6 de febrero de 2012

A doña Valeria Kovachova en su segundo párrafo, 2.


          
           Continuamos con lo que estábamos...

         En el segundo párrafo, por donde sigo el comentario a sus letras, me pregunta usted o se pregunta o es una interrogación retórica ¿Será la primera vez que aparece esa atmósfera en el arte? Se refiere usted al ambiente más brutal que humano en que se desenvuelven los personajes de Sloboda. La respuesta, por obvia, innecesaria. ¿Acaso escribí yo que lo fuera? Sigue sacando de su jaula a leones que duermen plácidamente ajenos a los comentarios que usted hace a su puerta.
         Me pregunta esta vez sí a  mí: ¿No se hace usted la reflexión de que el propósito del autor puede ser precisamente presentar así a sus personajes, en una bandeja al desnudo ante todos y mostrar esa cara de las vidas humanas en blanco y negro para provocar que el animalesco que está en nuestros profundidades se vea reflejado y que a partir de allí reflexione y que cada uno haga con su vida lo que pueda? No conozco al autor en profundidad, salvo lo que usted cuenta de él al final del libro del que venimos hablando. Ignoro su intención tanto como usted, según me escribe, aunque que me parece aceptable sea la que fuere: sea o no de mi agrado, mi gusto, etc.. Insisto, esto no afecta a lo que afirmé: que los personajes que Sloboda, las vidas de las que nos muestra, han entrado en pérdida, como los aviones, y ya no son fácilmente recuperables, ya no se elevarán, se limitaran a arrastrarse: son vidas, reitero, más próximas a lo brutal, a lo animal, que a la vida digna que debe llevar una persona, PERO OJO, no estoy haciendo un juicio moral de los personajes: ni ellos son seres vivos, ni a mí me toca juzgar tal, yo solo, insisto, escribo que son personajes animalescos. El adjetivo me gusta y cité a quien lo usa con frecuencia: un catedrático de Zoología, no más. Ignoro a qué viene la defensa cerrada que usted hace de los personajes.
         A partir de la confusión entre esencia y existencia, a partir claramente de Kierkegaard, como su marido bien sabe de sobra, y usted, seguro también, el existencialismo salta a la Filosofía y antes de que plenamente la hallemos en los escritores de mediados de los 50 –entre extranjeros y náuseas, poco antes de las cantantes calvas- nos podemos encontrar con Kafka y su bicho… y, entre la niebla salmantina, con don Miguel de Unamuno… El hombre, ese hombre se halla ahí, está ahí, entre el ser y el tiempo… Repito, los personajes de Sloboda en esta novela, por lo que sea, para lo que sea… Sea como fuere: no muestran la vida digna de una persona porque han entrado en pérdida y ya sólo se limitan a mancillarse como Gregorio, el personaje metamórfico de Kafka.
         Como comprenderá, el número de mujeres que mueren en negro, según usted en su comentario, en España a manos de quienes sean…, permítame, excede el alcance de mi escrito y de mi blog con respecto a Sloboda. No obstante, si no me falla la memoria, le recuerdo que el único muerto que hay en el libro del que hablamos, es un hombre asesinado por la propia Ursula, su esposa, dicho sea de paso. Si Sloboda pretende o deja de pretender una novela existencial en blanco y negro para darnos una lección moral… me parece magnífico, pero en ello ni entro ni corto. Permítame, pero me parece una impertinencia intelectual su comentario. ¿Qué Kafka se refería a todos los seres malogrados, transformados por una sociedad que rechazaba, que…? No viene al caso: los personajes de Sloboda son lineales, simples, brutales, semejantes entre sí… Así los creó él, así lo escribió él, así lo tradujo usted, así lo comunico yo a los posibles lectores de mi blog para que tengan noticia. No más. El resto tiene mucho de distinción entre podencos y galgos… ¡y su cruce!: ¡¡un garabito!!

1 comentario:

  1. ¡Esto son aclaraciones! y lo demas, cuento.
    me motivan las contestaciones pararrafo a parrafo.

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