18 de marzo de 2020

403-Begley, Louis: EL MUNDO FORMIDABLE DE FRANZ KAFKA



 Leo esta biografía de Kafka a la par que su Metamorfosis, de la que ya he escrito entrada aquí no ha mucho. Pensaba en un viejo chiste, no muy bueno, la verdad… “¿Y la biografía qué tal?”. Pues eso: “¡Como todas las biografías!”. Esperaba más de este libro y no lo hubo. Detalles, sí, no muy trascendentales…, pero que me han dado explicación a otros trasuntos de la vida de Kafka. Asiduo a prostíbulos y relaciones con prostitutas, sin embargo, parece ser que era impotente y, en parte, muchas de sus excusas para no casarse, para no mantener sus compromisos de casamiento se debían a ello, si bien, también, además, pesaba su afán por la creación de su obra: el hombre casado se distraía de aquello que a él más le interesaba, su creación literaria (me recordó a nuestro Juan Ramón Jiménez).

Supongo, como me diría Elena, que no debo sentir lástima por Kafka, pero la siento. Su vida, leída así, del tirón, vista en su conjunto me mueve a misericordia y no por ser una vida corta y breve, por su tuberculosis…, no solo porque fuera una vida quebrada y en absoluto felicitaría, sino una vida fracasada, tortuosa, infeliz. Nunca gozó del éxito y el reconocimiento de sus obras en vida, y la vida que ofreció en holocausto por su obra no parece que fuera amable. Ya lo siento, Franz. El autor lo advierte desde el título: El mundo formidable de Franz Kafka.

El condicionamiento de su vida por su infancia y en relación con su padre, se me antoja una interpretación la mar de freudiana que, como dice Steiner, a quien leo a la vez, son cuentecillos para niños pequeños… Es obvio que todo nos condiciona, que todo nos limita y reconduce, que no podemos hacer absolutamente lo que deseamos…, pero de ahí al sociologismo falaz media más de un tiro de piedra… No me lo creo. Kafka fue incapaz de conducir con inteligencia su existencia por unos derroteros felicitarios: por sus limitaciones personales, por su toma de decisiones libres, por su torpeza… No en todo y a la vez se es brillante e inteligente en todo cuanto uno acomete.
Las últimas páginas del libro que se dedican, una vez ya dado por muerto a Kafka, al comentario de sus obras más notables me parece que sobran: son lo que Alfonso Sancho Sáenz llamaba “hinchar el perro”: darle más páginas a un libro ya cumplido, páginas que no suponen ningún aporte crítico de peso a lo ya escrito con mucho más detalle y calidad en otros libros… Sobran sin duda.

No perdimos de todo el viaje, pero fue demasiado largo para tan poca ganancia. Ya digo, no siempre se raya a gran altura y en todo.

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