10 de abril de 2018

Ortega, Zubiri… la Universidad, su endogamia y el nepotismo ¡y los políticos!


   


Alguna vez los más ilusos, entre los que me encuentro, pensamos que la Universidad de la que hablaba Ortega existió en algún sitio. Era y es falso. La Universidad en España, permítanme la generalización, y en Iberoamérica, dicen, que dos tazas más del mismo caldo, fue siempre un nido de endogamia y nepotismo.

Es cierto que quien no tiene padrino no se bautiza, pues en la Universidad quien no tiene quien lo patrocine, más vale que se busque las habichuelas por otros derroteros. “¿Tienes quien te eche una mano?”, me preguntaban hace años… “Si no lo tienes, no inviertas tiempo en ello…”. Cuantos conocemos algo de la Universidad siempre nos sorprendió la expresión, que solo conozco en ese ámbito, de “Este año sacan mi plaza”. En ninguna otra supuesta oposición le sacan a uno su plaza, sino que sacan ocho, cien o mil… plazas para cuantos deseen optar a ella. ¿Acaso no es posible optar a mi plaza? Sí, en la Universidad es posible que otros supuestos opositores opten a mi plaza, la plaza que se habilitó para mí, pero ya saben que al firmar la oposición tienen pocas posibilidades (por no decir que nulas) y, en muchos casos, ni siquiera llegarán a presentarse, pues mi plaza tiene y lleva mi nombre y, salvo craso error, ningún otro se quedará con ella.

Hace no mucho me decía con rabia un antiguo alumno, hoy en condición de tal en la Universidad, que había oído decir a algunos de sus nuevos profesores que quienes nos ocupamos de las enseñanzas medias somos unos tuercebotas, perezosos, ignorantes, etc. ¡y es posible que lleven razón!: sociológicamente de todo debe haber en la viña. No obstante, quienes ahí estamos sí hicimos una oposición verdadera y algunos sin ningún punto como interinos. Copio: “Según un estudio de 2006 del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC ), el 93,3% de aquellos que obtuvieron una plaza en un departamento universitario entre 1997 y 2001 en España ya trabajaban en ese mismo centro antes de que se les fuera concedida. El 70% de los profesores titulares de universidad se presentaron al concurso como candidato único”;  sobre la universidad: “en noviembre de 2014, El País analizaba: La endogamia alcanza al 73% de los docentes”.

Cristina Cifuentes me trae al pairo. El justiciero vengador de Cristina Cifuentes…, el conocido como profesor P., y también me la trae al pairo, porque seguro que nos puede contar suculentos detalles de cómo se incluyó en el departamento de Sociología o al que perteneciera y, a su vez, en la Universidad. ¿Cuántos firmaron su plaza?

Los políticos en España, ¡en general!, suelen ser personas de partido, alevines, cadetes, jóvenes que siempre tuvieron por profesión el partido. En este se labraron un porvenir a base de poco esfuerzo, mucho estómago, tino al elegir a los compañeros de viaje y nulos escrúpulos al pulirse a camaradas de partido y, por supuesto, sin invertir tiempo en acabar las carreras que empezaron o que pensaron empezar: sus nombres están en las cabezas de todos y pueden mirar en los currículos de los padres de la patria: algunos solo conocen, repito, como profesión, el partido. Estos profesionales (?) buscan los agujeros de la Universidad donde también medran, enredan, respiran... ¡peces en estanques pertinentes!

Alguien se puede preguntar qué pintan aquí Ortega y Zubiri. Pues miren… esta vez les voy a enviar a leer: quien lo quiera averiguar que lea Zubiri. La soledad sonora de Jordi Corominas (TAURUS) y la biografía de Rockwell Gray, José Ortega y Gasset. El imperativo de la modernidad (ESPASA-CALPE) y quizá se sorprendan cómo este logró que su discípulo, aquel otro, el cura díscolo, alcanzara la plaza en esa maravillosa y límpida de toda mácula, que era la universidad Central de Madrid… 

2 comentarios:

  1. muy bueno. Yo vine de Pamplona, pero tenía padrinos. Peor son las madrinas.

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  2. Cuando escribía me acordaba de usted..., profesor. Ya hablaremos de esto personalmente. Yo tuve una vez una madrina para ingresar en la Universidad, pero era tan débil tan débil que fue vencida por EL PADRINO. Esas luchas, entendí, también se daban y comprendí que siempre gana el CAPO DEI CAPI... ¡Como en la vida misma!

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