Hoy,
día 22, murió hace muchos años un alumno que lo fue mío. La causa, terrible.
Hace más años aún, en algunos de sus libros, en sus clases y conferencias, allá
en los Estados Unidos de América, profetizaba el psiquiatra y creador de la
logoterapia, Viktor E. Frankl, que la primera causa de muerte entre la juventud
no serían los accidentes con vehículos a motor, sino el suicidio.
Cierto
que desde que leí esto ha pasado mucha agua bajo los puentes. Cierto que son
miles los alumnos que he tenido en mi dilatada carrera como docente, pero la
profecía del psiquiatra judío se ha cumplido.
Siempre
me pregunto, cuando llegan estas fechas de rememoración y tristeza, de dolor y
desgarro, qué movió a esos chicos a tomar esa irreversible decisión. Usted
sabe, lo habrá leído, que son muchos los muchachos que se suicidan en los
países de Oriente, Japón y Corea del Sur. Dicen que se les presiona mucho en
sus estudios. Dicen que se exigen mucho a ellos mismos. Dicen que la
hiperresponsabilidad atosiga sus vidas. Los chicos de Oriente también me
ocupan, pero el amor es ordenado y, por tanto, me ocupan más aquellos a quienes
tengo próximos, quienes son prójimos: el amor desordenado nunca es amor.
¿No
tuvieron el tino de hallar a la persona adecuada, a la persona que les pudiera
contestar sus preguntas? ¿No encontraron quien rebajara su tensión quien les
hablara de la hermosura de la vida, de lado luminoso de la existencia al que la
nada y la desesperación no llegan? MacIntyre afirma en su Historia de la ética
que somos éticamente kantianos: el deber ser nos paraliza y nos guía; la jaula
de hierro es la imagen que usara Max Weber en su La
ética profesional del protestantismo ascético para decirnos que
estamos atrapados y sin solución: no hay salida, el hombre no tiene salida, él
no la halla.
Vivir
es un aún no. El alma dormida debe recordar sin aspavientos ni
temores que el hombre va de paso. Está vivo y morirá. El estatuto propio del
ser humano es el de quien va de camino, el llamado status viatoris. La muerte segura, en este tiempo de misticismo
relativista, y opiniones necias a trochemoche, no admite cuarto a espadas. Usted
se morirá y yo no quedaré para simiente de rábanos.
Copio
un diálogo del genial Valle y de su no menos genial obra Luces de bohemia:
MADAMA COLLET: Otra puerta se abrirá.
MAX: La de la muerte. Podemos
suicidarnos colectivamente.
MADAMA COLLET: A mí la muerte no
me asusta. ¡Pero tenemos una hija, Max!
MAX: ¿Y si Claudinita estuviese
conforme con mi proyecto de suicidio colectivo?
MADAMA COLLET: ¡Es muy joven!
MAX: También se matan los jóvenes, Collet.
MADAMA COLLET: No por cansancio de la vida. Los
jóvenes se matan por romanticismo.
MAX: Entonces, se matan por amar demasiado la vida.
Es una lástima la obcecación de Claudinita. Con cuatro perras de carbón,
podíamos hacer el viaje eterno.
MADAMA COLLET: No desesperes. Otra puerta se abrirá.
Doctores
tiene la Medicina y habrá sesudos estudios –los hay, me consta- donde se
estudia desde el punto de vista sociológico y psiquiátrico el suicidio. Lo mío
es, como casi siempre, más de andar por casa. Hoy los chicos no se matan por
amor, afirma Collet, ni “por amar demasiado la vida”, como apostilla Max.
¿Acaso no dicen que estamos sitiados por los ninis? (Cuando me acuerdo de mi Nini de Las ratas, asociado, a estos pobres muchachos me da un vuelco el
corazón y la mente). Los ninis no se
suicidan, ¿o sí? Los ninis son tan
perezosos que no se aman ni a ellos ni a cuanto les rodea, pobres, ¿o no?
Pierden pie y no encuentran salida quienes no hallan el sentido, aquellos que
no tienen verdaderas razones para vivir. Recuerdo que Fernando Corominas - ¿qué
habrá sido de él?, me pregunto- solía hablar de su RAPOVERCA… Razones poderosas y verdaderas
de cambio… No cambiaré, no me moveré
mientras no encuentre el sentido de mi movimiento.
Dicen
que esta crisis occidental lo viene siendo desde hace años de valores… ¿pero de
qué valores?, me pregunto yo.
¿Por qué le llaman valores cuando lo que quieren decir es virtudes?
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