilizó durante 45 años la fotocopia de un DNI cuyo nombre correspondía a un español que emigró a Argentina en 1961 y un número de otro documento perteneciente a un residente en Canarias.
            Las investigaciones se iniciaron después de que el pasado 15 de julio ingresara en el hospital «Gregorio Marañón» de Madrid un varón de unos 80 años sin identificar, que había sido recogido por una dotación del Samur en la calle Alcalde Sainz de Baranda, tirado en el suelo y en coma profundo, y que falleció dos días después a consecuencia de una «hemorragia cerebelosa». Tras tomarle una necrorreseña, la Policía comprobó que el difunto no se encontraba registrado en los archivos informáticos de la Dirección General de la Policía.
            El Banco de Datos de Personas Desaparecidas relacionó al fallecido con una denuncia por desaparición formulada en la Comisaría del Distrito de Salamanca el 16 de julio de 2004 y, posteriormente, fue reconocido por la mujer con la que convivía desde 1969 y por la hija de ésta.
            Ambas entregaron a la Policía una fotocopia del DNI, certificado de acta de nacimiento, bautismo y penales, cartilla de afiliación a la Seguridad Social, cartillas y certificados del Ejército Español, Tercio de la Legión y otros documentos, todos los cuales figuraban a su nombre y con su fotografía. La Policía verificó que ninguno de los datos expuestos en la fotocopia del DNI se correspondían con los auténticos de la ficha auxiliar del documento, cuyo número pertenecía a un varón nacido en 1935 en Canarias. Asimismo, la huella del dedo índice tanto de la fotocopia del DNI como la de la ficha auxiliar no se correspondían entre si, ni tampoco con la necrorreseña del cadáver. Todas estas circunstancias hicieron sospechar a los investigadores que el fallecido utilizaba una filiación falsa, por lo que se iniciaron de inmediato numerosas gestiones para su plena identificación.
            Con los datos que se pudieron obtener de las fotocopias falsificadas del DNI, la Policía localizó a los familiares del verdadero Luis F.R., quien había emigrado a Argentina en 1961, donde falleció en 1979 y que, al parecer, según éstos, había sido estafado días antes de embarcarse por el individuo que suplantaba su personalidad. Todas estas pesquisas concluyeron con la plena identificación del fallecido en Madrid, que resultó ser M. R. L., nacido en Magallón (Zaragoza) el 6 de octubre de 1923, que residió en Barcelona, casado y con tres hijos. Su verdadera esposa y dos de sus hijos han fallecido pero, por declaraciones de varios familiares, se pudo determinar que el desaparecido manifestó en 1959 que iba a comprar tabaco y no le volvieron a ver.

            Lo escrito. Aquí no hay trampa ni cartón. La vida en rama es.

Soy Gutiérrez.

La trama de la novela gira en torno a una agencia de investigadores privados, dos personajes y dos casos. La novela comienza cuando la hija del dueño de la agencia, Carlos Leiva, ha desaparecido sin dar explicaciones y las pesquisas son infructuosas. En esos mismos días Gutiérrez telefonea para informarse de una investigación que realizan para él: la búsqueda de un tal Chocano. Javier Gómez, un recién contratado en la agencia, es el encargado de llevar los dos casos.
La obra se desarrolla en unas semanas de 1997 y está situada espacialmente en Madrid, un Madrid irreal, pues junto a nombres de calles que existen, se citan otros que son inventados.
El ansia de seguridad, el dramatismo que la vida encierra en cuanto desvelamiento y quehacer, el repliegue y la huida como respuesta, pueden ser, en términos generales, el tema o los temas que la novela trata, lejos del melodrama, pues muestra cómo la vida se disuelve en lo cotidiano, tantas veces entre paradojas y sin sentidos, enfermedades propias de un final de siglo y una época aún sin bautizar: la angustia vecina de la depresión, la sensación de frustración y de una vida no lograda, las obsesiones y los temores, la soledad multitudinaria, la tentación de huir y la presencia continuada de la prisa y el vértigo que origina, la apelación continua del teléfono, los faxes...
La estructura externa se divide en secuencias separadas por blancos y tiene un desarrollo que no es estrictamente lineal, pues el tiempo se quiebra en contrapuntos, analepsis y feed-back. Las secuencias se suceden casi alternativas: en unas, el primer plano lo ocupa Carlos Leiva y, en otras, Javier Gómez. Emplea el autor la tercera persona, pero en las secuencias protagonizadas por Leiva, el lector conoce el flujo de conciencia del personaje, que el autor entrecomilla, y podrá escuchar también a sus interlocutores telefónicos; en las secuencias de Gómez no hay flujo de conciencia y el lector se tiene que contentar con escuchar sólo al joven investigador.
Los protagonistas de la obra son Carlos Leiva y Javier Gómez. Carlos es el jefe de una agencia de investigadores que heredó de su padre, un policía franquista; está casado con Paqui Beguiristain, es padre de dos hijos: de Pilar, a quien ya me he referido, y de un chico que estudia en Bilbao; su matrimonio va a la deriva y él, en su intimidad, se debate entre contradicciones y el zarandeo del entorno. Javier Gómez es un joven profesor de Filosofía que, por cansancio, ha cambiado las aulas por la agencia; se asemeja más al tipo de investigador lógico que al modelo activo. En otro orden se encuentran ya: Blanca, la secretaria de Leiva, que es una mujer eficaz y serena; Alfredo Leiva, el padre de Carlos; el viejo Busti, ya muerto, que se pasea con frecuencia por el recuerdo de Carlos; Santos Clavijo, el taxista; y Gutiérrez que es sólo una voz al principio, una hipótesis de trabajo y un nombre equívoco en los papeles después, para terminar siendo un hombre de carne y hueso.
No sin voluntad de estilo, el autor pone al servicio de la narración un lenguaje común no exento de frases hechas y remedos que tienen mucho de broma y crítica. El lenguaje soez, que emplea Leiva casi en exclusiva, pretende mostrar la exasperación y la incomprensión que se disuelven en exabruptos. En la novela predomina el diálogo ágil y breve, propio de una sociedad empujada por la urgencia, las relaciones superficiales, en muchas ocasiones con máquina interpuesta: el teléfono. Las descripciones sólo se demoran en la huida de Leiva al campo, donde lejos de la ciudad todo parece remansarse.

Este libro está agotado desde el año 2008.


            España no perdona

            (Novela aún sin editar).

            Lo que sigue a continuación lo escribí con motivo de no recuerdo qué, pero me parece que sintetiza bien lo que escribí en esta obra.


Mis padres fueron niños durante la guerra y padecieron sus consecuencias. Mis abuelos cayeron en frentes distintos. Sufrieron prisión, hubo muertos en mi familia. Siendo un niño aprendí qué era un paseíllo, qué las colas del hambre, qué la carestía  y las cartillas… mis padres me lo contaron, me lo enseñaron. Estaba en el ambiente y habían pasado casi 30 años desde el final de la guerra.
A mediados y finales de los sesenta asistí a un colegio donde el manual al uso era la Enciclopedia Álvarez en sus distintos grados. Era una escuela unitaria. Allí aprendí quién era Onésimo Redondo, Franco, José Antonio, Ramiro Ledesma…, aún recuerdo sus retratos dibujados. Con mi corta edad distinguía perfectamente entre rojos y nacionales y, por supuesto, entre buenos y malos.
Llegó lentamente la democracia tras la muerte de Franco, un día de vacaciones. Se inició la transición: el miedo a otra guerra, lo decían, llevó a todos al centro, aunque la mayoría no supiera de qué. La sociedad española entera en todos sus ámbitos se politizó: la política de toda estofa lo inundó todo. Llegaron los ochenta y la victoria de la izquierda en las urnas: ¡que vienen los rojos!
Han pasado los años y seguimos recordando la guerra. Todos podemos poner muertos encima en la mesa. Los podemos sacar de fosas o de cementerios, pero son muertos con balas que atraviesan el cráneo y calientan la sangre de quienes lo miran: lo he visto.

Ciertamente ESPAÑA NO PERDONA.

El titulo de esta novela tiene un doble sentido inmediato: uno, que los españoles divididos en dos, enemigos irreconciliables, no se perdonan, ni se han perdonado ni parece que lo quieran hacer: arrastran un odio secular. Dos, quienes estamos hartos de todo ello no perdonamos la mala sangre, sangre que clama a sangre, de quienes siguen esparciendo, como sea, con la intención que sea, desde el ángulo o el rincón que sea… la guerra fratricida que insulta a las inteligencias, a las vidas, a la paz…

Es cierto que con distintos motivos son innumerables las obras que se han publicado sobre la Guerra Civil y se seguirán publicando, si mi diagnóstico es cierto: no ha habido perdón. Se han publicado de un lado y de otro: novelas, ensayos, estudios históricos, títulos insultantes, títulos ambiguos… Algunos han pretendido la equidistancia con respecto a lo sucedido.
La novela de España no perdona, sin embargo, no pretende ser equidistante con respecto a nada ni a nadie, sólo desea mostrar lo que ocurrió, de forma novelada y realista, basándome en la lectura de innumerables textos históricos de lo más variado: libros de historia local, recuerdos editados por los propios autores, manuales al uso, ensayos mil veces citados, estudios históricos clásicos, de unos y de otros y de… He hablado con abuelos que lucharon en un bando y otro, gente que ha llorado sin pudor en la mesa de un café, gente con todo ya hecho en la vida… Hombres que mataron a hombres. “Que nunca más suceda”, es el denominador común.

España no perdona trenza la historia de una familia judía en el primer tercio del siglo XX en España, en Madrid, con los sucesos de la guerra civil española. Es histórico que desde finales del siglo XIX son muchas las familias acaudaladas de judíos que harán grandes inversiones en las infraestructuras españolas, en su minería, etc. El asentamiento de la familia Goldszmit, sus orígenes, sus costumbres, su imbricación en la sociedad madrileña… y su complicación indeseable en la Guerra Civil, con la participación directa en los frentes, dos frentes distintos, de dos hijos varones, conformará la trama argumental caleidoscópica de esta obra. Asistimos al proceso del inicio de la Guerra, a la vida de esos años, a la retaguardia una vez iniciada, a la vanguardia, desde distintos ángulos, con distintos personajes, sin elementos distinguidores evidentes para el lector al comienzo de un bando o de un lugar a otro…
He querido, como en las novelas realistas del XIX, citar lugares, ciudades, etc. con unas iniciales para evitar su reconocimiento, pues mucho de lo narrado, de sus detalles, tiene que ver con historias de la Historia de la Guerra, con mayúscula para los españoles. Las posibles confusiones iniciales para el lector, ya citadas, son premeditadas.
No olvidemos que grandes novelistas españoles han escrito obras excepcionales sobre este mismo hecho histórico. España no perdona sólo pretende mostrar el horror de una guerra en contraste con el crecimiento de una familia y recordar que el perdón, un perdón que va más allá de gestos y actos, más allá de palabras, es lo que sólo puede reconciliar a esas dos españas que siguen distantes y en las que aún se van cultivando y creciendo motivos de odio en los corazones de los biznietos de quienes participaron en ella, por diversos motivos.


            Un charlie cualquiera


            (Novela aún sin editar).


            Esta novela nació de un sustantivo que acuñé no recuerdo ni cómo ni por qué, un sustantivo que llegué incluso a definir:

Charlie.
1. m. colq. Quídam de cierta edad, bien experimentado y vapuleado por la vida, y que ve cuanto le rodea desde la cumbre de sus muchos tacos de almanaques pasados.
2. m. Sujeto viejo que mira su vida y a la vida en general, pasada, presente y futura, con escepticismo y senequismo, mas no sin cierta ternura un poquito ñoña.
3. m. Anciano irritado y quejoso, normalmente contrariado. Disgustado y jodido, pero sin llegar a resentido contra el mundo universo.
4. m. Persona innominada. U. frecuentemente cuando no se quiere declarar de quién se habla, o cuando se ignora su nombre.

                                                            Entrada aún por aprobar por la Docta Casa.

            A la hora de escribir esta novela tenía la impresión de que las anécdotas se venían a mí y se iban hilvanando sin tener que hacer por mi parte grandes esfuerzos. Se trataba de ordenarlas en su momento y en su contexto de ese modo asociativo que la memoria emplea. Esta novela busca ese tono menor que la vida cotidiana nos arrima. El estilo y el talante del autor protagonista, creo, que hacen amable la lectura de esta obra. Quienes la han leído han disfrutado un buen rato de este trozo de vida.


El libro narra los últimos días de un año que este charlie llamado Sixto Gómez nos cuenta. Don Sixto es el padre de Javier Gómez, protagonista de la novela titulada Soy Gutiérrez. Es la narración de una vida que se apaga en soledad, pero que no está exenta de la garra de quien tuvo y aún retiene: recuerda y aconseja, se queja y se repliega en un mundo que no comprende ya del todo, pero al que no renuncia tampoco. Reclama el derecho a contradecirse, a vivir en la paradoja sin saber cómo resolverla y las suyas, sus paradojas y contradicciones, son las de todo hombre capaz de ver con absoluta facilidad la paja en el ojo ajeno, pero no el propio...
         La personalidad del autor-protagonista se plasma a través de sus expresiones, de su vocabulario, de su filosofía parda y su cosmovisión, nacida de la experiencia y de lo mucho visto a lo largo de los muchos años que tiene: si es cierto que se muestra tierno, no lo es menos que también es escéptico, sabe reírse de él y su circunstancia y arrancar la sonrisa del lector. Así pues, don Sixto se sostiene en la novela sobre la tabla del lenguaje del que se dota y sobre sus recuerdos, convirtiéndose en un ser autónomo: con sus lugares comunes, su tradición y su orden social ya periclitado...
         El fluir de la conciencia es la estructura elegida, como no podía ser menos, por este charlie para contarnos apenas en unos días parte de su vida pasada y su vida presente. Así, yuxtaponiendo imágenes y pensamientos íntimos, sensaciones y recuerdos, tal como se presentan en la conciencia se producen asociaciones con faltas de lógica, temas apenas esbozados que se retoman más adelante, etc.

            Cuentos para ti

            (Obra aún sin editar).
           
            Esta colección la componen cuatro cuentos. Todos ellos nacieron con distintos motivos. Nunca me gustó la moralina ni las obritas de teatrillos o cuentecitos que se concebían para formar gustos o, supuestamente, conciencias. Es cierto que el carácter de fábula de estos cuentos les hace atenerse a una cierta finalidad didáctica, formativa, pero que se halla –así lo pretendí- muy a tras mano. Mi primer propósito fue escribir estos cuentos para enseñar a algunas amigas pequeñas la narración demorada, el gusto por la palabra que se sopesa, que sorprende, la atracción por la armonía…
            Estas fábulas se sitúan en espacios rurales. El campo, quizá ya lo haya escrito, es un espacio, para mí, necesario. El bien, de suyo, es difusivo, por eso se desean hacer prosélitos de aquello que nos lo parece. Me encantar estar en el campo, contemplarlo, ver sus animales…y enseñárselos a otras personas. Es posible que muchas de las palabras de esta obra quizá merecieran una explicación a pie de página. No estoy seguro. Me gustaría que llevara unos dibujos muy realistas de determinadas aves o plantas… Intenté que se hiciera, pero no fue posible: ya se andará.
            La obra puede ser leída en muy distintos niveles de comprensión por adultos o niños de doce o trece años en adelante, en este sentido pretendí que se asemejase a El principito de Exupéry.
            Estos cuentos me remiten a hechos concretos de mi vida, hermosos unos, devastadores otros. En otros y unos, las dedicatorias, etc. quedan tal y como se escribieron en su momento, aunque hoy se hallan muy vacías de de contenido algunas de ellas, muertas. Insisto de nuevo: es la vida y su contrapunto.