27 de mayo de 2015

Whitman, Walt: HOJAS DE HIERBA



         Quiero recordar que la primera vez que oí hablar de Whitman fue en alguna clase de literatura donde alguien relacionó su homosexualidad con la de Lorca: no me interesó lo que escuché y dejé que el agua corriera. Fue más tarde cuando en un puestecillo callejero compré algunos de los libros sueltos que recogían partes de sus Hojas de hierba: no tenía entonces dónde leer sobre la obra, sobre las partes de esta, sobre el propio Whitman… (¡qué no debemos agradecer a la red y a quienes en ella nos informan e incluso nos forman!). No entendía que se vendieran “por partes sueltas”, digamos, Hojas de hierba. No recuerdo bien, pero creo que leí fragmentos de algunos de aquellos libros, poemas sueltos quizá, pero no los comprendí o no me agradaron o sencillamente no llamaron mi atención… Dichosos aquellos que tuvieron de continuo y a su alcance tutores, maestros, guías que les ayudaron y les ayudan por tantos caminos donde todo se bifurca, trifurca y queda abierto al albur de la ignorancia y la elección, con ellos, como escribió el autor del Lazarillo, fortuna fue parcial.

         La edición que manejo de Hojas de hierba es antigua. La compré hace muchos años y lo hice al hilo de una película: El club de los poetas muertos, donde los protagonistas, al hilo de lo enseñado por el profesor Keating (Robin Williams), recitaban el poema que Whitman dedicó a la muerte de Abraham Lincoln: “¡Oh capitán, mi capitán!”… Sugerente película la de ese club, pero esa es otra historia.

         Los años han pasado… Cuando Whitman edita su libro se produce como en tantas otras ocasiones una quiebra, una ruptura, debido a la novedad con respecto a lo anterior inmediato y a lo establecido en ese momento… un verdadero escándalo. A la par que leo su obra, leo una biografía sobre Whitman de Jerome Loving, de la que ya escribiré algo en este blog cuando sea el momento.

         Se me antoja Whitman como sus poemas mismos: excesivo, vitalista, expansivo, extravertido… Él, como el mundo que canta en sus poemas, es lozano, adámico, felicitario, optimista, inclusivo... positivo, fresco, amable… Él quiere identificarse en sus poemas con la totalidad y canta a todos y a todo. Nada de lo creado es malo o se le antoja, en cuanto ser, malo. Parece que Whitman estuviera junto a Dios en el momento en que, al crear el mundo, todo le pareció bueno, amable, esplendente.

         No son pocos quienes afirman que Whitman probaba la realidad eficiente de sus poemas leyéndolos en voz alta y que así le gustaría que fueran leídos, mas ¡ay! soy incapaz de hacerlo en la lengua que se crearon, ¿tendrán la misma eufonía en español que en inglés? ¿Sonarán hoy como ayer? Lo ignoro. Lo siento. No tengo con quien contrastar esta realidad. Quien lo sepa, si puede, se le agradece que aporte sus conocimientos.

         “Yo acaricio la vida en todas partes” afirma el poeta en uno de los poemas… Frescura, libertad, ansia de totalidad. Me recuerda a nuestro Jorge Guillén, si bien, este es más inmediato, no tan ¿grandilocuente?, no tan excesivo como el poeta americano.

         Es posible que algunos poemas, para algunos espíritus, sean excesivos, y estén próximos a la irreverencia, pero no creo que fuera en absoluto la intención de quien llaman el primer poeta genuinamente americano. Entiendo que siguió el camino trascendentalista que Emerson abrió, se valió del empujón notable que este le dio y así Walt Whitman continúo su camino poético que hoy leo con agrado en un mundo que no siempre se nos antoja bien hecho, pero que se agradece mirar así también de vez en cuando
Mira tú por dónde, charlie, que me extrañaría que esta rubia leyera al viejo Whitman...

3 comentarios:

  1. No leo nunca poesía.
    Pero con lo que tú dices, quizá me atreva, Antonio.
    Bueno, leí algo en la carrera y en los cursos de doctorado.
    Supongo que es una laguna grande y grave, ¿no?

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    1. Mi querido amigo: casi todo cuanto sé de Informática con mayúscula cabe holgadamente en un celemín de trigo. Hace muchísimas entradas que no marco a quienes cito en el blog. La verdad es que me arrepiento porque luego tengo que rebuscar…, pero ignoro absolutamente cómo se produce el resultado que tú buscas.
      Si fuera posible, me gustaría cambiar un poquito el aspecto del blog. Los entendidos me dicen que es poco atractiva, pero siempre pienso que es posible que así sea, pero no lo es menos que, como en las tiendas antiguas, el orden de los productos no se adecuaba al márketing de éxito, quizá no fuera una colocación racional ni cómoda, pero era eficaz para el cliente que siempre hallaba la salsa musa en el mismo sitio, para el mismo bollo y la misma caballa… ¡a ver! Ya veré si me lanzo este verano de la mano de Daniel, mi socio para estos casos.

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  2. Una pregunta sobre blogs, Antonio, ¿qué has hecho para que aparezcan las palabras más comunes en tu blog, de manera que salga en más grande la que utilizas más?

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