La memoria, la distancia
temporal… y espacial, ya saben: es muy selectiva. Uno cree acordarse de todo
con detalle, pero no es así.
Roberto Saviano era un
periodista que, junto a una compañera suya, cuyo nombre olvidé, hizo unas
investigaciones contra la camorra italiana. Publicó un libro y durante el mismo
juicio al que fueron sometidos los mafiosos, allí mismito, delante del juez amenazaron
a los dos periodistas y cumplieron la amenaza de pelarlos si los pillaban como
a los pollos en Utrera, es decir: vivos, con poca agua y muy fría… Malo.
Años de espera de un juicio
contra esos mafiosos. Años de escoltas de continuo. Una vida arruinada por el
odio y una amenaza que cual espada de Damocles de continuo amenaza su cuello…
La mafia fue contra el
periodismo que dijo la verdad. Lo he dicho muchas veces: decir la verdad de
continuo y siempre no sale gratis en absoluto: a Saviano le han robado la vida
como él mismo decía y reconocía.
¿Es exigible a todos los
periodistas decir la verdad sin ambages con este costo? Sin dudarlo: ¡Sí! Si a
usted le dan miedo las alturas no practique el alpinismo; si tiene alergia al
pelo del toro, no se dedique al toreo: es fácil. Ser periodista comporta un
compromiso muy particular y profundo con la verdad…, ¡aunque te cueste la vida!
Han pasado décadas de esto
que cuento y ahora han sido condenados los mafiosos que los amenazaron… Lo que
a estas alturas y con el tiempo pasado, con lo ya vivido y cómo… ¡arroja un
saldo aerrador!
Saviano…: Estoy de tu parte,
estoy a tu lado… al lado de la verdad que nos hace en el fondo y en realidad…
libres. Veritas liberabit vos.
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