17 de marzo de 2013

¿Sigue estorbando Vargas Llosa?



         Estimado señor anónimo:



         No se equivoca usted, y se ve que me conoce. Acierta de pleno cuando afirma que, al escribí en mi anterior entrada que había meditado y estudiado el artículo de Vargas Llosa, tenía mucho más guardado en mi jaque y más aún en mi tintero.

         Además de la fantástica realidad sobre la que ya escribí, la curiosidad y la atención con que los ateos siguen cuanto ocurre en la Iglesia católica, observo que suelen hacerlo siempre con gesto torvo y molesto, cansino, con un afectado mohín de fastidio y hastío, se me antoja. Y añado, porque lo ignoro, de dónde nace ese su afán proselitista y pontificativo desde un alto sitial al que ellos solitos se encaraman y desde el que evacuan lecciones magistrales y lanzan anatemas y excomuniones contra los creyentes y su Iglesia. ¿Quién les otorgó esa supremacía moral? ¿Acaso ocupamos los creyentes, por serlo, un estadio inferior a quienes no lo son? ¿Acaso se nos desea reducir en todo el mundo a la condición de perseguidos, como ocurre en muchos países? ¿De dónde nace esa mirada compasiva hacia los creyentes? Creo que el desparpajo con que parlotean estas personas se debe a que actúan desde las tinieblas de las que son hijos, como Cristo afirma en el Evangelio. La luz en que deseamos vivir los creyentes, sin embargo, parece que nos recorta derechos lealmente adquiridos. El mandamiento del amor al prójimo nos manda andar con la mejilla por delante ¿para que los incrédulos de toda laya nos partan la cara… o algo así? ¿Qué fue del celo por la casa, por el hogar del Padre? (Sal, 69:9). En el libro de BenedictoXVI sobre la belleza se da cuenta de ello.

         A mí, que anduve con bastante desparpajo, y con la animosa alegría de saberme hijo de Dios, el ateísmo, muchos ateos –hoy hablaba con uno- se me antojaron siempre una realidad absurda y prehumana que, a estas alturas del neocórtex, solo emiten síntomas patológicos de autojustificación, aunque ciertamente lo suyo tiene mucha literatura y pintoresquismo; algo tiene, alcanzo, de bárbara brutalidad grosera. Las lecciones, mi estimado don Mario, las tomo de quien quiero y de quien considero que puede darlas, que en esto y en su caso no vienen al pie, mi estimado novelista.

         Ser duque de Monfort da derecho a ser duque de Monfort, pero no, en los tiempos que corren, a tener derecho de pernada. Ser premio Nobel de Literatura da derechos, pero no a opinar sobre todo y, además, a hacerlo con la autoridad y la legitimidad de índole alguna. Sólo Vargas Llosa se autoconstituye en autoridad moral para opinar y dar indicaciones sobre lo que la Iglesia debiera hacer, pero no contento con ello, juzga. La Inquisición -¿realmente más de cuatro han leído sobre ella?- tenía sus limitaciones, como todo ayer y como todo hoy, pero instruía sus causas, sin embargo, hoy muchos, cuando opinamos sin que nadie nos pregunte, sin que nadie nos haya dado vela en el entierro y en la casa de los demás, nos constituimos en el juez único, apoyado en la legislación de nuestro capricho, y dictamos sentencias sin más ton ni más son que el del tonto, quedando en ridículo, tal y como le sucede a don Mario, que ha hecho un ridículo de lobo feroz disfrazado de cerdito imprudente.

         El artículo de don Mario tiene como todo buen artículo morcillero (Umbral dixit) una introducción y una conclusión que lo atan por el comienzo y el fin, siendo el resto puro relleno al gusto.

         Y vayamos por partes.

         Es lógico que escribidor de tan alta alcurnia intelectual nos mire desde ella. Ve en la Iglesia una institución meramente humana -en su caso no puede ser de otro modo por carecer de fe- que hizo aportaciones excepcionalmente positivas a la humanidad. Para don Mario a esta suerte de aristocracia intelectual y de estirpe pertenecía el Santo Padre, hoy emérito, Benedicto XVI. Ignoro desde donde escribe el peruano su invectiva porque bien puede hacerlo desde la altura de Nueva York donde tiene un apartamento, quizá desde Londres donde tiene otro o desde Marbella donde tiene casa… Desde esas alturas es complicado ver en el Papa, o en el humilde creyente, a las personas que se deja la vida por sus prójimos: la cruz es escándalo para los gentiles, lo escribió san Pablo. Da igual: No es un problema de argumentos, de datos objetivos, de cantidades concretas y verificables… No pretendo convencer a don Mario de nada, pues no debe intentarse con quien no desea convencerse, sencillamente hago ver que él tiene una visión sesgada, miope, degradada, paupérrima de la Iglesia y de los creyentes. Sencillamente es un mentecato en este ámbito. Un ciego que ni ve ni desea ver.

         Me pregunto, sin embargo, de dónde le vendrán a este hombre tan altos conocimientos sobre la historia de la Iglesia y sus papas. Me coge este su artículo por la página 630 de la Historia de la Iglesia y se me antoja difícil averiguar realmente si, como don Mario aventura, Benedicto XVI es uno de los primeros de clase: “seguramente uno de los Pontífices más inteligentes y cultos que ha tenido en toda su historia la Iglesia católica”, escribe; me temo que es caramelo envenado. Esa afirmación, como diría Plinio, no el guardia de Tomelloso, el de García Pavón, sino Plinio el Viejo… o te lo ha dicho un rinoceronte o tú fuiste rinoceronte… ¡o te has pasado de hipérbole, compadre! Ya se ve que no solo los andaluces gastamos y gustamos de la exageración. Tampoco anduvo corto en la afirmación siguiente: “A Benedicto XVI le ha tocado uno de los períodos más difíciles que ha enfrentado el cristianismo en sus más de dos mil años de historia”; creo que don Mario no ha leído las actas de los mártires y ni siquiera ha visto Ben-hur… ¿Acaso no se acuerda del Poncio de la jofaina, el títere romano que se lavó las manos? La verdad, no parece haberse enterado mucho Vargas Llosa de los libros escritos por Benedicto XVI sobre Jesucristo y que dice haber leído -¿o es que realmente no lo ha hecho?-… ¿Habría momento más crítico para el cristianismo que el de Cristo crucificado con su Madre a los pies, junto a unas pobres mujeres, un muchacho –san Juan- y los discípulos haciendo mutis por el foro…? Don Mario, se me ha revelado usted como un hiperbólico escribidor perpetrador de trolas y trolones… ¡y eso no se hace! No se las cuaje, don Mario.

1 comentario:

  1. me parece muy bien, pero no olvides el dicho escolástico.....más hace el burro negando, que Santo Tomás ( aquinate ) probando...pues eso

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