Me temo que hay momentos en los que un
ávido lector joven piensa que irá apurado, pero le dará tiempo de leer cuanto
le interesa, cuanto le gustaría en su vida, incluso aquello que se supone que
todo excelente lector debe leer: debiera de
leer (?), insisto. Cuando eso me ocurría, me extrañaba al leer críticas de
libros en las que quien comentaba decía lo flojo o lo mala que era la obra: “¿Por
qué lo ha leído entonces? –me preguntaba- ¿Por qué lo ha continuado hasta el
final? ¡Con la de libros buenos que hay por leer y este payo se entretiene en
los chuchos que le ladran en el camino!”. Me va a permitir que yo no explique
con detalle por qué leí este libro que participa de lleno en esta última
proposición.
Escrito a modo de diario-carta, Joe, un
soldado-asesino de vida solitaria, que se tiene por un buen hombre (?). Sin culpa por su parte, por una herencia
recibida, por ser hijo de quien es, este joven se ve inmiscuido en una Guerra
entre buenos y malos (?), que él
parece no haber ni elegido ni elegir (?), una Guerra que no afecta a todo el
común de los mortales, sino a esos dos bandos. Los buenos fueron esclavizados
en la noche de no se sabe qué tiempos por los malos hasta que lograron
emanciparse, pero los malos esclavizaron a otros pueblos que los buenos liberaron
y de ahí surgió la Guerra. Esta Guerra soterrada se da en un mundo actual,
entre esos buenos y esos otros malos que se asesinan entre sí y asesinan a sus
familiares (todos afectados por haber nacido en un bando u otro). El odio es el
motor de sus crímenes. Tanto los buenos como los malos tienen unas reglas en la
Guerra que se supone que cumplen, aunque el tal Joe, sin ser una excepción, las
conculca todas desde el primer momento porque tiene la capacidad de pensar (?).
Joe se tiene y se dice “un buen hombre”. Un asesino, pero, insisto, buen hombre
porque se supone que tiene una causa que no tiene clara. Mata por odio y
siguiendo la antiquísima ley del talión: Tú matas a mi hermano y yo pelo a tu padre, a tu hermana y a tu
abuela. De pronto, al cruzarse por la calle con una chica, se enamora perdidamente
de ella y decide que quiere cambiar de vida. Ella queda embarazada no teniendo
18 años y por esta causa (es uno de los mandamientos que se deben cumplir) el
hijo que nacerá de ella será entregado a los malos, formará parte del otro
bando. Perseguido por los malos y protegido por los buenos con la esperanza de
recuperarlo, Joe no se resigna a entregar a su hijo y su mejor amigo, Jared,
otro supuesto buena persona del supuesto bando bueno, lo mata. El hijo tenido
con Maria –así escrito- es llevado por los buenos para que los malos lo
conviertan en un asesino del bando de los malos. Su madre le escribe a su hijo
una carta en la que le asegura que irá a buscarlo y así el autor nos amenaza
con una segunda parte (el editor ya nos vaticina tres entregas).
La obra toda es un artefacto de una
simplicidad pueril. Un guión fácilmente adaptable a una película de serie B:
con muchos tiros, muchas huidas, con sangre y heridas que curan sin el bálsamo
siquiera de Fierabrás, con contrastes de tensión máxima y descripciones de
situaciones lentísimas y momentos de saltos en el tiempo y en la realidad
incomprensibles. Desde el punto de vista formal podríamos decir que utiliza la
técnica del folletón, dejando caer migajitas de pan que promueven en el lector
la curiosidad y, por tanto, el afán de seguir con la lectura. El lector
mínimamente culto hallará junto a la realidad de corte realista situada en
tiempos actuales, que el autor describe, un sinnúmero de realidades
incomprensibles, increíbles, a la luz de esa realidad en la que se mueven los
personajes y la trama. El autor, digamos, juega con dos barajas y así entra y
sale de su mundo de fantasía y ficción y cartón piedra para sacar y usar la
carta de la realidad más cruda y vil de un mundo sin entrañas cargado de
realismo atenazador.
La inconsistencia de la trama, dicho
sea con perdón, da grima; mas, insisto, esta novela tiene todos los subproductos,
los ingredientes, los mejunjes y los aditivos necesarios para hacer de este
folletón, tal y como plasma su editor en la portada, un genuino BEST SELLER.
Ojo: todo best seller no tiene por
qué ser una mala obra ni toda mala obra
un best seller. Sí afirmo que toda
novela que aspire a esa condición debe contener unos temas, resortes técnicos,
entramados, etc. que le den las posibilidades de alcanzar esta meta: ser de
liviana lectura y ligero de equipaje teórico, cierto barniz culturalista (ahora
filosófico-religioso-teológico-ascético-místico-enigmático-mistérico-y-no-sé-qué-más),
violento (con una violencia de maquinita de juegos y asesinados en pantalla y
de mentirijilla), ejercicios sexuales al alcance de cualquier conciencia sin
conciencia o conciencia relativista e inmoral o amoral.
En la novela para el lector y los
personajes –presumo que tampoco para el autor- el bien y el mal están tan
claros que no se sabe qué son. Sí es cierto que son relativos, pues los de un
bando y otro creen ser los buenos, es
decir: por ser relativos, da igual estar en un bando u otro. Eso se lo deben al
destino, por tanto los personajes no
son ni libres ni responsables ni sus vidas son propiamente humanas y dignas,
pero a estas alturas del comentario, digamos, ¿eso qué más da?
Algunas veces los personajes se
preguntan: ¿Cuántos son los buenos? y ¿cuántos son los malos? Se ignora: nadie
lo sabe. La Guerra se supone que acabará alguna vez, pero se ignora cuándo. Un
elemento más de la novela que queda en la irracional tierra de la fértil
imaginación del autor, que opta no atarse.
El origen de la lucha a muerte entre
los buenos y los malos es el cuento de blancanitos y los siete enanieves. Las
historias de sus pueblos, la esclavitud, su liberación, etc. no es eco de nada,
pues no creo que nadie se le ocurra hablar del pueblo judío a estas alturas de
la novela.
En dos ocasiones el autor afirma que
Joe rezó y también en otra Maria, ¿a qué? ¿o incluso fue a un quién? No hay
ningún Dios en la novela. Los dioses son una especie de superestructura que
mueve la noluntad de unas personas que solo tienen la apariencia de tales.
Salvo
causa mayor, conmigo que no cuenten para la segunda entrega.
Realmente este artículo me ha sido de utilidad.
ResponderEliminarAunque tendría que decir que alguno de los otros post de
otro día no me convenció tanto, lo de hoy me ha gustado mucho.
Un saludo
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