Eso mismo fue lo que dijo
Dick Turpin cuando iban a darle la del pulpo: “¡¡Estamos copados, huyamos por
la claraboya!!”.
Tengo que reconocer que he acudido a la
IA para completar la escasa información de que disponía. A veces, muy de cuando
en cuando, creo que mientras tomo un café matutino, veo un programa de televisión sobre un comprador y restaurador de antigüedades,
que aprendo ahora se llama Maestros de la Restauración. Me gusta ver cómo representa sus chalaneos el experto en antigüedades
Drew Pritchard. Reconozco
un mérito incalculable cómo tras el enser que elige, tras el chisme más
disparatado ve lo que puede llegar a ser y qué posibilidades de negocio tiene
semejante baratija. Él la contempla con los ojos de quien sabe. Donde los demás
vemos un trasto él ve una oportunidad. A veces esos trastos han llegado a serlo
por el paso del tiempo y el maltrato de este y de sus dueños… ¡y él ve más
allá!
Algo así creo que ocurre con estos
expertos en asuntos dispares, inimaginables relacionados con el hombre y su
circunstancia… El hombre lleva miles de años sin cambios sustanciales, por
tanto, con una correcta interpretación de la antropología, que tampoco ha
cambiado, se pueden restaurar muchos chismes humanos. Una idea arrumbada de
Epicteto, de Aristóteles, de Marsilio Ficino o del sursuncorda, sobre el hombre
y su circunstancia, debidamente revestida, con un poquito de gracia
actualizadora, en un contexto adecuado es una mina en la que cavan estos
expertos que nos venden mercancía con sello de “nueva” o “novedosa”, cuando
tienen más años que el Salaíllo.
Vamos a ver qué nos dice esta declarada:
“No estás atrapado, estás
reconstruyéndote”: todo momento de crisis, lo es de mejora.
“No estás atrapado, estás
reconstruyéndote”: lo que no mata, engorda.
“No estás atrapado, estás
reconstruyéndote”: no hay mal que dure cien años.
“No estás atrapado, estás
reconstruyéndote”: la botella no está medio vacía, sino medio llena.
“No estás atrapado, estás
reconstruyéndote”: nunca es tarde si la dicha es buena.
“No estás atrapado, estás
reconstruyéndote”: si tropiezas y no pierdes los dientes, avanzas…
Y aquí me planto. Ahí tenemos ideas
suficientes para montar una tienda de antigüedades y lugares comunes, para
restaurar y vender como folleto de autoayuda y hasta es posible que le ganemos
billetaje, si lo completamos con una sonrisa y tenemos un padrino… (oiga, si se
decide, vamos a medias, que la idea ha sido de servidor).
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