25 de abril de 2020

369-CHARLIE-SALIDA-LENGUAJE INCLUSIVO CON CORONAVIRUS




La llamada jet set, el pijoterío al uso, los niños bien, los fashion, la izquierda caviar, las chonis, los poligoneros, los yonkis… ¡cada grupo tiene sus tics léxicos que los identifican y diferencian! Son elementos jergales que incluyen a quienes son del grupo y rechazan a quienes no lo son. ¡Maneras de vivir!, que cantaba Obús.

Con paciencia admirable, reconózcanlo, ¡por Dios bendito!, he estado hoy escuchando, que no oyendo, el fervorín de la ministra portavoz (desde el coronavirus no se le dice *portavoza) y al ministro de sanidad… ¡No dirán que el aquí, es decir, que el tío, que servidor, no tiene aguante del tirón! No en vano hicimos la mili en las fuerzas especiales, que dice mi amigo José, dueño del excelente bar de la esquina…, desgraciadamente hoy cerrado.

El lenguaje inclusivo, por vía de lo políticamente correcto, he defendido, y demostrado en alguna ocasión, filiándolo en orígenes (Max Horkheimer-Escuela de Frankfurt), que es una estrategia de la izquierda marxista culta que lo usa como elemento de dominio y sujeción de los grupos a los que atrapa. La izquierda corriente de la calle, el mogollón, los ignaros y la izquierda caviar, que se quiere dar el pisto y ponerse a la altura del betún, lo usa y así ha sido de un tiempo a esta parte. *Todos y todas. Nuestra vicepresidenta, con no sé qué número a la espalda de la camiseta, Carmen Calvo, egabrense y fenómeno de necedad impar, ha querido retorcerle torticeramente las neuronas varias veces, con artes de callejón, a la Real Academia que se ha mantenido donde debía. Estos memos con título universitario, y doctorados de autenticidad dudosa, defienden la ciencia (ahí tienen al ciclista Echenique, insulto a cualquier inteligencia, que se autodenomina “científico”), digo, que se esconden tras la Ciencia –supongo que la escribirán con mayúscula, también en su ignorancia- para decir sus chorradas de intelectuales de barrio.

Escuchados doña María Jesús, alias Evidentemente, y a don Salvador (su padre, con ese apellido, tuvo arte al ponerle el nombre de pila)… y tras tomar nota constato:

Que se dice: “Tras el consejo de ministros…”, no se añade “y ministras”: ¿acaso no fueron las señoras ministras de tal consejo? ¿Se quedaron en casa por algún motivo?

Al dirigirse a los espectadores se interpela con un “Todos ustedes…”, se entiende que las señoras están haciendo la comida y no dicen “Todos y todas ustedes”… ¿O es que no hay señoras escuchando lo bien que leen los dos ministros?

Constato que los niños podrán salir “en compañía de un adulto” y deduzco, por tanto, que no hay señoras adultas o ellas no tienen derecho a sacar a sus hijos a la puerta de la calle (mi vecinillo Antonio, con menos de tres años, dice que él no sale que está el coronavirus suelto, ahí está el rebelde con causa).

Ciertamente “los niños podrán salir a la calle”, pero deduzco que no así las niñas por no ser citadas por el ministro. Ellas, ya desde chiquitas, la pata quebrada y en casa: ¡esta izquierda burguesa no tiene ni arrestos ni arreglo!
Deduzco que, como con los muertos, los infectados, los contagiados, los curados, los fallecidos son todos varones…, tampoco quedan españolas, pues solo se cita a “los españoles”: ¿y las españolas dónde están? En mi casa tengo una y no es la Poesía de quien escribía nuestro premio Nobel, Juan Ramón Jiménez… ¡Vive Dios que es cierto!

Los muertos, anoto, tienen “allegados”, pero no allegadas… ¿Extintas también? Asimismo solo están “los responsables”, no se dice “los y las responsables”… Pobreticas las mujeres: ¿todas irresponsables?

La pandemia del coronavirus se ha llevado muchas miasmas por delante como el lenguaje inclusivo o quizá de una vez por todas (con eso que tanto repiten: “nuestro mundo no será igual”) ha dado a entender que donde se pone lo importante, lo esencial, el sentido común, hay que dejarse de pantomimas imbéciles que pretenden dar patadas contra el aguijón e imponer modos de decir, distraer de lo capital y generar lucha… En la época de Franco estaba castigada la blasfemia; pues camino de ser denunciados íbamos cuando no éramos creyentes y practicantes de la iglesia protestante del undécimo lenguaje inclusivo, ¡Dios nos libre de ir contra él porque los totalitarios nos hacen el pasillo de los fachas, los carcas, los machistas y los cavernícolas…!

Al final, y cierro, resulta que todo el rollo del lenguaje inclusivo era un entretenimiento para jugar a las casicas con la cocinita de la señorita Pepis, un resabio impostado y pedante, una irracional antinaturalidad en un lenguaje que tiende a la mayor economía, porque con un dedo, por muy gordo que sea, no se tapa el Sol…
¡¡Aunque esté feo señalar, ministra!!

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