18 de julio de 2019

352-CHARLIE-SALIDA-¿Acaso solo sentido común?



Siempre tuve las manos pequeñas, con mucha fuerza en ellas y, además, tiraba muy bien piedras: deporte de mi infancia que se practicaba contra los chicos de otras calles y otros patios; no era en el pleistoceno. Hay testigos de cuanto digo y todos ellos son gente de bien. Hubo, sin embargo, un hecho, de los muchos, que nunca me molestó ni me retrajo ni me acomplejó: mis padres no creo que tuvieran noticias de él y nunca protestaron ni salieron en “los medios” ni se armó cisco alguno. Entonces campaba más por el común de los mortales el sentido común. No me admitieron en el equipo de balonmano: tenía garra, elasticidad, empuje, fuerza…, pero las manos pequeñas y eso nunca supuso una discriminación, una exclusión, ni un complejo para mí: no abarcaba el balón. No llevé una estrella amarilla en la camiseta, sino que orienté mis derroteros deportivos hacia el fútbol y el tenis de mesa, la caza, el baseball, las carreras -entonces- de “campo a través” -Mariano Haro era mi ídolo- y, ya digo, mis padres no pusieron ninguna querella al colegio, ni al entrenador de balonmano del cole… “Sencillamente lo que no puede ser, no pude ser y, además, es imposible”, según dicen que dijo el Gallo, maestro del toreo (arte que tampoco desarrollé por falta de valor, que no de talento y genio; y tampoco hubo queja).

¿Creen ustedes que sería razonable que se pusiera una querella por discriminación al Real Madrid de fútbol, el de toda la vida de Dios, porque no admitiera en su equipo de primera a chavales con síndrome de Down, a chicas bajitas ¡o a mí con mis 57 años por muy bien que le diera al balón en mi juventud!? “QUERELLA CONTRA EL REAL MADRID Y FLORENTINO PÉREZ POR DISCRIMINACIÓN", ese el titular. La entradilla: “Dos chicos con discapacidad física, que se desplazan en sillas de ruedas, no han sido admitidos por el Real Madrid en la preselección de jugadores alevines. Los entrenadores han alegado bla bla bla”.

Recuerdo que, cuando me llevaron a la mili, ¡porque ir no fui!, no hacía nada más que pensar y remirarme para ver si tenía algún defecto que me ayudara a eludir el alistamiento. No había defecto ni tacha para semejante servicio al Rey. Es lo que hubo. Se libraban los sordos, los tartamudos, a quienes les sudaban las manos, los heroinómanos, los bajitos, los estrechos de pecho, los pies planos… y a quienes el sorteo del destino les fue benéfico y salieron excedentes de cupo, todas las mujeres y los chicos con síndrome de Down. A lo mejor lo hay, pero no recuerdo a nadie de mi quinta, ni haber leído en los periódicos, que alguien se presentara en la caja de reclutas a reclamar por haberse librado de la “mili” (es posible que lo hubiera porque, como también dijo el Gallo de Ortega, “Hay gente pa too”; se ve que don Rafael era también filósofo, como don José, pero de pueblo y bajos vuelos).

La “sociedad” y “nosotros”, usted me comprenderá, espero, no somos responsables, ni culpables de tantas realidades humanas indeseables, pero esto de las quejas, denuncias, pataleos… de los papás porque a sus niños con necesidades especiales los rechazan en campamentos, cursos, etc. me parece que es dar patadas contra el aguijón o sencillamente un contradiós. Cuando hay que demostrar lo evidente, lo dijo Marías, que no era torero, pero sí filósofo, es porque corren malos tiempos, muy malos tiempos, es decir, ¡¡peores!! Como ahora.

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