“Resulta más efectivo aconsejar a la gente que
se modere a la hora de ingerir esos alimentos que pedirle que no mezcle los
carbohidratos con las frutas o que tome siempre la carne con verduras. Mensajes
como «las patatas fritas o el pan blanco engordan» los entiende todo el mundo.
Decir que los refrescos azucarados son causa de la epidemia de obesidad también
es un mensaje que no deja dudas a nadie, y es rigurosamente cierto con las
pruebas científicas en la mano. En cambio, cuando en un libro se habla de los
tipos de carbohidratos, simples o complejos, índice glucémico, grasa saturada,
etcétera, no se tiene seguridad de qué entenderá el destinatario. Los consejos
deben ser inteligibles, y para eso deben basarse en los alimentos, no en su
contenido químico”. Si usted está de acuerdo con esto, sin duda: este es su
libro. Al pan pan y al vino, ya sabe, mejor tinto…, según el doctor Martínez.
Es frecuente el uso del adjetivo “borde” con
quien llama a la realidad por su nombre. El problema es que en tiempos
pusilánimes, de lo llamado políticamente correcto, etc. las palabras son un
verdadero problema, como decía el principito en el libro de igual nombre de
Exupéry. Si se asusta por ello, este no es su libro.
No es fácil resumir ni criticar libro como
este donde se dejan pocos palos de la salud y sus tópicos sin tocar: el tabaco,
el cáncer de mama, la obesidad, los estilos de vida, los alimentos adecuados e
inadecuados, el sedentarismo, etc. El doctor Martínez, como catedrático de
Medina Preventiva y Salud Pública, no necesita presentación en los medios
científicos y tampoco lo voy a presentar yo en los no científicos y
acientíficos: quien no lo conozca que lo lea. Me encanta ese decir del doctor
Martínez, su hablar clarito y sin ambages: Saltar
desde el 6º a pecho descubierto tiene sus riesgos…, ¡pero haga usted lo que
crea oportuno! Me gusta, insisto. No es el médico que te pone entre la
espada y la pared. Te sienta y te lo explica y tú, usted, yo, sigue haciendo lo
que crea pertinente con la información científica que le dan. “No deje de echar
humo, si le apetece”, pero se está usted jugando el tipo de cáncer de pulmón
que va a padecer.
El desmantelamiento de las excusas de los
gordos, servidor, en las primeras páginas es magnífico. Se queda el barco al
pairo. Se acabaron los subterfugios y los pretextos: “Es que mi
metabolismo”, “Mis padres eran los gordos y los tiestos tienen que salir con
arreglo a la botija”; “Mi constitución es de hueso gordo…”… Lo siento
caballero: usted come y bebe de más y además lo hace de forma lamentable. El
doctor Martínez le propone un estilo de vida distinto: no hay una receta simple
ni mágica; no se trata de un régimen… Se trata de cambiar los hábitos
alimenticios y lo afirma y asegura quien acudió a muchos gordólogos, servidor:
la propuesta que se hace en este libro es amable y funciona sin agobios. Me he planteado
un cambio radical a dos años vista, si el cuerpo aguanta y Dios así lo quiere.
Ingresé en la epidemia de la gordura en el 2005 al dejar de fumar y aquí sigo
en el cuadro de gordos que no lo fueron nunca ni quiere seguir siéndolo:
deportes, sistemas deportivos, hambre, regímenes que mataron al gato… y aquí
sigo. Ahora feliz con mi nuevo plan de vida.
El profesor Martínez apuesta por la llamada
“dieta mediterránea” que lleva estudiando entre miles de personas durante
décadas… No hay ni trampa ni cartón, como sí que lo hay, en las empresas
farmacéuticas: él les dice los miles de millones de dólares que ganan con los
gordos y sus tratamientos, con el colesterol, con la vitamina XCCWH…, que
supongo que no existe, pero que si se coloca en el mercado como reductora de la
grasa vende miles de millones de pastillas… ¡qué negocio el de los gordos!
El enorme paralelismo entre
las estrategias defensivas y de ataque de actuación de las empresas tabaqueras
para expandir sus mercados a sabiendas del daño que producen es muy semejante a
las actuaciones de las empresas alimentarias que hacen otro tanto. El
tabaquismo va de capa caída, pero no así los males que promueven las empresas
relacionadas con el azúcar y las bebidas azucaradas. ¡Poderoso caballero…!, ay
mi Quevedo: incluso al profesor Martínez fue tentado alguna vez por las grandes
empresas de las bebidas azucaradas… Lo subieron a la torre y le dijeron: “Si
niegas que los refrescos azucarados y con burbujas engordan… ¡engrosaremos tu
cuenta corriente hasta decir basta!”; se lo oí contar hace años y aquí lo
repite en su libro a calzón quieto. Nadie lo desmiente porque es verdad… ¡ay
qué libres nos hace la verdad!
El pan, todo tipo de
galletas, las bebidas azucaradas, los llamados “bollos” en general, las patatas
fritas, comer en exceso, las horas frente al televisor, la carencia de deporte,
el alcohol sin medida… son los enemigos de toda dieta equilibrada. Cuando se
alcanza el grado de “gordo” apear los kilos asumidos de más es problemático y requiere de paciencia y
tiempo… tanto tiempo como se requiere para ponerlos.
El aceite de oliva virgen,
los frutos secos, las verduras, las frutas, el pan integral, andar y reducir la
ingesta razonablemente (¡comer menos que no pasa nada!)… todos estos son buenos
amigos de una salud razonable… Los
detalles de todo ello… y más en la próxima entrada.
Buenísimo
ResponderEliminarMuchas gracias. No siempre se puede salir a hombros... Le agradezco su palabra porque es animosa. Muchas gracias, de nuevo.
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