Años de vértigo es un ensayo
histórico general, y ligero, de los años que van desde 1900 a 1914. El autor
tiene la clara intención de no comentarlos ni mirarlos desde su final, es
decir: desde la Gran Guerra, que luego, por desgracia, sería la primera,
sino como el resultado de una evolución de infinidad de detalles que irán
llevando no solo a ella, sino a un cambio histórico. En el libro que publica
como continuación de este, La fractura. Vida y cultura de Occidente,
1918-1938, que ahora leo, escribe el propio autor al respecto:
Años de vértigo, el libro que dediqué a los años intensos y cambiantes que van de
1900 a 1914, se basó en un experimento deliberado, consistente en imaginar la
posibilidad de contemplar esa época sin la sombra de la inminente Gran Guerra,
es decir, sin una teleología acotada. En el retrato final aparecen unos años
repletos de contradicciones, de optimismo y de fricciones, y marcados por una
velocidad vertiginosa, con la vista puesta en un futuro abierto. Para el
periodo de entreguerras, ese experimento no arrojaría resultados igualmente
interesantes, porque siempre estaba presente la amenaza de otra guerra, o,
mejor dicho, la posibilidad de que volviera a estallar el mismo catastrófico
conflicto.
Con una redacción fluida, rapidísima, sin detenerse ni extenderse
en exceso en los detalles de lo contado, el autor lleva al lector de unos
epígrafes iniciales de capítulos a otros epígrafes menores, de títulos
sugerentes, que lo van orientando en su lectura y lo animan con técnica más bien
de novela de folletón… El dinamismo narrativo, insisto, es tan vertiginoso como
los tiempos que nos narra. Le gustaría al lector que se hubiera detenido el
autor en determinados rasgos de la biografía de tal o cual personaje
(muchísimos de ellos secundarios en la Historia con mayúsculas de las grandes
obras), en los detalles de tal o cual suceso, pero el tiempo apremia. En el
índice observará el lector que el autor se ocupa, año por año, desde 1901 hasta
1914, de lo que de relevante sucede en el mundo o bien de esas causas segundas
que terminan poniendo todo al servicio del disparador histórico que produce
hechos notabilísimos.
Se me antoja complicado resumir en pocas líneas la ingente
cantidad de información, por variada también, que el autor da sobre esos años. Ojo
el autor repite algunos datos de unos capítulos en otros (y en la obra que da
continuidad a esta también encuentro párrafos comunes. La explicación a ello
puede ser muy variada). ¿Qué me llamó la atención? La presencia de la
neurastenia y la influencia de Freud en aquellos años, que ya conocía, pero
lejos de los detalles que el autor da. Sin duda, para mí, es sorprendente en
esta obra esos pormenores de la intrahistoria que nos cuenta de personajes del
momento: Virginia Woolf, de reyes: el terrible Leopoldo de Bélgica y su
relación innombrable con el Congo; el emperador de Alemania y Prusia Guillermo
II, con un brazo más corto que otro, cómo su madre lo educaba con exigencia
extrema, cómo su continua impaciencia le impedía atender asuntos que se dilataran
muchos minutos en el tiempo… ¡él quería hacer cosas!... (¡cuánto me recuerda
esto al activismo de los impacientes alumnos de hoy en las aulas!). Todas estas
minucias me resultan atractivas, me adentran en las realidades que existen tras
fotos fijas y narraciones fijadas por la Historia, pero que se escapan a estas…
¡maravilloso!
Otra realidad incontestable es la fuerza que va cogiendo el
sufragismo feminista con sus hazañas de mujeres inglesas, alemanas, etc.
dispuestas a llegar a la cárcel sin dar su brazo a torcer por una realidad que
es justa… El temor masculino por su incapacidad generativa: el hombre se
muestra menos capaz que en épocas anteriores (los anuncios en periódicos,
revistas, etc. sobre la virilidad y su recuperación son muchísimos dan fe de
ello, como la Medicina de la época); el hombre, digamos, que se dedica a hombrear para
poner en primer término una hombría que parece perder: se viste con uniformes,
los duelos se multiplican, etc. Los hombres quieren ir a las guerras para allí
demostrar su hombría… y otro tanto ocurrirá cuando comience la Gran Guerra… Se
comentan libros del momento, relaciones y cartas que muestran también una
realidad distinta a la que los estados quisieron transmitir: no se trataba en
la guerra de asuntos de hombría, sino de aportar más y más voluntarios a
cadáveres… Los datos, conocidos, de la Gran Guerra de trincheras en el frente
belga y francés… son demoledores, terribles.
Da el autor muchas pistas del origen que nos llevan, años después,
al horror nazi y la muerte de millones de personas en los campos de
concentración. La defensa de la eugenesia por parte de grandes personajes,
auténticos enanos mentales, siguiendo el rastro de Darwin: la eugenesia: la
esterilización de personas consideradas inferiores… Se queda uno asombrado ante
quienes defienden estas posturas (en una entrada reciente hice referencia a ello… Tres tristes
gatitos que también son tigres...).
Los estudios de la herencia y su influencia en la mejora o
deterioro de la raza que se relaciona con el párrafo anterior y la eliminación
de los menos dotados (?), el estudio de la relación entre la locura y la
genialidad como herencia del pasado romántico, los trabajos de Lombroso sobre
la criminalidad…
Me pregunto si esta obra está al alcance de cualquier lector…
Entiendo que lo está si el lector tiene un cierto conocimiento de la época y
cierta cultura general, pues el autor pasa del pensamiento filosófico de la
época (la selección y la valoración son suyas), a las artes plásticas, la
literatura, las historias menores cobijadas bajo la Historia, los grandes
personajes citados de pasada junto a otros tan vulgares que posiblemente el
lector nunca supo de ellos ni posiblemente vuelva a saber de ellos… Sin duda,
si se anima disfrutará, y yo le ayudo y lo hago: ¡anímese, lea este libro que
le ayudará a darse un ligero, pero interesante, paseo por la historia con
minúscula, por la intrahistoria, que diría don Miguel!
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