La mentira es moneda de
cambio entre unos y otros y entre los otros y uno mismo. Tendemos a engañarnos
para justificarnos y porque hay que seguir respirando y conviviendo con uno
mismo y no es fácil coexistir con un mentiroso, con un falsario, con una mala
persona y, por tanto, es más fácil engañarnos y decirnos algunas mentiras piadosas,
y otras que no lo son tanto sino monstruosas, pero que nos ayudan a seguir
caminando. “Mi matrimonio se rompió, pero nuestro divorcio fue amistoso” o civilizado:
“Todo bien, entonces”… Oiga, perdone y los hijos del matrimonio… “Muy bien. Muy
bien”.
Efectivamente los chicos del
matrimonio, dependiendo de la edad y de sus caracteres, muy bien jodidos,
estropeados… dañados de por vida. “¡A ver!: el amor se pasó. La vida cambia… Y
hay que tomar nuevos caminos, nuevas soluciones. Tú por el tuyo y yo por el mío”.
“Oiga, ¿y los hijos?”. “Pues por el de los dos. Unos raticos con ella, otros
raticos conmigo y los usamos como niños torpedo para enviarlos a la otra parte
suficientemente adiestrados contra ella”.
Esos niños hacen un curso
acelerado de patriotismo como el que hacían los kamikazes japoneses, para destrozarse
sobre la cubierta de papá o de mamá. Cantaba Serrat y “Les vamos transmitiendo
nuestras frustraciones / Con la leche templada y en cada canción”. Sí, esos
locos bajitos que terminan desquiciados ente lo que dice papá y afirma mamá…
Entre lo que vemos y no comprendemos, entre lo que hemos aprendido a mirar con
las gafas de papá y con las de mamá… ¡Lo que oímos, Dios mío!
¿¡Cuántos juguetes rotos!?
¡Ay, señor abogado!: si fueran juguetes los podríamos reponer, comprar unos
nuevos, tirar los viejos… Lástima que eso no se puede hacer con las personas y
el daño es de por vida: imágenes que se repiten, voces que resuenan con sus
ecos, gestos… Juguetes sin recambio, sin repuestos, sin arreglo, de por vida.
Hoy no la nombraré a ella
aquí. Bastante lo hice ya. Y una ideología roma detrás, una ideología que a
ningún lugar bueno conduce…
¿Quiénes ganan? ¿Quiénes
pierden? Y concluyo con otra DECLARADA: El
juez Calatayud: «Me da pena el hijo de Juana Rivas, no se veló por sus
intereses». Ya somos dos, señoría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario