4 de marzo de 2013

Isabel Burdiel, ISABEL II O EL LABERINTO DEL PODER (y II)




         Cerraba mi anterior entrada hablando de la pésima educación que recibió Isabel II…
          Sería fácil echarle la culpa a su madre, a María Cristina. Cierto que esta se desentiende de sus hijas habidas de su matrimonio con Fernando VII y se centra en el quehacer de su nueva familia, la que crea tras la muerte de su marido: un matrimonio morganático y secreto con Fernando Muñoz –nueve, creo que fueron los hijos nacidos de esta segunda unión-. Mujer inmovilista en la concepción política, cuando todo se movía; ladrona de las joyas de la corona y de cuanto pudo confundir del Estado con lo suyo; a la Regente, a la tal doña Cristina, hubo que echarla de España porque no había empresa de envergadura en la que ella y su esposo, después duque de Riánsares, no estuvieran nominalmente o por amigos interpuestos y obteniendo beneficios: eso que ahora llaman eufemísticamente tráfico de influencias era un juego de niñas comparado con el desmedido afán de lucro y riquezas de ella y su marido Fernando Muñoz.
         ¿En manos de quiénes queda la niña Isabel, futura reina de España? Queda ella rodeada de una corte de aduladores, oportunistas, chantajistas (el primero y mayor de ellos su marido, la Paquita)… ¡es la corte de los milagros que llamó Valle-Inclán!
         Leer los razonamientos que hace Isabel II en sus cartas cuando era una niña, porque lo era, después, esta mujer pueril, esta reina, que sigue siendo una niña tonta… es para hacerse una idea cabal de lo que podía dar de sí en su vida toda y en particular en su reinado. Me dicen que antes (cualquier tiempo pasado…) no teníamos faltas de ortografía y que ahora es un horror… Isabel II no hubiera pasado del actual 4º de PRIMARIA, y no exagero que conozco el paño: un verdadero galimatías, un puro disparate en los contenidos, en la expresión, en la ortografía, en los razonamientos… ¡Da vergüenza ajena leerlo!
         ¿Quedó ella libre de responsabilidad, pues fue el entorno, las carencias impuestas, interesadas por parte de quienes deseaban manejarla y manejar su reino a su antojo teniendo a una boba en el trono? Supongo que esto no la exime en absoluto de responsabilidad y, por tanto, de culpa.
         ¿Cómo es posible que se urdiera el casamiento que le prepararon a esta mujer necia, con su primo carnal, Francisco de Asís María Fernando de Borbón y Borbón-Dos Sicilias, cuando ella lo rechazaba por saber de su homosexualidad? Isabel II desde su primer amante conocido, el general Bonito, no dejó de tener amantes (varios de sus hijos no lo eran de su marido, de hecho a Alfonso XII lo llamaban el Puigmoltó, pues tal era el apellido del militar de ingenieros, creo, padre de la criatura y amante por ese entonces de la reina)… Escribo: ella con sus amantes y su marido con los suyos… y todos dando bandazos por la corte, en palacio, en el mismo palacio, en habitaciones próximas… Cabestros todos por cornudos consentidos. Ambos, Isabel y Francisco, los tuvieron hasta el final de sus días, ya separado el matrimonio en el exilio francés… Espere un momento oigo:  que a ello hay que añadir en el cuadro a los espadones, los generales, los políticos, los banqueros, los embajadores de Inglaterra y Francia como consejeros de la reina y de todos cuantos desearon oírlos y escucharlos, el Padre Claret, Sor Patrocinio de las llagas…, que asesoraba la conciencia de unos y otros; escritos al Papa pidiendo perdones y súplicas y consejos, metidos en las camas de palacio amantes de uno y de otra… ¡España en estado puro!
         Una reina que no sabe reinar y dejar gobernar, unos políticos -¡grandes estadistas casi todos, como lo son hoy los que padecemos!- que tiraban de la manta en la dirección de sus propios intereses, un afán de lucro sin tasa, una corrupción que arrancaba en los político y en lo económico desde el propio asiento del trono y desde los lechos reales… Una España que se fracciona en guerras salvajes entre españoles, guerras inútiles fuera de España, incomprendidos internacionalmente como no podía ser menos… ¡España es diferente!
         Pienso que la obra de Burdiel pone muchas luces en lo que aún padecemos hoy, casi dos siglos cortos más tarde… Sin duda alguna merece la pena dedicarle unas horas a esta obra excelente y admirable. Muchas gracias a la autora y mi más sincera felicitación.

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