Estoy
preocupado. No me gustaría ponerme grandilocuente ni rimbombante desde ningún
punto de vista, pero estoy ciertamente inquieto. Me explico.
La
democracia no es solo el gobierno del pueblo, sino de los mejores del pueblo.
Sin duda, esta condición no se cumple en nuestros políticos y en nuestros
gobiernos del nivel que sean. Gobiernan quienes son elegidos por los jerarcas y los miembros de los partidos y no siempre en su elección pesa la excelencia
del designado, del candidato, sino otros muchos factores admisibles o
detestables. La realidad nos ha demostrado que hay una mayoría de los elegidos,
eso pensamos, eso deducimos de lo que conocemos, de lo que sabemos, que tampoco
gobiernan al servicio de todos: porque no pueden por mil circunstancias, porque no saben o porque lo hacen de forma partidaria -pues del partido vienen
y al partido deben su estar ahí-.
Hace
no mucho aquí, creo que escribí al hilo de algo, no recuerdo bien de qué -lo
busco y no lo hallo-, a lo peor solo lo leí en algún libro o revista: cómo fue
posible esa realidad terrible acaecida en los años 30-40 en Alemania, ese
terrible descarrilamiento de toda una nación que da en el nazismo. Sobre esto
en otra ocasión algo ya escribí y ahora quiero volver y concretar. Esta entrada, de algún modo, completa a
aquella. Es normal que no recuerde con detalle lo escrito hace tiempo y he
tenido que volver a leerla. La conclusión de quienes sobre estos extremos han
pensado es que la capacidad intelectual no está necesariamente a la altura de
la incapacidad moral de algunos: el mal existe y la mentira lo conduce, se
engasta e injerta en la realidad, ¡exactamente igual que la levadura en la
masa! y el mal crece exponencialmente, está mimetizado, se imbuye en lo más
aparentemente simple, sencillo… El tonto y el ignaro colaboran –“no ma dao
cuenta”-, el egoísta, el codicioso, el miserable la expanden en provecho
propio… NO ESTOY SIENDO HIPERBÓLICO, estoy siendo realista, permítame:
objetivo. Leo en estos días a Gadamer y escribe, larga cita para una vida
corta, pero es importante por grave y urgente:
Pero entonces ya estábamos en 1933. El
despertar fue horripilante, y no podemos
absolvernos de toda culpa si hasta entonces habíamos descuidado nuestras actividades cívicas, subestimando a Hitler
y a sus secuaces, siguiendo en ello la prensa liberal. Ninguno había leído Mi
lucha, si bien yo me había familiarizado con El mito del siglo XX de
Rosenberg, según el Frankfurter Zeitung la exposición filosófica del ideario
nacionalsocialista, siendo fácil de entender que una mamarrachada tan grande ni
siquiera me pareciese peligrosa. Los círculos intelectuales defendíamos la
común convicción de que, al llegar al poder, Hitler renunciaría a los muchos
sinsentidos, con inclusión del antisemitismo, que como «el tamborero» se había
dedicado a propagar. Las cosas nos enseñarían más tarde su verdadera faz. La oposición activa contra el
antisemitismo contó desde un principio con la presencia destacada de la
facultad de teología y la incipiente formación de la Iglesia Confesional, pero
con todo, hasta el 30 de junio de 1934, todos
confiábamos en que los fantasmas desaparecerían bien pronto de escena.
Me gustaría resaltar del texto lo siguiente:
- no podemos absolvernos… Mi querido
Gadamer, nadie se absuelve a sí mismo, ignoro si la traducción es buena… Creo
que lo justo sería decir “no podemos justificarnos”, es decir, “no tenemos
explicación” de cómo algo tan grave que sucedía delante de nuestras narices,
nosotros, tan filósofos, teólogos, físicos, historiadores… ¡tan brillantes! no
lo vimos, no caímos en la cuenta… ¿Inexplicable?
- El problema estuvo en que ustedes,
junto con millones de alemanes y de entre ellos millones de judíos, habíamos descuidado nuestras actividades
cívicas, subestimando a Hitler y a sus secuaces. “Eso no es nada”, “Eso no importa”, “Es una
realidad pasajera”… "Eso da igual"... Subestimamos al mal, a la mentira, a los secuaces no ya
de Hitler, sino a los secuaces del mal. “De eso ya se ocuparán otros”,
“Nosotros estamos muy liados en nuestras cátedras, enterrando a nuestros
muertos, probando las nuevas yuntas, en nuestros negocios…”, mientras quienes
hacen del mal el suyo, medran, se entremeten, ascienden, conducen, dominan… y lo expanden como veneno que a todos afecta.
- Las cosas nos enseñarían más tarde su
verdadera faz, cierto: más tarde… Tan tarde que aquello no
tenía remedio. Muchas realidades tienen puntos de no retorno. Hay umbrales
insuperables. El modo de hacerlo es volver a trabajar durísimo por recuperar lo
perdido y abonar unas tasas: sí, abonar unas tasas. “Tú mismo te has forjado tu
ventura”, dice Cervantes. Tú como persona, tú como nación… tienes lo que te has
ganado, lo que has luchado por conseguir. Más tarde es ya tarde.
- todos confiábamos en que los fantasmas
desaparecerían No, no hay mano invisible que venga a solucionar este
problema, como Adam Smith creyó… No son fantasmas, querido amigo, fue una
realidad de millones de muertos. El refranero será sanchopancesco y vulgar,
pero no por ello con menos autoridad: “Entre todos la mataron… y ella sola se
murió”.
Esto se ha
repetido en muchos momentos de la historia, de un modo o de otro. Siempre hay
un disparador histórico: una persona, un hecho, un suceso… El 29 de junio de 1914, el archiduque Francisco
Fernando, de Habsburgo, heredero del trono del imperio austrohúngaro fue
asesinado en la ciudad de Sarajevo y ello supuso el pistoletazo de salida para
la Primera Guerra Mundial…
Me
olvido de Rusia, de China, de… y me acuerdo hoy de Venezuela: ¿Cómo se ha
llegado a este grado de pobreza, de vileza, de hambre, de desesperación…? ¿Cómo
es posible que un intelectual como Maduro, discípulo de Chávez, pueda pasar de
conducir un autobús a arrollar y aniquilar una nación? Esta no es tarea de un
hombre solo. No hablo de Hitler, Mao, Stalin, Pol Pot… ni comparo a Maduro con
ellos, lo que me pregunto y explico es cómo se llegan a situaciones
irreversibles: las vidas no se restituyen, los sufrimientos marcan. Decir que
todos tuvimos la culpa es mentira y, por tanto, injusto.
Considero
y estoy preocupado, que es por donde empecé esta entrada, con los derroteros que España
toma. Esta nación conoce momentos terribles que superó. Soy un donnadie en
todos los ámbitos. Mis letras carecen de alcance. Mi blog “de pueblo” es pobre.
No soy relevante, pero sí que deseo y quiero, como español que ama a su patria
y a sus compatriotas, y demostrado lo tengo, dejar constancia de que transitar
por los caminos peligrosos que vamos, conducidos por personas amorales o
inmorales, egoístas, servidores objetivos del mal, a quienes arropan otros como
ellos, cobijados por el silencio cómplice de la mayoría, por desidia o ignorancia,
que no eximen… puede llevarnos donde no queremos y quizá luego esos fantasmas sean realidades irreversibles
porque sea tarde. Que por mí no quede.
brillante!!! pecado original
ResponderEliminarMe temo que el gobierno de los mejores hace ya siglos que no nos acompaña. Te muestras preocupado y mas que me dejas. Como siempre un placer leerte maestro
ResponderEliminarMagnífico
ResponderEliminarJuanmaria rubio
Magnífico
ResponderEliminarJuanmaria rubio
Don Antonio, una duda razonable... El avisar y subrayar esta preocupación me parece útil y valioso. Y en esa línea me surge la duda de saber, tanto en lo personal como en lo inmediatamente personal, ¿hasta donde se puede implicar uno para modificar,en cierta medida, ese entorno que preocupa? En definitiva, ¿donde acaba la cobardía y la osadía? ¿Hasta que punto es éticamente legitimo (si se quiere) este chubasquero tan español de criticar todo sin mojarse? Es una pregunta que hago porque valoro mucho su opinión.
ResponderEliminarDon Antonio, un placer haberte escuchado siempre, y ahora poder seguir leyendote. Es para preocuparse, el tiempo que nos está tocando vivir es globalmente inestable en los últimos años, y parece que sólo falte que alguien de los muchos "colocados" prenda la mecha para que volvamos a vivir escenarios mundiales horribles como antaño. Venezuela, Siria, Irak, Afganistán, Ucrania...
ResponderEliminarNada más lejos de mi intención que ser alarmista o agorero y menos aún pusilánime. Conviene estar al quite: decir la verdad, hablar de verdaderos valores que son y están ahí (que no de disvalores) y vivirlos, que de eso se trata. Los factores son tantos y tan cortos nuestros medios, pero tan grande nuestro afán como nuestra esperanza... ¡Adelante sin miedo! Un abrazo.
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