5 de mayo de 2015

267-CHARLIE- SALIDA 49-MASCULINO, GÉNERO NO MARCADO




ELLOS están AGOTADOS.


         Me lo cuentan y estoy por no creerlo. Un profesor de Lengua en un Instituto de Secundaria explica en un claustro –cerca de 60 profesores asisten- que el uso del masculino y el femenino (los niños y las niñas, los alumnos y las alumnas, los tutores y la tutoras…), tal y como la Academia de la Lengua sentenció, es un solecismo (un disparate gramatical). Además este disparate arranca de un inequívoco presupuesto ideológico que debe ser ajeno, lógica y evidentemente, a todo centro académico público, que debe anteponer la corrección gramatical a dudosos cambalaches y chalaneos ideológicos, al menos en todos los documentos que representen a la comunidad, aunque cada uno en su casa puede llamar a sus hijos y a sus hijas, a sus niños y sus niñas…, a sus perros y a sus perras… como le brote.

         Expone el profesor que decir padres y madres, tutor y tutora, alumno y alumna, etc. no solo es innecesario en español (y toda lengua tiende a la economía verbal) sino que es tan incorrecto como afirmar que el Latín carece de nominativo, que La Piedad del Vaticano es de Alonso Cano o que la V=E·T… Tan absurdo son unos dislates como otros. Ningún profesor mueve un músculo: ¿se habrán creído que el nominativo no existe en latín, que La Piedad…? Silencio en el tendío.

         Más silencio entre el profesorado. Alguien acude a la socorrida corrección política (de origen marxista, aunque la inmensa mayoría lo ignora) como comentario general que se recibe también con silencio. Se afirma que hay una ley –sepa Dios cual- que obliga al uso no sexista de la lengua. La ley está recogida en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía - Boletín número 126 de 5/12/1992 (que ignoro si se cita así ni, como comprenderán ustedes, visto lo visto, tiene la mayor importancia).

         Cuando se afirma que el género no marcado en español es el masculino lo que se quiere decir es que al afirmar, por ejemplo, “mis alumnos” se habla de ellos y ellas; que cuando hablo de “profesores”, hablo de profesores y profesoras, pues ese masculino nos incluye a varones y hembras… ¿Dónde está el sexismo? Se pasa entonces a la visualización de la mujer por medio del género en la lengua. Sale a la plaza defendida la postura por una profesora. Murmullo general equivalente a silencio general.

         El director sentencia: “Vamos a ser políticamente correctos” y sigamos con el dislate.

         El profesor piensa: ¿se puede bajar la nota a los alumnos que hagan un empleo horrendo de la lengua, al hablar al escribir al…? ¿Se le puede bajar la nota a un alumno si comete faltas de ortografía… si el propio Centro, donde debiera aprender a hablar y escribir con corrección, admite a calzón quieto, y a sabiendas, las incorrecciones?

         Ni una pareja de vencejos hace primavera ni una anécdota categoría, pero es una pequeña muestra de lo que ocurre en la enseñanza española: no le den más vueltas. Esto es un síntoma más del relativismo, la indiferencia, la indolencia, la incuria, la dejadez… que campa en los Centros entre Administración, padres, profesores y alumnos. ¿Qué más da?

         ¿Para qué enseñar lengua?, se puede preguntar nuestro profesor. ¿Merece realmente la pena?
Profesor agotado.

1 comentario:

  1. De siempre, Antonio, esta tragedia humana, la que se descubre cuando dos estratos vitales, como en este caso lo son el ideológico y el normativo, muestran su irreconciliabilidad, se resolvía con la comedia... la razón, tal como te empeñas en usar, culmina en el agotamiento...

    Un abrazo.

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