Querido charlie:
Tiempo ha que no te escribo.
Me consta que todo te va bien, como a mí. No es más feliz quien más tiene…,
dicen. Tú sabes que hay realidades que ignoro. No estoy seguro de esto porque
muchos de mis anhelos, luchas y deseos son inmarcesibles, un mar sin orillas, y
me tengo por feliz. Sí, ya recuerdo lo que decía el alemán de la felicidad y de
quienes nos preguntamos por ella: que es cosa de ingleses… ¿Era Aristóteles
inglés? Creo que no.
Que me pierdo, digo, charlie.
Quiero hacer unos ejercicios de escritura rápida. Voy a hacerlos sin mucha meditación,
sino al hilo de lo que leo. Se trata de cortar y pegar aquí declaraciones,
titulares que seleccionan los periodistas, que voy a sacar de allí por donde
voy leyendo y hacer un breve comentario: de noticias que ni siquiera leí. Algo
insustancial, como el periódico que soñaba con hacer Dieguito, el personaje de Luces
de bohemia, un periódico que nunca, lógico, llegó a editar… solo a soñar: “una
hoja volandera, un periódico ligero, festivo, espuma de champaña, fuego de
virutas”. Algo así voy a hacer yo: comentarios a esos titulares que me resultan
chocantes, chorradas, chuminadas, chinchorreras, chismosas… y chistosas o con
cantera de la que sacarles algo de punta. Vamos con la primera de serie.
Rodrigo Cortés: «Hay más dolor en el cine que en la
literatura».
Ignoro quién es Rodrigo
Cortés: ni idea. Ni lo busco, pero leo que según su leal saber y entender hay
que más dolor en el cine que en la literatura. Se ve que es cineasta o literato
y que además sabe medir el dolor y lo ha calculado y ha hecho estudios comparativos
entre el dolor que hay en el cine y en la literatura. Para mí que más dolor hay
en un hospital que en el cine y la literatura juntos, digo yo. Todos los que
están ingresados en los hospitales están doloridos y sufren. ¿He de entender cine
por película de cine? Hay películas indoloras como hay libros amables
como un atardecer hermoso… y hay películas desagradables, pero, al final son solo
eso: películas, libros. Con no verlas, como con la literatura… ¿Puede doler un
libro? Supongo que sí, supongo que el autor del libro puede transmitir esa
sensación…, pero es más de sufrimiento que de dolor.
Si te dan con el Diccionario
de María Moliner en la cabeza debe de doler, eso sí. Recuerdo los rollos de
películas metidos en unas cajas de latón: si te dan con una de ellas, debía de
doler porque las llevaban en carrillo y debían de pesar.
En resumen: la declarada de
tal Cortés lo debió de dejar dolorido…
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