Cerraba mi anterior entrada hablando de
la pésima educación que recibió Isabel II…
Sería fácil echarle la culpa a su madre,
a María Cristina. Cierto que esta se desentiende de sus hijas habidas de su
matrimonio con Fernando VII y se centra en el quehacer de su nueva familia, la
que crea tras la muerte de su marido: un matrimonio morganático y secreto con
Fernando Muñoz –nueve, creo que fueron los hijos nacidos de esta segunda
unión-. Mujer inmovilista en la concepción política, cuando todo se movía;
ladrona de las joyas de la corona y de cuanto pudo confundir del Estado con lo
suyo; a la Regente, a la tal doña Cristina, hubo que echarla de España porque
no había empresa de envergadura en la que ella y su esposo, después duque de
Riánsares, no estuvieran nominalmente o por amigos interpuestos y obteniendo
beneficios: eso que ahora llaman eufemísticamente tráfico de influencias era un juego de niñas comparado con el
desmedido afán de lucro y riquezas de ella y su marido Fernando Muñoz.
¿En manos de quiénes queda la niña
Isabel, futura reina de España? Queda ella rodeada de una corte de aduladores,
oportunistas, chantajistas (el primero y mayor de ellos su marido, la Paquita)… ¡es la corte de los milagros
que llamó Valle-Inclán!
Leer los razonamientos que hace Isabel
II en sus cartas cuando era una niña, porque lo era, después, esta mujer
pueril, esta reina, que sigue siendo una niña tonta… es para hacerse una idea
cabal de lo que podía dar de sí en su vida toda y en particular en su reinado.
Me dicen que antes (cualquier tiempo pasado…) no teníamos faltas de ortografía
y que ahora es un horror… Isabel II no hubiera pasado del actual 4º de
PRIMARIA, y no exagero que conozco el paño: un verdadero galimatías, un puro
disparate en los contenidos, en la expresión, en la ortografía, en los
razonamientos… ¡Da vergüenza ajena leerlo!
¿Quedó ella libre de responsabilidad,
pues fue el entorno, las carencias impuestas, interesadas por parte de quienes
deseaban manejarla y manejar su reino a su antojo teniendo a una boba en el trono?
Supongo que esto no la exime en absoluto de responsabilidad y, por tanto, de
culpa.
¿Cómo es posible que se urdiera el
casamiento que le prepararon a esta mujer necia, con su primo carnal, Francisco de Asís María Fernando de Borbón y
Borbón-Dos Sicilias, cuando ella lo rechazaba por saber de su homosexualidad?
Isabel II desde su primer amante conocido, el
general Bonito, no dejó de tener amantes (varios de sus hijos no lo eran de
su marido, de hecho a Alfonso XII lo llamaban el Puigmoltó, pues tal era el
apellido del militar de ingenieros, creo, padre de la criatura y amante por ese
entonces de la reina)… Escribo: ella con sus amantes y su marido con los suyos…
y todos dando bandazos por la corte, en palacio, en el mismo palacio, en
habitaciones próximas… Cabestros todos por cornudos consentidos. Ambos, Isabel
y Francisco, los tuvieron hasta el final de sus días, ya separado el matrimonio
en el exilio francés… Espere un momento oigo: que a ello hay que añadir en el cuadro a los
espadones, los generales, los políticos, los banqueros, los embajadores de
Inglaterra y Francia como consejeros de la reina y de todos cuantos desearon
oírlos y escucharlos, el Padre Claret, Sor Patrocinio de las llagas…, que
asesoraba la conciencia de unos y otros; escritos al Papa pidiendo perdones y
súplicas y consejos, metidos en las camas de palacio amantes de uno y de otra…
¡España en estado puro!
Una
reina que no sabe reinar y dejar gobernar, unos políticos -¡grandes estadistas
casi todos, como lo son hoy los que padecemos!- que tiraban de la manta en la
dirección de sus propios intereses, un afán de lucro sin tasa, una corrupción
que arrancaba en los político y en lo económico desde el propio asiento del
trono y desde los lechos reales… Una España que se fracciona en guerras
salvajes entre españoles, guerras inútiles fuera de España, incomprendidos
internacionalmente como no podía ser menos… ¡España es diferente!
Pienso
que la obra de Burdiel pone muchas luces en lo que aún padecemos hoy, casi dos
siglos cortos más tarde… Sin duda alguna merece la pena dedicarle unas horas a
esta obra excelente y admirable. Muchas gracias a la autora y mi más sincera
felicitación.
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