Me propuse no leer
los artículos de donde seleccionaba las “declaradas”, los titulares de los
avezados periodistas y así lo hago. Tampoco investigo a los autores que no
conozco de las declaradas, como a este señor Boyle, pero me parece oportunísimo
su comentario. Desconcertante al principio quizá, pero de inmediato se
comprende el sentido.
Se supone, por lo que
recuerdo, que la política es toda actividad que realizan los ciudadanos, unos
con otros en la polis. Es, por tanto, una necesidad cotidiana, pues todos nos
comunicamos, actuamos, interactuamos con nuestros conciudadanos: quien con la
dama con la que habita, su esposa, su doña, su mari, su querindonga, su señora
o su compañera de piso o con el frutero o el quiosquero de la prensa. Incluso
aquellos que vivimos en pueblos pequeños, casi en el campo, nos contamos unos a
otros, es decir, politiqueamos.
Lo malo es cuando la
política se elevó a oficio y arte. Debió de ser muy próximo su nacimiento al de
la polis. Siempre hay espabilados que quieren sacar tajada de lo que cruza por
el foro. “Si me hago político…” y en eso se estuvo y se está desde hace muchísimos
siglos. La política, como todo negocio, no se olvide el origen de esta palaba nec-otium,
es decir: la política no es actividad ociosa, ni de entretenimiento, porque
pronto se le pone a quienes se dedican a ella la vena de cantaor en la cartera,
en las manos y todo ello mana del corazón. En España, cerca del 50% de PIB vivaquea de
las ubres del Estado: donde están las flores van las abejas; donde está el humo
está el fuego y donde el billetaje, los vivales.
¿Tiene que ser la
política necesariamente actividad oscura, tenebrosa, de terror, de… todo lo
malo que se nos ocurra y que lleve anejo al secreto, al egoísmo, a la codicia, al
robo, a la soberbia…? No lo sé. Nunca me dediqué a esa que dicen produce esa
erótica irresistible, cual es la del poder.
¿Cuántas veces
habremos oído que la democracia es el menos malo de los sistemas de gobierno de
las sociedades? ¿Quiénes se benefician de que esto sea así? Quien lechón
nace, lo tiene difícil: marrano muere. Hay sagas familiares de
políticos, dentro de los partidos, en la partitocracia y quienes se alzan con
el santo y la limosna quedan encumbrados social y económica y profesionalmente
de por vida (aunque luego no los reconozca ni su padre. En España los diputados
tienen unos derechos a los que no alcanzamos quienes no lo somos y nunca sabré
por qué ni por qué no nos rebelamos).
Nunca me gustaron las
películas de terror y miedo. Nunca me gustaron ni la política ni los políticos
profesionales…, pero aquí seguimos en una partitocracia donde hablamos con una
papeleta cuando se nos convoca a las urnas… ¡y a callar! A ver películas de
terror y a la chachara insustancial como esta.
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