29 de julio de 2015

Salinas, Pedro: LARGO LAMENTO




         Vengo aliquebrado de la lectura de las Cartas a Katherine Whitmore. Los versos de Salinas, para mí, durante tantos años cargados de belleza, generosidad y altruismo, poemas del amor humano que elevaban… se han quedado entenebrecidos al saber de su turbio origen. La generosidad de quien da es más limpia cuanto más limpio es el origen de lo regalado, de lo dado, de lo generosamente ganado y otorgado… al otro. Entiendo que esto puede quizá ser opinable, pero de la mano van belleza y bien y desde los 14 desconfío de quienes se cargan de buenas intenciones… fallidas.
         Largo lamento, se supone, es un conjunto de poemas, hecho libro por su yerno, Juan Marichal, que Salinas escribe al hilo de la pérdida de la amada. El amor que siempre fue imposible, por voluntad de Katherine –ella no quiso casarse con Salinas-, una vez definitivamente roto, genera unos poemas, distintos y distantes de La voz a ti debida, que ponen un muro insalvable entre Salinas y Whitmore. Salinas no parecía satisfecho de este poemario que se edita en 1981 y es por ello que estos poemas ven la luz treinta años justos después de haber muerto su autor.
         Todos lo que padecimos de amores –y no solo les ocurrió a Garcilaso, Salinas y otros cuantos- sabemos que no es lo mismo dejar a la persona amada, que ser dejado por ella. El abandonado siempre sufre la sinrazón y un desgarro lacerante que puede desmembrar la vida misma, toda ella fibra a fibra. El poeta abandonado de ordinario, se eleva sobre la terrible realidad por medio de su comunicación poética: siente la necesidad de vaciar su mundo interior en el papel y el verso –el hombre corriente padece hundido, deprimido y sufre en silencio cómplice con quienes le rodean-.
         En el citado epistolario, se añade un apéndice donde la misma K. Whitmore narra de forma esquemática su relación con el poeta y el recorrido de las cartas. El amor adúltero entre ambos no tiene más salida que la ruptura. Ella misma en el citado apéndice lo explica: “La última vez [que lo vio] fue en la primavera de 1951, el año en que murió. Había venido a Northampton para dar una conferencia y pudimos hablar unos minutos. Yo siempre había albergado la esperanza de que llegara entender por qué tuve que romper con él. Así que se lo pregunté otra vez: «¿No entiendes por qué tuvo que ser así?». Me miró con tristeza y contestó: «No, la verdad es que no. Otra mujer, en tu lugar, se habría considerado afortunada?». Eso, querido Pedro, es sin duda cierto, pero «yo no soy más que lo que soy»”.
         En los poemas de Largo lamento, Salinas se ve a sí mismo como una sombra. Su realidad se ha desvanecido y solo es propiamente sus recuerdos de los momentos pasados con la amada.  Los detalles insignificantes cobran una categoría inmensa en lo mil veces pensado, sopesado, recordado. Así la amada es invocada por su pitillera o su tabaco, por sus zapatos, por el mechero, sus guantes, sus manos, sus hermosas piernas… todo ello puro pasado acabado, irretornable, presente inalcanzable: largo lamento.
         El presente se deshace en nada, es fútil sin la presencia de la amada. Todo precariedad, trivialidad… aburrimiento, camino sin camino, sin sentido.

                            Perdóname si tardo algunos años
                            Todavía en dejarte

         Escribe un Salinas derrotado. La amada ha dado la espalda al amado: se vuelve y no lo mira. La luminosidad de su vida desaparece y con ella el poeta se vuelve sombra que vive en las sombras. No obstante el poeta no se resigna a una negativa definitiva: sigue al aguardo de su retorno, no pierde la esperanza, necesita la presencia de ella que lo devuelva al sentido.
         La hoja caída del árbol en el otoño quizá se pueda confundir, pero…

                            … la confundiste
                            con cualquier hoja de esas
                            que editan por millones los otoños
                            para hacer propaganda de lo ausente.

         Hay versos que fuera de su contexto podrían pasar por cursiladas sin valor ninguno.
         Libro fallido, dicen algunos críticos. No lo sé. Los poemas se escriben entre el 36 y el 39… Si ella fue La voz a ti debida, ahora se tornó en silencio, en sombra, en Largo lamento 

6 comentarios:

  1. Veo que Katherine no era de las de...

    "Que por parir mil loquillas
    enciendan mil candelillas,
    bien puede ser;
    mas que, público o secreto
    no haga algún cirio efecto,
    no puede ser."

    Ella quería cirio y el, hembra...
    ¡Huy, que procaz, Blumm!

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    1. No es mal báculo el llamdo Gongorilla. Creo que se equivocaron con grave daño para ambos y más... Quizá cuente algo en la siguiente entrada sobre la vida de Salinas.

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  2. Vaya, vaya... pues vaya como me gustan estas entradas... ¿Por qué tuvo que ser así?... porque la única manera de salvar ese amor ideal entre los dos amantes era el sacrificio de la vida terrenal, el matrimonio, la vida en común con todos sus inconvenientes, nada poéticos por cierto... el amor desinteresado de la amada se refleja en la absoluta entrega a lo ideal, al bien, a la belleza de la poesía de Salinas, y para ello debe abandonarlo, al Salinas de carne y hueso... Ahhhh, el amor... Cómo siempre, la mujer engendra los mejores frutos... ella sólo supo hacer de un vulgar hombre un poeta...

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    1. Me alegra que disfrutes con estas entradas que hablan de la vida en rama, que no todo es canela en ídem, como tú dices. Te digo como a Bernardo: creo que optaron por un camino cegado desde primera hora, ¿qué pretendía Salinas?

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  3. Trato de hacerme una idea de lo que supone que alguien te deje.
    Un abrazo desde Granada, Antonio.

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  4. No sé por qué no sale mi foto en los comentarios que escribo. Decía en uno de esos comentarios que antes no leía novela porque era algo inventado, y dije también que precisamente en la novela es donde el escritor muestra su visión o una visión del mundo. Ahora añado que el escritor también escribe entre líneas.

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