Querido charlie:
Leo en el periódico que un
cazador, en no sé qué pueblo de Madrid, ha tenido en condiciones desoladoras
y terribles a 55 perros. Evito la descripción del estado de los canes. La
bestia brutal del cazador alegó que las condiciones en que viven los perros de
caza dista mucho de las condiciones en que viven los perros de compañía, y esto
es tan cierto como que las malas personas, y él lo es, no viven con las personas
comunes (animales racionales y dependientes), sino que conviene encerrarlas porque
no deben juntarse con los demás, y mucho menos con los cazadores, porque tampoco
él lo es: este inhumano cafre que quiere justificar su acción debe estar
encerrado por no ser persona ni de compañía ni de caza… Un verdadero cazador
cuida a sus perros como a las niñas de sus ojos…: los mima con esmero, los entrena,
los alimenta adecuadamente, los asea, los tiene viviendo como perros que son… y
con la dignidad de perros que tienen y le otorgan sus dueños. “Los perros son
perros”, decía un conocido mío, pero no por ello, y bajo ningún concepto, deben
ser maltratados, triturados, machacados en ningún sentido por quienes sea.
Me dicen que le piden 40 años de cárcel…, y el Derecho no es lo nuestro, charlie,
pero se me antoja poco… Quien hace esto con un perro no dudará en hacerlo con
una persona…
Este delincuente no era ni es ni
será un
cazador… es sencillamente una mala persona.
Otra noticia de la misma índole.
Un señor trabaja en sus naranjos. Tiene dos perrillos con él. Los perrillos al
ruido de dos alimañas con escopetas en las manos, a
quienes el periodista, ignorante en la materia, llama cazadores, disparan sobre
los perrillos. Uno muere y el otro queda herido. Valerosa y meritoria acción:
los perros han sido castigados porque la ley dice… blablablá y ellos, poderosos,
con armas en las manos, ejecutan… El juez, sensato, con la ley en la mano, con
poder para ello, ha condenado a las bestias a siete meses y medio de
cárcel y a indemnizar a la familia propietaria de los perretes con 1000 euros
en concepto de daño moral, y el Derecho, aunque no es lo nuestro, charlie, pero se me
antoja poco… Quien hace esto con un perro no dudará en hacerlo con una persona…
Estos delincuentes no eran ni serán
cazadores…
son sencillamente unas malas personas.
El periodista no es una persona
que escribe en un periódico. El cazador no es una persona con una escopeta en
la mano que va disparando a cuanto se menea. No es fácil ni breve explicar qué
sea un cazador ni qué sea cazar, pero sí diré aquí que un cazador nunca, nunca,
nunca es un maltratador de animales, insisto, nunca y bajo ningún concepto.
La perrilla, se sentaba enfrente de mí, sobre sus dos patas
de atrás, y me miraba, con la cabeza ladeada, con sus dos ojillos castaños muy
despiertos; yo le hablaba y ella, como si quisiese entenderme mejor, levantaba
un poco las orejas; cuando me callaba aprovechaba para dar unas carreras detrás
de los saltamontes, o simplemente para cambiar de postura: Cuando me marchaba,
siempre, sin saber por qué, había de volver la cabeza hacia la piedra, como
para despedirme, y hubo un día que debió parecerme tan triste por mi marcha,
que no tuve más suerte que volver sobre mis pasos a sentarme de nuevo. La perra
volvió a echarse frente a mí y volvió a mirarme; ahora me doy cuenta de que
tenía la mirada de los confesores, escrutadora y fría, como dicen que es la de
los linces... un temblor recorrió todo mi cuerpo; parecía como una corriente
que forzaba por salirme por los brazos, el pitillo se me había apagado; la
escopeta, de un solo caño, se dejaba acariciar, lentamente, entre mis piernas.
La perra seguía mirándome fija, como si no me hubiera visto nunca, como si
fuese a culparme de algo de un momento a otro, y su mirada me calentaba la
sangre de las venas de tal manera que se veía llegar el momento en que tuviese
que entregarme; hacía calor, un calor espantoso, y mis ojos se entornaban
dominados por el mirar, como un clavo, del animal. Cogí la escopeta y disparé;
volví a cargar y volví a disparar. La perra tenía una sangre oscura y pegajosa
que se extendía poco a poco por la tierra.
Este delincuente no era ni fue ni
será un
cazador… era sencillamente una mala persona.
¡Ah, les regalo este vídeo también del perro de mi vecina que TAMPOCO se mata!:
El patán que maltrató a los 55 perros en una finca de Villa del Prado del que aquí hablé ha sido condenado a un año y medio de cárcel y al abono de 10.925 euros para asumir los gastos del cuidado de las lesiones que provocó a los canes (http://www.europapress.es/madrid/noticia-condenado-ano-medio-carcel-cazador-maltrato-55-perros-finca-villa-prado-20180227110012.html). ¡Poco me parece!
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