Nos movemos en el debate del
ámbito académico, docente…
Adelanto que no todo tiempo
pasado fue mejor, es decir, antes,
cuando fuera ese antes se leía, seguro, menos que ahora por la sencilla razón
de que antes había menos gente capaz
de leer. Por ahí están las estadísticas y no me detengo a buscarlas, el tanto
por ciento de casas donde apenas había libros, donde no se leía nada, etc. Por
lo tanto, lo de antes… no pasa de ser cualquiera
tiempo pasado… no fue mejor.
Dicho esto y, con respecto a la
lectura en las aulas de secundaria, entiendo que hay un problema que tiene
diversos orígenes. Uno de ellos es la multiplicación de los profesores que
forman parte de los equipos educativos que imparten su materia en cada curso:
un profesor por asignatura que, desde primero de la ESO –ahora en los
institutos y antes en las escuelas-, entra a dar su asignatura para dejar paso
a otro docente y así durante seis horas diarias, cinco días a la semana:
horario extenso, pero aún más extenso en los contenidos de las distintas áreas.
La lectura, que siempre fue cometido exclusivo de la asignatura de Lengua,
apenas tiene cabida en los reducidos horarios de esta materia donde se han ido
multiplicando los conocimientos sobre distintos aspectos de la misma: sobre la
comprensión oral y escrita, sobre la expresión oral y escrita, la adquisición
de vocabulario, la mejora ortográfica, los contenidos propios de la materia:
sintaxis, morfología, fonética… Transcurren los cursos y hay alumnos que nunca
recibieron, por ejemplo, clases concretas, específicas, sobre comprensión lectora…
sobre lo que hoy sabemos muchísimo más de lo que se podría impartir en un curso
ordinario de “Lengua castellana” de 2º o 3º de ESO…, donde, dicho sea de paso,
se incluyen temas de Literatura e incluso una incipiente teoría literaria…, que
no deja ningún conocimiento: doy fe de ello por las pruebas que realizo en 2º
de bachillerato, pero esas es otra historia. A lo que vamos: ¿Qué espacio
dejamos para la lectura en el aula? ¿Dónde está ese tiempo para emplearlo en
ella? ¿Qué asignatura cede tiempo para que se pueda tener a diario una hora de
lectura dirigida, comentada, enriquecida con la presencia de un profesor que la
matiza, la explica, la modera, la
comenta con sus alumnos…? ¿Cuándo y cuánto se lee en clase en voz alta –con lo
importante que es- a la semana? ¿Dónde incluir el trabajo específico,
enriquecedor que debieran hacer los alumnos sobre aquello que leen? ¿Por qué no
hay lectura en las asignaturas de Historia, de Matemáticas, de Biología…?
Todos estamos de acuerdo, en
general, en las bondades que la lectura depara…, mas ¿por qué no leemos? Para
mí es sencillo: No leemos porque no
tenemos un tiempo dedicado a esa actividad, ni dentro ni fuera del aula.
Valoramos la lectura, pero nuestro devenir cotidiano nos impone otras
realidades que alejan la valoración real de la lectura de los primeros puestos
de nuestros quehaceres que están ocupados por el gimnasio, la televisión: el
visionado de películas, de series, etc. que pensamos que es más relajante y
entretenido… El niño no ve leer en casa, en casa no hay apenas libros, en clase
sí se lee de vez en cuando –la lectura y el libro es una imposición escolar y
en tanto que tal, en general, desagradable-. ¡Y es tan atractivo el teléfono!
Las redes sociales nos llaman como Tarzán a los elefantes y allí acudimos en
rebaños innúmeros.
Las bibliotecas de los centros
educativos, en general y para secundaria y bachillerato, se convierten en
espacios para “hacer deberes” durante el recreo, en alguno casos para repasar o
estudiar exámenes que habrá en las horas posteriores. Solo acude el alumno a
por un libro porque en la asignatura de Lengua o Inglés se lo reclaman: nada
más. Pocos, muy pocos, son los alumnos que acuden a sacar libros por el mero
hecho de divertirse, leer por gusto, etc. Ni siquiera le son atractivos los
cómics, clásicos o modernos: quizá lo que ven en sus teléfonos les resulta más
fascinante, más amable. ¡Ojo!: tampoco acuden los profesores, solo una muy
ínfima parte de ellos.
Entiendo que el Sistema en distintas
autonomías en España –algo sé de cómo se hace en otros países- intenta fomentar
la lectura, pero debiera hacerlo, primero, entre el profesorado, para que este,
a su vez, lo pueda hacer entre el alumnado. Las palabras convence, pero los
ejemplos… arrastran.
Aún estoy buscando a quien hizo
la pintada en la puerta de mi instituto… Lo echo de menos cuando paso horas y
horas solo en ella y él no acude… ¿Se habrá ido a un cuartel?
"P: Le diría que todavía quedan por ahí buenos lectores.
ResponderEliminarR: Aquí, en EE UU, no.
P: ¿Dónde están? ¿Dónde?
R: Mirando las pantallas de sus ordenadores, las pantallas de televisión, de los cines, de los DVD. Distraídos por formatos más divertidos. Las pantallas nos han derrotado.
P: Ahí está la competencia, la dura competencia. La de las pantallas. ¿Cómo deben combatir contra eso los escritores?
R: No lo sé. No me lo planteo seriamente. Sólo le puedo decir lo que ha ocurrido: que han ganado la batalla sobre las páginas.
P:¿Tampoco confía en el tan alabado Kindle, el libro electrónico que acaba de aparecer en Estados Unidos?
R: No lo he visto todavía, sé que anda por ahí, pero dudo que reemplace un artefacto como el libro. La clave no es trasladar libros a pantallas electrónicas. No es eso. No. El problema es que el hábito de la lectura se ha esfumado. Como si para leer necesitáramos una antena y la hubieran cortado. No llega la señal. La concentración, la soledad, la imaginación que requiere el hábito de la lectura. Hemos perdido la guerra. En veinte años, la lectura será un culto.
P: ¿Y los lectores serán una especie de gente rara, de espectros?
R: No, no, tampoco. Será un hobby minoritario. Unos criarán perros y peces tropicales, otros leerán. Como lo que es hoy leer poesía. Existen poetas, se les publica, pero los lectores de poesía son una minoría. Eso ocurrirá.
La entrevista completa aquí, por si gustan. Es a Philip Roth, escritor polémico y sublime: https://elpais.com/diario/2008/03/23/eps/1206257212_850215.html