Estimado señor anónimo:
No
se equivoca usted, y se ve que me conoce. Acierta de pleno cuando afirma que,
al escribí en mi anterior entrada que había
meditado y estudiado el artículo de Vargas Llosa, tenía mucho más guardado
en mi jaque y más aún en mi tintero.
Además
de la fantástica realidad sobre la que ya escribí, la curiosidad y la atención
con que los ateos siguen cuanto ocurre en la Iglesia católica, observo que
suelen hacerlo siempre con gesto torvo y molesto, cansino, con un afectado mohín
de fastidio y hastío, se me antoja. Y añado, porque lo ignoro, de dónde nace ese
su afán proselitista y pontificativo desde un alto sitial al que ellos solitos se
encaraman y desde el que evacuan lecciones magistrales y lanzan anatemas y
excomuniones contra los creyentes y su Iglesia. ¿Quién les otorgó esa
supremacía moral? ¿Acaso ocupamos los creyentes, por serlo, un estadio inferior
a quienes no lo son? ¿Acaso se nos desea reducir en todo el mundo a la
condición de perseguidos, como ocurre en muchos países? ¿De dónde nace esa
mirada compasiva hacia los creyentes? Creo que el desparpajo con que parlotean
estas personas se debe a que actúan desde las tinieblas de las que son hijos,
como Cristo afirma en el Evangelio. La luz en que deseamos vivir los creyentes,
sin embargo, parece que nos recorta derechos lealmente adquiridos. El
mandamiento del amor al prójimo nos manda andar con la mejilla por delante ¿para
que los incrédulos de toda laya nos partan la cara… o algo así? ¿Qué fue del
celo por la casa, por el hogar del Padre? (Sal, 69:9). En el libro de BenedictoXVI sobre la belleza se da cuenta de ello.
A
mí, que anduve con bastante desparpajo, y con la animosa alegría de saberme
hijo de Dios, el ateísmo, muchos ateos –hoy hablaba con uno- se me antojaron
siempre una realidad absurda y prehumana que, a estas alturas del neocórtex,
solo emiten síntomas patológicos de autojustificación, aunque ciertamente lo
suyo tiene mucha literatura y pintoresquismo; algo tiene, alcanzo, de bárbara
brutalidad grosera. Las lecciones, mi estimado don Mario, las tomo de quien
quiero y de quien considero que puede darlas, que en esto y en su caso no
vienen al pie, mi estimado novelista.
Ser
duque de Monfort da derecho a ser duque de Monfort, pero no, en los tiempos que
corren, a tener derecho de pernada. Ser premio Nobel de Literatura da derechos,
pero no a opinar sobre todo y, además, a hacerlo con la autoridad y la legitimidad
de índole alguna. Sólo Vargas Llosa se autoconstituye en autoridad moral para
opinar y dar indicaciones sobre lo que la Iglesia debiera hacer, pero no
contento con ello, juzga. La Inquisición -¿realmente más de cuatro han leído
sobre ella?- tenía sus limitaciones, como todo ayer y como todo hoy, pero
instruía sus causas, sin embargo, hoy muchos, cuando opinamos sin que nadie nos
pregunte, sin que nadie nos haya dado vela en el entierro y en la casa de los
demás, nos constituimos en el juez único, apoyado en la legislación de nuestro
capricho, y dictamos sentencias sin más ton ni más son que el del tonto,
quedando en ridículo, tal y como le sucede a don Mario, que ha hecho un
ridículo de lobo feroz disfrazado de cerdito imprudente.
El
artículo de don Mario tiene como todo buen artículo morcillero (Umbral dixit)
una introducción y una conclusión que lo atan por el comienzo y el fin, siendo
el resto puro relleno al gusto.
Y
vayamos por partes.
Es
lógico que escribidor de tan alta alcurnia intelectual nos mire desde ella. Ve
en la Iglesia una institución meramente humana -en su caso no puede ser de otro
modo por carecer de fe- que hizo aportaciones excepcionalmente positivas a la
humanidad. Para don Mario a esta suerte de aristocracia intelectual y de
estirpe pertenecía el Santo Padre, hoy emérito, Benedicto XVI. Ignoro desde
donde escribe el peruano su invectiva porque bien puede hacerlo desde la altura
de Nueva York donde tiene un apartamento, quizá desde Londres donde tiene otro
o desde Marbella donde tiene casa… Desde esas alturas es complicado ver en el
Papa, o en el humilde creyente, a las personas que se deja la vida por sus
prójimos: la cruz es escándalo para los gentiles, lo escribió san Pablo. Da
igual: No es un problema de argumentos, de datos objetivos, de cantidades
concretas y verificables… No pretendo convencer a don Mario de nada, pues no debe
intentarse con quien no desea convencerse, sencillamente hago ver que él tiene
una visión sesgada, miope, degradada, paupérrima de la Iglesia y de los
creyentes. Sencillamente es un mentecato en este ámbito. Un ciego que ni ve ni desea
ver.
Me
pregunto, sin embargo, de dónde le vendrán a este hombre tan altos conocimientos
sobre la historia de la Iglesia y sus papas. Me coge este su artículo por la
página 630 de la Historia de la Iglesia
y se me antoja difícil averiguar realmente si, como don Mario aventura,
Benedicto XVI es uno de los primeros de clase: “seguramente uno de los
Pontífices más inteligentes y cultos que ha tenido en toda su historia la
Iglesia católica”, escribe; me temo que es caramelo envenado. Esa afirmación,
como diría Plinio, no el guardia de Tomelloso, el de García Pavón, sino Plinio
el Viejo… o te lo ha dicho un rinoceronte o tú fuiste rinoceronte… ¡o te has
pasado de hipérbole, compadre! Ya se ve que no solo los andaluces gastamos y
gustamos de la exageración. Tampoco anduvo corto en la afirmación siguiente: “A
Benedicto XVI le ha tocado uno de los períodos más difíciles que ha enfrentado
el cristianismo en sus más de dos mil años de historia”; creo que don Mario no
ha leído las actas de los mártires y ni siquiera ha visto Ben-hur… ¿Acaso no se acuerda del Poncio de la jofaina, el títere romano
que se lavó las manos? La verdad, no parece haberse enterado mucho Vargas Llosa
de los libros escritos por Benedicto XVI sobre Jesucristo y que dice haber
leído -¿o es que realmente no lo ha hecho?-… ¿Habría momento más crítico para
el cristianismo que el de Cristo crucificado con su Madre a los pies, junto a
unas pobres mujeres, un muchacho –san Juan- y los discípulos haciendo mutis por
el foro…? Don Mario, se me ha revelado usted como un hiperbólico escribidor
perpetrador de trolas y trolones… ¡y eso no se hace! No se las cuaje, don
Mario.
me parece muy bien, pero no olvides el dicho escolástico.....más hace el burro negando, que Santo Tomás ( aquinate ) probando...pues eso
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