29 de diciembre de 2018

336-CHARLIE-SALIDA-NO LEEMOS EN CLASE



Nos movemos en el debate del ámbito académico, docente…

Adelanto que no todo tiempo pasado fue mejor, es decir, antes, cuando fuera ese antes se leía, seguro, menos que ahora por la sencilla razón de que antes había menos gente capaz de leer. Por ahí están las estadísticas y no me detengo a buscarlas, el tanto por ciento de casas donde apenas había libros, donde no se leía nada, etc. Por lo tanto, lo de antes… no pasa de ser cualquiera tiempo pasado… no fue mejor.

Dicho esto y, con respecto a la lectura en las aulas de secundaria, entiendo que hay un problema que tiene diversos orígenes. Uno de ellos es la multiplicación de los profesores que forman parte de los equipos educativos que imparten su materia en cada curso: un profesor por asignatura que, desde primero de la ESO –ahora en los institutos y antes en las escuelas-, entra a dar su asignatura para dejar paso a otro docente y así durante seis horas diarias, cinco días a la semana: horario extenso, pero aún más extenso en los contenidos de las distintas áreas. La lectura, que siempre fue cometido exclusivo de la asignatura de Lengua, apenas tiene cabida en los reducidos horarios de esta materia donde se han ido multiplicando los conocimientos sobre distintos aspectos de la misma: sobre la comprensión oral y escrita, sobre la expresión oral y escrita, la adquisición de vocabulario, la mejora ortográfica, los contenidos propios de la materia: sintaxis, morfología, fonética… Transcurren los cursos y hay alumnos que nunca recibieron, por ejemplo, clases concretas, específicas, sobre comprensión lectora… sobre lo que hoy sabemos muchísimo más de lo que se podría impartir en un curso ordinario de “Lengua castellana” de 2º o 3º de ESO…, donde, dicho sea de paso, se incluyen temas de Literatura e incluso una incipiente teoría literaria…, que no deja ningún conocimiento: doy fe de ello por las pruebas que realizo en 2º de bachillerato, pero esas es otra historia. A lo que vamos: ¿Qué espacio dejamos para la lectura en el aula? ¿Dónde está ese tiempo para emplearlo en ella? ¿Qué asignatura cede tiempo para que se pueda tener a diario una hora de lectura dirigida, comentada, enriquecida con la presencia de un profesor que la matiza, la explica, la  modera, la comenta con sus alumnos…? ¿Cuándo y cuánto se lee en clase en voz alta –con lo importante que es- a la semana? ¿Dónde incluir el trabajo específico, enriquecedor que debieran hacer los alumnos sobre aquello que leen? ¿Por qué no hay lectura en las asignaturas de Historia, de Matemáticas, de Biología…?

Todos estamos de acuerdo, en general, en las bondades que la lectura depara…, mas ¿por qué no leemos? Para mí es sencillo: No leemos porque no tenemos un tiempo dedicado a esa actividad, ni dentro ni fuera del aula. Valoramos la lectura, pero nuestro devenir cotidiano nos impone otras realidades que alejan la valoración real de la lectura de los primeros puestos de nuestros quehaceres que están ocupados por el gimnasio, la televisión: el visionado de películas, de series, etc. que pensamos que es más relajante y entretenido… El niño no ve leer en casa, en casa no hay apenas libros, en clase sí se lee de vez en cuando –la lectura y el libro es una imposición escolar y en tanto que tal, en general, desagradable-. ¡Y es tan atractivo el teléfono! Las redes sociales nos llaman como Tarzán a los elefantes y allí acudimos en rebaños innúmeros.

Las bibliotecas de los centros educativos, en general y para secundaria y bachillerato, se convierten en espacios para “hacer deberes” durante el recreo, en alguno casos para repasar o estudiar exámenes que habrá en las horas posteriores. Solo acude el alumno a por un libro porque en la asignatura de Lengua o Inglés se lo reclaman: nada más. Pocos, muy pocos, son los alumnos que acuden a sacar libros por el mero hecho de divertirse, leer por gusto, etc. Ni siquiera le son atractivos los cómics, clásicos o modernos: quizá lo que ven en sus teléfonos les resulta más fascinante, más amable. ¡Ojo!: tampoco acuden los profesores, solo una muy ínfima parte de ellos.

Entiendo que el Sistema en distintas autonomías en España –algo sé de cómo se hace en otros países- intenta fomentar la lectura, pero debiera hacerlo, primero, entre el profesorado, para que este, a su vez, lo pueda hacer entre el alumnado. Las palabras convence, pero los ejemplos… arrastran.


Aún estoy buscando a quien hizo la pintada en la puerta de mi instituto… Lo echo de menos cuando paso horas y horas solo en ella y él no acude… ¿Se habrá ido a un cuartel?

1 comentario:

  1. "P: Le diría que todavía quedan por ahí buenos lectores.
    R: Aquí, en EE UU, no.

    P: ¿Dónde están? ¿Dónde?
    R: Mirando las pantallas de sus ordenadores, las pantallas de televisión, de los cines, de los DVD. Distraídos por formatos más divertidos. Las pantallas nos han derrotado.

    P: Ahí está la competencia, la dura competencia. La de las pantallas. ¿Cómo deben combatir contra eso los escritores?
    R: No lo sé. No me lo planteo seriamente. Sólo le puedo decir lo que ha ocurrido: que han ganado la batalla sobre las páginas.

    P:¿Tampoco confía en el tan alabado Kindle, el libro electrónico que acaba de aparecer en Estados Unidos?
    R: No lo he visto todavía, sé que anda por ahí, pero dudo que reemplace un artefacto como el libro. La clave no es trasladar libros a pantallas electrónicas. No es eso. No. El problema es que el hábito de la lectura se ha esfumado. Como si para leer necesitáramos una antena y la hubieran cortado. No llega la señal. La concentración, la soledad, la imaginación que requiere el hábito de la lectura. Hemos perdido la guerra. En veinte años, la lectura será un culto.

    P: ¿Y los lectores serán una especie de gente rara, de espectros?
    R: No, no, tampoco. Será un hobby minoritario. Unos criarán perros y peces tropicales, otros leerán. Como lo que es hoy leer poesía. Existen poetas, se les publica, pero los lectores de poesía son una minoría. Eso ocurrirá.

    La entrevista completa aquí, por si gustan. Es a Philip Roth, escritor polémico y sublime: https://elpais.com/diario/2008/03/23/eps/1206257212_850215.html

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