3 de febrero de 2012

A doña Valeria Kovachova, 1.


         Vaya por delante que la discusión y la polémica me son gratas siempre que lleguen a puerto, y no hay más puerto seguro que la verdad o el consenso de hallarse en una ensenada convincente, a resguardo… ¡donde seguir debatiendo hasta hallarla! Lo de la perra gorda para usted me pareció una dictadura dialéctica, conclusiva y guerrera que deja mal sabor de boca. Espero que lleguemos a lo primero y no se muestre lo segundo.

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         Como sabe el lector atento de este blog, hace unas entradas publiqué una breve crítica sobre una obra de Rudolf Sloboda que titulé: Nadie es un ángel, y sin embargo Uršul’a, Rudolf Sloboda. A esta entrada respondió, amable, la traductora de la obra, doña Valeria Kovachova Rivera de Rosales, y consideré pertinente publicar en entrada que no en comentario –siempre más oculto y enojoso de leer- lo que me pareció una crítica en buena ley a mi entrada. El lector puede hallar este texto En respuesta a la crítica hecha a NADIE ES UN ÁNGEL.
         No era mi intención contestar a este largo comentario, pero no me parece bien dejar a las personas con la palabra en la tecla o en la boca, por lo que le escribí a su autora que no tenía inconveniente en debatir sobre los comentarios que hicimos ambos y sobre la obra de Sloboda en sí, tal y como está publicada en España y de la que ella es responsable de la traducción, y sobre lo publicado en el blog, por ella y por mí. Y a ello voy.
         Si al lector no le resulta amable el debate, haga gracia de los textos referidos y a esto, y siga con buen viaje aquí, en otros blogs, o yendo a otras páginas que más le plazcan. VALE.
        
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         La entrada ideal de un blog, dicen quienes saben de la cosa, debe tener entre cuatrocientas y quinientas palabras. Las de mi blog suelen tener algo más, un folio, que es un exceso me dicen y corrigen. Escribo esto para hacer comprender que el comentario de una obra en un folio es una filigrana cargada de sugerencias y elipsis que requieren de buen entendedor y avezados lectores.
Doña Valeria lo es, sin duda.
         Cualquiera entiende que la traductora de la obra de un autor debe saber de éste mucho para acercarse al texto y, por lo tanto, cedo, en este sentido, todo el campo a doña Valeria.
         Por proceder con orden me quiero centrar en lo que ella me comenta y lo haré por el final, que debió ser el principio según ella: usted es muy dueña. Que el dinero del libro fuera destinado a fines benéficos o no, en poco mejora o empeora el texto de Sloboda. Cuando afirmo que usted me sacó el dinero del bolsillo, no la estoy llamando ladrona, sino que me permito, entiendo que lo sabe, una hiperbólica metáfora. Usted estaba allí para vender libros y lo hizo: se trataba de eso. Yo iba a comprar. Y usted tuvo la excelente habilidad de venderme un libro sin que yo quisiera comprarlo, aunque reconozco que en la compra de libros mi resistencia es levísima. Poco tiene que ver, doña Valeria, este comentario con lo que era una parte de mi captatio benevolentiae.
         Retorno ahora al primer párrafo de su respuesta. En ningún momento afirmo que la obra en blanco y negro se invalide por ello, ni sea obra fallida. Le agradezco que realce lo que fue una acertada intuición casi por mi parte. En ningún momento afirmo tampoco que la realidad sea o no coloreada: Dos Passos muestra en su trilogía USA un mundo en blanco y negro; otro tanto hace otro checo –ahora lo hablamos- como es Kafka; lo hizo a ratos, al parecer, Diego Hurtado de Mendoza en El Lazarillo; y Dostoievski y Dickens… Perdone, pero lo que deseaba era dar al posible lector de la obra una pista sobre el mundo en que se mueven los personajes de Sloboda… ¿Qué es real? Real es lo que hoy sucede con los parados españoles, lo que hace Urdangarín y cómo viven sus hijos, cómo mueren los niños en tantos lugares, como se arrastran los hijos de alcohólicos como Sloboda, personas subempleadas y cómo lo hará Amancio Ortega y su familia. Todo eso es real… ¿y qué me quiere decir con ello, doña Valeria? Perdone, ¿dónde comento que hay que describir la vida de Ortega, Urdangarín o de Slim, la de Luis Alfonso de Borbón con quien, por cierto, me crucé poco antes de comprar el libro en el mismo local donde nos vimos usted y yo? La literatura describe, se mueve, narra… en cualquier ámbito, no por ello se mejora o empeora la obra.
         Perdone, doña Valeria, usted ve caballeros en la polvareda de las ovejas y da cuchilladas a los odres de vino, dicho sea con todo respeto. Los molinos son molinos. Escribo: Esta novela, caigo en la cuenta, la he imaginado de continuo a media tarde o de noche y en blanco y negro. Es una obra que carece de color. Y usted comenta: En resumidas cuentas, que se ha encontrado usted con una novela en blanco y negro. Algunos artistas opinan que la imagen en blanco y negro es la que llega más al fondo. En eso parece que usted acierta, porque el autor es consciente de ello, de que sus relatos tienen mucho de lo que podría calificarse así. Pero eso no lo invalida. ¿Me puede decir cuál es su desacuerdo? ¿O sencillamente quería remarcar mi acierto en tal comentario?

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