Presentación del Segundo Observatorio de la Sostenibilidad de la
Cultura Escrita
Carta a un lector pirata
Me dirijo a ti, sí, justamente a ti, no mires para otro lado. A
ti que te apropias ilícitamente de contenidos digitales con pleno conocimiento
de lo que haces, pero que te las apañas para no sentir ni un remusguillo
de culpa en tu conciencia de chicle masticado. Lo digo por lo elástica y
viscosa. ¡Pero si hasta te sientes orgulloso y utilizas excusas justicieras!
Como, por ejemplo, que los contenidos originales son muy caros. ¡Pero pirata de
dios, que ahí están las bibliotecas, sin ir más lejos!
Por no hablar de que la piratería se da más en los sectores
económicamente fuertes y de que todos pagan sin rechistar millonadas por sus
smartphones o se dejan el sueldo día tras día en un montón [de] birras.
Hay más argumentos grandilocuentes: que la piratería democratiza
la cultura escrita, que es legítimo acceder a todo lo que esté en internet, que
lo digital tiene menos valor porque no es un objeto físico, o incluso que
beneficia al autor porque promociona su obra.
Cómo me conmueve, apreciado pirata, que te preocupe tanto la
democratización de la cultura. Lástima que, con tu comportamiento, estés
empobreciendo el tejido cultural y dificultando que los creadores de contenidos
puedan dedicarse a eso, a crear contenidos.
Te informo de que la mayoría de los autores viven una vida
bastante precaria. Sí, ya sé que ves a unos pocos en televisión y todo te
parece lujo y frenesí, pero muchos, en realidad muchísimos, dependen de unos
ingresos discontinuos, tardíos y mezquinos que los obliga a vivir en constante
zozobra.
Y no es cierto que promociones su obra al piratearlo; como
mucho, si es que eso sucede, que lo dudo, haces que su nombre se conozca algo
más. Pero de esa fama de hojalata no se come. Al descargar sus contenidos le
estás privando de su salario. Impides que pueda vivir de su trabajo, así que
terminará teniendo que dedicarse a otra cosa.
Vaya, como dices que se puede acceder a todo lo que está en
internet y que lo digital no tiene valor porque no es físico, se me ocurre que
una manera de arreglar este embrollo es haciendo que los creadores de
contenidos puedan jaquear tus cuentas de banco, cobrar cada mes el sueldo que
tu empresa te envía digitalmente. ¿Qué eso es un robo? Pues lo que tú haces es
lo mismo.
Ahora que lo pienso, tal vez el problema sea semántico. Tal vez
lo que pasa es que tendríamos que dejar de llamarte pirata, que es una palabra
cargada de romanticismo, aventura, épica juvenil, rebeldía y jarana, y
deberíamos empezar a llamarte lo que de verdad eres: un ladrón, un estafador y
un abusón. Hasta nunca, tramposo.
Rosa Montero Madrid, 8 de octubre de 2024
* * *
Señora
Montero:
Muchas
gracias por escribir esta carta en defensa, principalmente, de quienes como
usted alcanzan el extremo logro de vivir de lo que escriben.
Le
hago algunos comentarios un poco al socaire de su y de sus afirmaciones. Lo hago
como usted, y como las cartas son, es decir, sin orden ni concierto.
A
esto que usted escribe mi madre lo llamaba “predicar en el desierto” o lo
comparaba con “lavarle la cara a un burro”: que para nada sirve... Otro refrán
afirma que “quien lava al lechón pierde el tiempo y el jabón”: esta carta suya por
no servir no sirve ni para ser usada en el baño, dicho con delicadeza, porque
no está en papel.
Vamos
ver: El escritor, para que el lector de estos renglones lo sepa, usted de sobra
lo conoce, cobra, cuando cobra, en el mejor de los casos, si es que cobra o si
es que vende, un 10% del PVP (he llegado a firmar contratos con un beneficio de
CERO PESETAS, se vendieran los ejemplares que se vendieran).
Si
usted hace cuenta de lo que pueda vender Fulano de Copas, a quien usted ve en
la tele, oye en la radio, en los programas del llamado PRIME TIME que son,
pongamos, unos 200.000 ejemplares a 22 € el volumen, arroja la bonita cantidad
de 440.000 € que dan para casoplón y barco, pues quien vende de ese título
200.000 ejemplares, del siguiente vende otros tantos y eso, así visto, cunde
para echarse además unas risas en tal o cual programa donde lo llevan para
entrevistarlo y hablar de su libro, que es a lo van: a hacer y generar caja. El
premio Planeta, que se paga a millón de euros el éxito: primero, no se le da a
alguien que escriba muy bien, que se cubra de gloria con su novela, etc., ¡no!
¿Usted daría un millón de euros a uno que pasaba por allí? Obviamente no. Un
premio, para una editorial, es una inversión. Se lo doy a alguien que sale a
diario en la tele y que todo el mundo conoce, que tiene capacidad de “convocatoria”,
que tiene “tirón”… Por ejemplo, el de este año 24, “por poner un poner”. Sea
buena o buenísima la novela, o no (servidor no gasta Planetas).
El
pirata que hace una o dos copias de un libro, quien se lo baja de la red… por
supuesto que no tiene sensación de robar nada, doña Rosa, pues es una realidad
no tangible, como usted dice, un librito entre tantos miles… poco ha de notarlo
el autor que es a quien usted defiende. Añado: si alguien se descarga un libro
mío de la red no me afecta en absoluto (hubo años en que se me pagaron 12 euros
por todos los libros vendidos). Cierto que quienes se bajan libros pertenecen a
“los sectores económicamente fuertes”, pero no dañan, insisto, a los escritores
que no comen ni viven de eso, sino a quienes se compran grandes casas, hacen
viajes excelentes en aviones, etc. Doña Rosa, usted no se refiere ni a mí ni a
mis libros, sino a los autores y libros de postín… a quienes sí se les hace
mella, pero no daño, con el robo, porque de tal se trata: ¡de un ro-bo! (hay
quienes creen que por engañar al seguro o al fisco no son ladrones, pero
también pueden creer que no existe Nueva York porque no lo vieron nunca…, ¡pero
existe!).
Tiene
usted, señora Montero, razón al ponerse brava y llamar ladrón, estafador y
abusón al pirata, –ciertamente profesión romántica donde las haya–.
No se ha de olvidar que un grano no hace granero y que el robo de un libro, si
no hace primavera, como una golondrina, sí que ese libro y otro y otro…
terminan por convertirse en un robo descomunal. Piense el lector en el robo de
programas informáticos, ¡que valen tan caros!, y que además se roban a
corporaciones sin rostro y con nombres estelares donde se hablan de miles de
millones… Cero remordimientos.
En
realidad todos sus razonamientos, ya le dije arriba con el burro y el lechón, son
fortalezas de arena de playa que se ventilan dos olas en tres lametones.
Concluyo
y me despido. Si alguien tiene la tentación de hacerse con un libro mío, de
robarlo, ¡que no se moleste! Si no puede pagarlo y quiere leerlo, yo se lo
dedico, se lo envío y se lo regalo… y nos ahorramos problemas.
Muchas
gracias a doña Rosa y a CEDRO y a usted, lector, tan atento de este blog, “casa
del lector”, que tan baratico nos sale…
No hay comentarios:
Publicar un comentario