19 de marzo de 2022

ALCALÁ VENCESLADA-12

 Braojos, A., Parias Sainz de Rozas, M., Álvarez, L., Historia de Sevilla. La Sevilla del siglo XX (1868-1950)

El libro que hoy comento es una obra que trata con detalle todos aquellos aspectos relevantes para quienes deseen conocer, en general, la circunstancia en que se mueve la Sevilla de finales del siglo XIX y de comienzos del XX.

La imagen que los autores transmiten de esta ciudad es…, para mí, que nunca había leído nada sobre ella, desconcertante.

Desde el punto de vista urbanístico Sevilla se ve encerrada por las murallas que ya carecen del sentido defensivo que tuvieron en su momento, pero que la circunscriben y limitan, pero no solo son esas murallas las que limitan la expansión ordenada y correcta de la ciudad, sino que también el río Guadalquivir coopera al caos urbanístico con sus crecidas, sus riadas, etc., además de ser foco de enfermedades que diezman la población. Las aguas fecales, los pozos, el agua para beber, etc. se mezclan y hacen que la ciudad sea insalubre y tenga un crecimiento vegetativo limitado por la gran mortandad y los pocos nacimientos. Es cierto que el río es la puerta de entrada de muchos bienes en la ciudad, pero no se logra tener un plan general y adecuado para toda ella y habrá que esperar a la Exposición Iberoamericana, ya a finales de la segunda década, para ver una ciudad que se ha hermoseado, se ha abierto, con sus parques, avenidas, mejoras urbanísticas…



Económicamente Sevilla no levanta tampoco cabeza, pues los grandes proyectos de la ciudad: tren, agua, electricidad, transporte… están en manos de capital ajeno a la ciudad e incluso allende los Pirineos. Capital francés, alemán, inglés… Capital catalán, malagueño… Las grandes familias aristocráticas sevillanas siguen con sus grandes extensiones de terrenos y a ellas las imitan la alta burguesía que quiere vivir como esa aristocracia. Habrá también que esperar que entre el siglo XX para ver cambios también en este sentido económico.

Socialmente, Sevilla, entiendo, no es una excepción en el conjunto nacional. La estructura social está descompensada, pues no existe una clase media que vertebre la ciudad. Frente a los grandes capitales con grandes edificios, magníficas fincas, etc. hallamos una inmensa porción de la sociedad sevillana que vive en la miseria, que pordiosea, que es inculta (casa un 60% de la población es analfabeta), hallamos más tabernas que escuelas, insisto en que era una ciudad insalubre (hubo quien la comparó por su mortandad en algunos momentos a la India). Los pobres malviven hacinados en chabolas o corralas de mala muerte, sin que se solucione el problema de la vivienda.

Es Sevilla un centro cultural, como en otras ciudades españolas y en esto no creo que se diferencie tampoco, como en lo social, con respecto al resto de ciudades. Hay una clase escasa y culta que será el motor de los movimientos culturales de la ciudad: revistas, teatros, centros de tertulias, el Ateneo, grupos que buscan la reivindicación de lo andaluz (unos tras Blas Infante que pretenden entrar en la política y otros, menos cohesionado, que ven en lo andaluz un modo particular de lo español, sin pretensiones políticas: unos y otros tendrán el mismo éxito: ¡ninguno!). Las reivindicaciones las mueven los dos partidos del turno de la Restauración y en Sevilla los liberales están acaudillados, durante muchos años, por Pedro Rodríguez de la Borbolla (de quien se habla muy bien en el libro: por sus iniciativas, su estilo sobrio de vida, su búsqueda de lo mejor… ¡Partidista como no podía ser de otro modo, pero…!).

Considero que con la lectura de esta obra me he hecho una idea bastante aproximada de la ciudad, del “ambiente sevillano” que se encuentra Alcalá Venceslada, cuando tras terminar sus dos primeros cursos universitarios en Granada, se traslada a Sevilla para acabar su carrera de Filosofía y Letras, en la especialidad, de Historia, y continuar con sus estudios de Derecho. En Sevilla será donde, entiendo, se encontrará con personas que orientarán muchos de sus pensamientos estéticos (Felipe Cortines Murube, su gran amigo), su orientación andalucista (además del citado Cortines Murube, sus amigos del Ateneo y don Francisco Rodríguez Marín). Será este último quien oriente al joven estudiante ya licenciado hacia el estudio y preparación de sus oposiciones a Bibliotecas, archivos y museos…, pero eso ya vendrá andando el tiempo. De momento estamos en Sevilla a comienzos de siglo, Sevilla 1904.



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