23 de diciembre de 2024

En contestación a doña Rosa Montero: por echar el rato...

 


Presentación del Segundo Observatorio de la Sostenibilidad de la Cultura Escrita

 

Carta a un lector pirata

 

Me dirijo a ti, sí, justamente a ti, no mires para otro lado. A ti que te apropias ilícitamente de contenidos digitales con pleno conocimiento de lo que haces, pero que te las apañas para no sentir ni un remusguillo de culpa en tu conciencia de chicle masticado. Lo digo por lo elástica y viscosa. ¡Pero si hasta te sientes orgulloso y utilizas excusas justicieras! Como, por ejemplo, que los contenidos originales son muy caros. ¡Pero pirata de dios, que ahí están las bibliotecas, sin ir más lejos!

Por no hablar de que la piratería se da más en los sectores económicamente fuertes y de que todos pagan sin rechistar millonadas por sus smartphones o se dejan el sueldo día tras día en un montón [de] birras.

Hay más argumentos grandilocuentes: que la piratería democratiza la cultura escrita, que es legítimo acceder a todo lo que esté en internet, que lo digital tiene menos valor porque no es un objeto físico, o incluso que beneficia al autor porque promociona su obra.

Cómo me conmueve, apreciado pirata, que te preocupe tanto la democratización de la cultura. Lástima que, con tu comportamiento, estés empobreciendo el tejido cultural y dificultando que los creadores de contenidos puedan dedicarse a eso, a crear contenidos.

Te informo de que la mayoría de los autores viven una vida bastante precaria. Sí, ya sé que ves a unos pocos en televisión y todo te parece lujo y frenesí, pero muchos, en realidad muchísimos, dependen de unos ingresos discontinuos, tardíos y mezquinos que los obliga a vivir en constante zozobra.

Y no es cierto que promociones su obra al piratearlo; como mucho, si es que eso sucede, que lo dudo, haces que su nombre se conozca algo más. Pero de esa fama de hojalata no se come. Al descargar sus contenidos le estás privando de su salario. Impides que pueda vivir de su trabajo, así que terminará teniendo que dedicarse a otra cosa.

Vaya, como dices que se puede acceder a todo lo que está en internet y que lo digital no tiene valor porque no es físico, se me ocurre que una manera de arreglar este embrollo es haciendo que los creadores de contenidos puedan jaquear tus cuentas de banco, cobrar cada mes el sueldo que tu empresa te envía digitalmente. ¿Qué eso es un robo? Pues lo que tú haces es lo mismo.

Ahora que lo pienso, tal vez el problema sea semántico. Tal vez lo que pasa es que tendríamos que dejar de llamarte pirata, que es una palabra cargada de romanticismo, aventura, épica juvenil, rebeldía y jarana, y deberíamos empezar a llamarte lo que de verdad eres: un ladrón, un estafador y un abusón. Hasta nunca, tramposo.

Rosa Montero Madrid, 8 de octubre de 2024




 

* * *

Señora Montero:

Muchas gracias por escribir esta carta en defensa, principalmente, de quienes como usted alcanzan el extremo logro de vivir de lo que escriben.

Le hago algunos comentarios un poco al socaire de su y de sus afirmaciones. Lo hago como usted, y como las cartas son, es decir, sin orden ni concierto.

A esto que usted escribe mi madre lo llamaba “predicar en el desierto” o lo comparaba con “lavarle la cara a un burro”: que para nada sirve... Otro refrán afirma que “quien lava al lechón pierde el tiempo y el jabón”: esta carta suya por no servir no sirve ni para ser usada en el baño, dicho con delicadeza, porque no está en papel.

Vamos ver: El escritor, para que el lector de estos renglones lo sepa, usted de sobra lo conoce, cobra, cuando cobra, en el mejor de los casos, si es que cobra o si es que vende, un 10% del PVP (he llegado a firmar contratos con un beneficio de CERO PESETAS, se vendieran los ejemplares que se vendieran).

Si usted hace cuenta de lo que pueda vender Fulano de Copas, a quien usted ve en la tele, oye en la radio, en los programas del llamado PRIME TIME que son, pongamos, unos 200.000 ejemplares a 22 € el volumen, arroja la bonita cantidad de 440.000 € que dan para casoplón y barco, pues quien vende de ese título 200.000 ejemplares, del siguiente vende otros tantos y eso, así visto, cunde para echarse además unas risas en tal o cual programa donde lo llevan para entrevistarlo y hablar de su libro, que es a lo van: a hacer y generar caja. El premio Planeta, que se paga a millón de euros el éxito: primero, no se le da a alguien que escriba muy bien, que se cubra de gloria con su novela, etc., ¡no! ¿Usted daría un millón de euros a uno que pasaba por allí? Obviamente no. Un premio, para una editorial, es una inversión. Se lo doy a alguien que sale a diario en la tele y que todo el mundo conoce, que tiene capacidad de “convocatoria”, que tiene “tirón”… Por ejemplo, el de este año 24, “por poner un poner”. Sea buena o buenísima la novela, o no (servidor no gasta Planetas).

El pirata que hace una o dos copias de un libro, quien se lo baja de la red… por supuesto que no tiene sensación de robar nada, doña Rosa, pues es una realidad no tangible, como usted dice, un librito entre tantos miles… poco ha de notarlo el autor que es a quien usted defiende. Añado: si alguien se descarga un libro mío de la red no me afecta en absoluto (hubo años en que se me pagaron 12 euros por todos los libros vendidos). Cierto que quienes se bajan libros pertenecen a “los sectores económicamente fuertes”, pero no dañan, insisto, a los escritores que no comen ni viven de eso, sino a quienes se compran grandes casas, hacen viajes excelentes en aviones, etc. Doña Rosa, usted no se refiere ni a mí ni a mis libros, sino a los autores y libros de postín… a quienes sí se les hace mella, pero no daño, con el robo, porque de tal se trata: ¡de un ro-bo! (hay quienes creen que por engañar al seguro o al fisco no son ladrones, pero también pueden creer que no existe Nueva York porque no lo vieron nunca…, ¡pero existe!).

Tiene usted, señora Montero, razón al ponerse brava y llamar ladrón, estafador y abusón al pirata, ciertamente profesión romántica donde las haya. No se ha de olvidar que un grano no hace granero y que el robo de un libro, si no hace primavera, como una golondrina, sí que ese libro y otro y otro… terminan por convertirse en un robo descomunal. Piense el lector en el robo de programas informáticos, ¡que valen tan caros!, y que además se roban a corporaciones sin rostro y con nombres estelares donde se hablan de miles de millones… Cero remordimientos.

En realidad todos sus razonamientos, ya le dije arriba con el burro y el lechón, son fortalezas de arena de playa que se ventilan dos olas en tres lametones.

Concluyo y me despido. Si alguien tiene la tentación de hacerse con un libro mío, de robarlo, ¡que no se moleste! Si no puede pagarlo y quiere leerlo, yo se lo dedico, se lo envío y se lo regalo… y nos ahorramos problemas.

Muchas gracias a doña Rosa y a CEDRO y a usted, lector, tan atento de este blog, “casa del lector”, que tan baratico nos sale…

 


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