Querido R:
Recibo en un correo tuyo, un artículo de Vargas Llosa,
Mario para sus amigos, en el que se nos revela, por lo menos, para mí, como un
gran vaticanista, un gran estudioso de la historia de la Iglesia y un excelente
consejero que la Iglesia se pierde por su condición de ateo convencido, porque
cada uno es lo que puede, lo que quiere, lo que le dejan o, sencillamente,
aquello que más le interesa. (El artículo lo pueden ustedes hallar publicado,
¡cómo no!, en El País).
Entiendo que tú me lo envías apresurado y creyendo que
estas letras del peruano son causa laudatoria para el recién dimitido Benedicto
XVI, hoy Papa emérito; sin embargo, como no podía ser menos, el artículo no
tiene nada de encomiástico y es, sin más, un ataque a la Iglesia católica y sus
creyentes todos, con independencia del lugar que ocupen en la esposa de Cristo.
Para el incrédulo o el indiferente, para el ignorante
y el escéptico, la Iglesia puede asemejarse a la ONU, al FMI, a la OTAN, al
Real Madrid o el Barça, a Amnistía Internacional o a los Boys Scouts, mas para
quienes somos católicos y creyentes, con algo de formación, la Iglesia es la
Madre de todos y la Esposa de Cristo, es decir: una realidad con la que no se
bromea, un amor que, fruto de una fe y una creencia regaladas por Dios, inundan y
comprometen la vida de la persona toda… ¡y con eso no se juega, mi querido amigo, porque es algo más
que las cosas de comer! Ortega lo explicó. Es por ello,
que cuando a uno le mientan de mal modo a su madre, se la pone entredicho, se
la insulta…, pues eso: se le inflama la sangre y se hincha la vena del celo que
da el amor –que no de la ira- y uno, a duras penas se sujeta y calma, pues esos
primeros movimientos no están siempre a manos de los hombres, que decía el clásico,
y como ejemplo que le pregunten a Malco, que perdió la oreja en la detención
de Cristo en el Huerto de los Olivos.
El artículo del peruano se desliza entre los renglones con la
suavidad que le procura un artista de la palabra, entre la grandilocuencia
hiperbólica de algunas de sus afirmaciones, sus maldades sembradas con
desaliañado mimo, los lugares comunes y supuestas alabanzas a la Iglesia y al
Papa emérito: melcocha que envuelve veneno.
Comentaba Zubiri, no sin razón, que es curioso cómo
los ateos consideran que debemos ser los creyentes quienes debiéramos demostrar la
existencia de Dios; eso mismo pensamos los creyentes que deben hacer ellos, los
ateos; y a los agnósticos…, esos perezosos (me lo enseñó, con otras
palabras, un excelente profesor de Literatura) tanto parece darles que sea
blanco o más bien tirando a chocolate. Lo que es curioso, sin duda, pero tiene
su explicación, es la ocupación y preocupación animosa que muestran tantos
ateos por comentar lo que sucede en casa ajena y muy particularmente en al
Iglesia católica, cosa de la que con tanto ahínco se ocupa don Mario. En 1511
palabras que contiene el artículo, dos folios y medio largos, hablando del Papa
y de la Iglesia… ni una sola vez se cita a Dios… ¡Ni una vez! Esto ya nos da
idea de la visión que Vargas puede darnos de Dios y de su Iglesia.
Sentado esto, ya con calma, leído y meditado el artículo
perpetrado por Vargas Llosa, te diré que no me extraña en absoluto lo que el
peruano escribe. Su condición de ateo lo atiza, pero lo que promueve estos
escritos, las críticas acerbas contra quienes supuestamente ni les van ni les
vienen es el rencor contra la excelencia, mi querido amigo. Sí, así lo llamaba
Julián Marías, de él lo aprendí, y me parece ajustadísimo al caso. La
inteligencia es astuta y el soberbia levantisca y así se dice el sujeto: “Como
no puedo alcanzar la grandeza del otro, sus cualidades, sus virtudes, su
excelencia… y callar no puedo (me pagan por hablar y escribir, por opinar)
arremeto contra ello movido por la envidia, que da pie al rencor. Alabar al
otro supondría menoscabo de mi persona (¡YO QUE SOY TAN IMPORTANTE! Todos somos
importantísimos para nosotros mismos) y así Vargas Llosa nos lanza un fervorín penoso, una pesada
alicantina, una homilía amarga, pues en ella nada hay de amor, mas sí da de comer a quienes como él promueven estos aquelarres. Para
quienes tenemos dos dedos de frente, nos produce pena y lástima que una persona
de su supuesta calidad se rebaje al lodazal que ha escrito, donde hozan felices
quienes como él opinan: los rencorosos, los envidiosos, los resentidos, los desgraciados sembradores del
odio que no dan, sino coces contra el aguijón.
Muy bueno Monsieur Alcalá!!!!. De todos modos Vargas Llosa dice que se ha leído la spe salvi y la vida de Jesús de Joseph; yo creo que no se lo ha leído , el anacrónico es él...
ResponderEliminarConociéndolo seguro que tiene mucho más que decirle... Si dice usted que lo ha leído y meditado... Me gustaría saber el resto...
ResponderEliminarConocido común tenéis. Sería interesante que le hiciese llegar tu opinión como la suya a ti te a llegado por otro.
ResponderEliminarDisculpen que no haya contestado a los comentarios y que esté el blog un poco manga por hombro. Es la vida en rama empuja.
ResponderEliminarAl anónimo del día 10 le doy la razón con una continuación de la entrada anterior... ¡que aún tiene más hilos y más comentarios! Un texto de un premio Nobel no merece menos y su calidad y categoría los merecen. Si desea más... ¡Pídalos!
Al anónimo del 17, cuyo autor sí sé quién es, le pido perdón porque no sé si lo había firmado o como anónimo en esta página, pero al desear publicarlo se esfumó. Lo siento. Dani A. de. S. dice que solo contestan quienes tienen mucha clase y mucha altura moral que arranca de su conocimiento personal, del mundo, de su actividad y de su humildad... Ignoro si lo tienen de quienes usted me escribe. Con afecto a todos.