3 de agosto de 2025

21 – DECLARADAS - El Papa, a los jóvenes: «Sois la prueba de que es posible un mundo donde los conflictos no se resuelven con armas sino con diálogo»

 


Aún recuerdo el periódico El País de los años 70, aquel del que eran accionistas Fraga y los Garrigues Walker, donde escribía la izquierda caviar, rica y guapa y representación de todo lo culto, lo avanzado, lo progre… Un periódico siempre cargado de rencor contra la Iglesia, era, y es, el rencor contra la excelencia (aún recuerdo quiénes escribían la sección de Religión). Miro El País digital y no hay ni una referencia a lo que ha sucedido en Roma con la juventud, reunida en torno al Papa, Iglesia viva, joven, moderna, sin complejos, que se arrodilla ante un hombre, que en ese momento es Dios, para confesarse y pedir perdón por sus pecados… Sí: por sus pecados. El pecado no es cosa de pacatos y de ñoños… es la realidad del hombre que, al andar por este mundo, levanta polvo y se ensucia…, pero pide perdón y se levanta. Para El País no hay peor desprecio que no hacer aprecio… No hay como cancelar al otro: “cartucho que no te escucho, fideo que no te veo”, decíamos los niños. Es el fascismo de izquierdas -léase a Gentile y a Habermas y a Adorno- que tiene sus civilizados modos de liquidar al otro, al enemigo -no reconocen adversarios-, y lo hace silenciándolo.

Con todo respeto al otro, sin embargo, la Iglesia santa, con los defectos y pecados con que concurrimos sus hijos, sigue con los brazos abiertos para todos, de rodillas… y sale como el padre misericordioso a esperar a los hijos que se marcharon. Muchos de ellos dicen haber perdido la fe, pero ignoran que sencillamente la abandonaron, ¡que no es lo mismo!, y no la buscan entre los libros, entre los días del pasado, entre las personas que conocieron, entre las páginas de la vida más o menos mediata.

El Papa anima, exhorta a miles de jóvenes a ser «testigos de la justicia y la paz», sin complejos… ¿complejos de qué? Ni de superioridad ni de inferioridad, por Dios: con el ánimo continuo de escuchar y servir, de apoyar y llevar a los amigos con el Amigo, con Dios. Nuestro padre Dios solo saber contar hasta uno: tú eres uno y yo no soy dos, soy también uno… Y a ninguno da por perdido: una y otra vez sale al encuentro… Duc in altum!

 

 


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