En los años 70, con la muerte de
Franco en medio, la novela española pasó por un bache de indecisiones donde obras
relevantes, La verdad sobre el caso
Savolta, por ejemplo, pasaron desapercibidas. Todo el personal lector de
narrativa estaba profundamente interesado (?) en averiguar qué sucedía con
quienes fueron ministros de Franco, cazaron o pescaron con él, o fueron a
comprar gambusinos…, memorias intrascendentes que llenaron los escaparates de
las papelerías de mi barrio y de la librería que había: aún recuerdo portadas
de aquella época de la editorial planeta…
La literatura de quiosco que
siempre alimentó mucho, con mayor o nula calidad literaria, entretenía a una
inmensa mayoría de lectores que rondaban a veces el analfabetismo: recuerdo mirar
a abuelos que leían Marcial Lafuente Estefanía e iban pronunciando con los
labios lo que leían con una cadencia rítmica de tartamudos. Alguna vez conté
aquí que, de entre los amigos, los había que eran aficionadísimos a los tebeos
de acción bélica o de héroes americanos: Spiderman, Superman, la Masa… Entre
ellos se colaban El Jabato, El capitán trueno, etcétera, etcétera…
Pues bien, de esta época son dos libros, que compré en un puesto de la calle y que
tengo, de un autor que yo creía desconocido para el común de los mortales: Sven
Hassel. De aquellos años son las dos novelas: Los panzers de la muerte y Gestapo.
Los leí con gusto y no solo una vez, sino más de una… Estos libros, como los de
Marcial Lafuente Estefanía, y una colección que heredé (más desencuadernada que
la cama que de un loco) de Karl May (¡un alemán!) eran libros que leía para
“desengrasar”, digamos: me cansaba de leer obras “serias”: la generación del
98, la generación perdida, el realismo ruso, los clásicos del Siglo de Oro… (ya
por entonces, al tomar nota de lo que iba leyendo, lo que empezó siendo una
afición, pasó a ser un quehacer, un trabajo… y ya la lectura no era medio que
me relajara, sino un oficio: oficio de lector entre tinieblas que, por cierto,
rentaba entonces exactamente lo mismo que hoy: nada).
Hace no mucho… en una librería de
viejo vi un libro de Hassel, Comando
Reichsführer Himmler, y lo compré no sin cierta vergüenza: que leyera esto
en los 70 tenía un pase, pero leerlo cuarenta años después… era limpiarse en
los cortinones…, pensé. En fin, que lo compré, y estos días pasados de
asueto-trabajo, con la misma meta que antaño, “desengrasar”, me he leído antes
de dormir el citado libro que compré en Madrid.
Internet es la ruina de quienes
somos incapaces de poner coto a nuestra studiositas…
y más aún a los viciosos de la curiositas.
Si se busca Sven Hassel… uno queda
anonadado: quien yo creía un desconocido descubro: no era alemán, es dudoso que
luchara en la Segunda Guerra Mundial, lo escrito no es histórico, vivió durante
años en Barcelona, etcétera etcétera… Algo de todo ello, no recuerdo cómo ya lo
averigüe en parte, pero ahora me he detenido un poquito a mirar en la red y leo
un artículo muy ilustrado donde el lector que quiera satisfacer su interés podrá hacerlo en una fuente,
entiendo, que fiable, y amable.
Así pues, mi amigo Sven Hassel a quien
yo creía que no conocía ni Blas, autor de segunda fila, de unas novelas de
guerra escritas desde el bando alemán, por un tipo de una compañía compuesta
por unos cuantos dementes antinazis que luchaban y luchaban y luchaban… ¡vendió
millones de ejemplares! Asombroso. Vivió en España… en fin: les remito a ese
artículo de arriba. Pero así se escribe la Historia: este alemán, Sven Hassel,
era danés y se llamaba Børge Willy Redsted Pedersen; Karl May no pisó nunca el
oeste americano…, no era yanqui, y tampoco ese era su verdadero nombre, sino:
Karl Hohenthal; y para completar el cupo, y por no seguir, averiguo que nuestro
Lafuente Estefanía: se llamaba Marcial Antonio Lafuente Estefania…, aunque
también firmó libro con el pseudónimo de Tony
Spring, Arizona, Dan Lewis o Dan Luce y para las novelas
rosas María Luisa Beorlegui y Cecilia de Iraluce; y encima los reyes
magos resultaron ser los padres… ¡demasiado lejos hemos llegado con este minado
campo de confusiones! ¡Jo qué tropa!
Lo que sí que compruebo ahora, en
la lectura de esta obra, Comando
Reichsführer Himmler (que es de las más flojas
de su autor, leo), es que la traducción o el texto, desde el punto de vista de
su calidad literaria, es penoso: hay cambios de puntos narrativos
injustificados, elipsis que no se las salta un torero con alpargatas nuevas,
construcciones sintácticas inverosímiles… Y el contenido, sus argumentos, las
peripecias de los protagonistas, etc. solo son creíbles para un adolescente o
un rendido admirador de la novela de guerra… y de este autor, ¡pero
literalmente divierten!
Cierro con un comentario que no
recuerdo que estuviera en las otras dos novelas citadas arriba y que ya tenía:
el autor copia unos textos sacados de donde quiera que sea y firmados,
supuestamente, por Himmler (¡que vaya usted a saber!) y tras esto y antes del
capítulo propiamente dicho -que va titulado- introduce unos textos… que me da
la impresión de que pretenden revestir de autoridad histórica lo que sucede
tras ellos… Sin duda es un viejo ardid estructural, pero se puede considerar un
esfuerzo del autor para convencer a sus lectores de que él fue protagonista de lo
que viene detrás…
Si usted tiene ganas de leer una
novela que le dejará la cabeza a la misma temperatura que tengan sus pies…,
puede pasar un ratico agradable, si le gusta el género, con Sven Hassel o como
se llame.
Internet es papá quebte dice “la verdad”. Interesante post, charlie.
ResponderEliminarComentaré esto de las entradas "interesantes", "leídas", "ignoradas", "buenas" o "malas"... desde mi ignorancia sobre algunos extremos. Como premisa te adelanto: "Toda entrada o post, o como lo llamen, sobre libros tiene menos visitas que cualquier otro asunto sobre lo que escribo", por lo que deduzco que los libros nos interesan MUCHÍSIMO a unos POCOS.
ResponderEliminarGracias por tu comentario. Un abrazo,