Quienes
me sigan con cierta frecuencia saben que una de mis convicciones es que todas las opiniones no son respetables, como sí lo pueden ser quienes las
defienden, hasta que puedan dejar también de serlo. No sabría decir cuándo leí
por primera vez Luces de bohemia, ni
cuántas veces la habré leído, y muchas de las obras de Valle –ignoro cuántas-
después. Dicho esto opino que una de
las mejores obras de teatro del siglo XX español, para mí, sin duda es Luces de bohemia.
Es
una hipérbole afirmar que cada vez que la leo saco reflejos o ideas nuevas,
visiones o conclusiones que ignoraba –esto sucede ordinariamente con libros con
más páginas y más recovecos-, pero no es falso tampoco que de vez en cuando,
sobre todo cuando me centro en el comentario de alguna escena o trabajo algún
texto en particular, hallo en esta obra perspectivas novedosas que dan brillos
que se agradecen.
Ignoro
cuántos entendidos, críticos, etc. se habrán acercado a Luces: supongo que muchos y más aún aficionados (o partidarios, que decía un amigo mío)
como es mi caso, sin embargo, para mí el gran entendido de la obra de Valle es
Zamora Vicente, pues en casi todas las ediciones que tengo comentadas es él
quien se dedica a ella, es por esto que, cuando pude hacerme con La realidad esperpéntica (APROXIMACIÓN A «LUCES
DE BOHEMIA»), del mismo autor, sabía que no encontraría grandes novedades,
pero que pasaría un rato amable de la mano del conocido académico. Me
equivoqué: surgen ideas para mí novedosas entre las líneas de este libro y
entre ellas la figura de un autor de segunda fila desconocido para la mayoría,
supongo, Salvador María Granés, que será, junto con otros autores de su estilo
y cuerda, quien prepare el camino del esperpento. Serán sus parodias de obras,
digamos, serias las que son
antecedentes del esperpento vallinclanesco. Tantos y tantos autores que generan
el humus necesario para la aparición extemporánea del esperpento, incomprendido
por el público, por los empresarios teatrales de su momento y que no se
estrenará en 1970. Valle, obvio, no la vio representada, salvo en su imaginación.
En
esta obra de Zamora Vicente se hace un estudio de los cambios que introduce Valle
en Luces a lo largo del tiempo y en
las distintas ediciones.
Disfruto
de los comentarios, pero reconozco que cada vez más me agrada sin más llegarme por las obras… Todo ensayo si
lo es de verdad, y bueno, es creación literaria, pero el comentario sobre
algunas obras, llega un momento, que está de más: uno quiere, como en el cine,
que pasen ya los anuncios de películas, los anuncios de nuevos estrenos y
empiece… de una vez… la función. Pues le invito, una vez más, a que se acerque por Luces de bohemia; no es necesario que me lo agradezca.
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