Andábamos con Cernuda, ese molesto autor, del que leer La Realidad y el Deseo,
libro largo… ¡mira que ponernos a leer!
Remachan con un correo, vea que es verídico
lo que digo: este suceso pudiera tener aire de chascarrillo chusco de
consecuencias graves, pero no lo es, ni tampoco hipérbole. Dicen sobre la
lectura de Cernuda:
A propósito de la lectura recomendada de La
realidad y el deseo de Luis Cernuda, puesto que es la obra completa del
autor con once libros y ante las peticiones de selección por parte del
profesorado, hemos convenido en sugerir (pero no fijar) una antología básica
con 39 poemas (simbólico número) para una aproximación a estas obras completas
en verso de Cernuda. Todo ello sin menoscabo de que pueda trabajarse en el aula
con cualesquiera otros poemas de La realidad y el deseo. Esto atañe
especialmente a las cuestiones 1 y 5.b. Por ello, os adjuntamos un documento de
la ponencia con la relación cronológica de poemas seleccionados a partir de sus
distintas obras y otro, elaborado por el profesorado de Lengua de 2º de
bachillerato del IES Sta. Catalina, con la selección de los mismos.
¡Hermoso, sin duda…! Muy hermoso. También
es la confesión de parte que la primera pregunta y la 5b son
parientes y se encaminan al “comentario”, pero están separadas por las
preguntas 4a y 4b y 5a… “¿Y eso?”. Lo ignoro, señorita: lo vi… y callé,
que todo no se puede decir.
Un profesor de instituto, al final de la
coordinación, resume que, como todos sabemos, de lo que hablamos es de cómo
adiestrar a nuestros alumnos para que superen lo mejor posible un examen.
Todo un curso pasamos para ello y en ello. No se trata, insisto, de enseñar y
aprender, sino de repetir unos mismos ejercicios, que en poco mejorarán a la
persona que es el alumno (¿pero de qué me está usted hablando…? ¿De mejorar
qué?), que tampoco le aportarán más gozo, más conocimientos… Al final, ya
ve: donde todo vale es porque, en realidad, nada tiene valor alguno.
De profesores de materias dignas hemos pasado, sin darnos cuenta, a
adiestradores, amaestradores de animales, unos dignos domadores de adolescentes
que saltarán por el aro…, aunque aún no sepamos bien si el aro tendrá o no
fuego o cómo será su diámetro, pero no se preocupe porque con el paso del
tiempo lo averiguaremos, “si con barba san Antón, y sin ella: la Purísima
Concepción”, y quiera Dios que su hijo, su alumna, no se chamusque en el salto.
Voy terminando. Seguro que en la escalera
de su casa se levanta un acta: es una comunidad. En su club deportivo, cuando
hay asamblea, se levanta un acta. ¿Le parece razonable que en la coordinación
de la selectividad no se levante acta alguna? Hay un orden del día, pero no se
levanta acta de lo allí hablado. Supongo que no está previsto ni tampoco
convendrá que queden para la posteridad los disparates allí expuestos y
debatidos.
Y como dicen los toreros. Que Dios reparta
suertes. VALE.
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