Menos
de veinte páginas para terminar el libro y hasta aquí llegó mi ánimo y mi
paciencia. Si usted la tiene, continúe esta lectura y sabrá por qué.
* * *
¿Cuántos
años han de transcurrir hasta que los españoles vean la guerra civil del 36 con
la suficiente distancia como para no demonizar a los otros y santificar a los
propios? He hecho una serie de cálculos históricos y, no se preocupen, ninguno
de cuantos lean esto ni yo que lo escribo lo veremos… Nos vamos acercando al
siglo y, según mis cálculos, otro par de ellos aún se necesitarán, mas eso,
quizá, para esas alturas, nos importe una higa. Mientras tanto hoy y ahora, un
siglo casi después del final de la guerra (no hay otra), seguimos dando en el
yunque y en frío. “El infierno son los demás”.
Corto y
copio de una crítica a este libro: “El reto aquí es conseguir un retrato equilibrado del personaje en
cuestión, equidistante tanto de los
ditirambos de unos como del odio cerval de sus adversarios políticos. No se
trata de apuntarse al término medio -eso sería muy primario- sino algo mucho
más complejo: hallar al verdadero José
Antonio entre la maraña de interpretaciones de su vida, sus actos y su doctrina.
Podemos adelantar ya que Thomàs sale muy airoso del empeño. Obviamente el retrato que hace del dirigente en estas
páginas no es el único posible -siempre caben otras interpretaciones- pero
no se puede poner en duda que el autor ha hecho un gran esfuerzo por comprender
al líder carismático, al ideólogo y al hombre sin hurtar ninguna de sus
aristas. (Núñez Florencio, Rafael, El Cultural, 24/02/2017; las cursivas son mías). Dejo al margen el “odio
cerval”, del que nunca antes oí hablar: el miedo
cerval, lo comprendo y lo podría explicar por extenso, pero ¿el odio?
Nunca en mi
vida había leído un libro sobre José Antonio. Lo más que de él supe era lo que
se escribía en la Enciclopedia Álvarez y no recuerdo más: fundador de la
Falange, fusilado en Alicante el 20 de noviembre del 36… ¡y este libro de
ahora!
Si en el odio cerval no estoy de acuerdo con
Núñez Florencio, sí que lo estoy con seguridad, a pesar de lo antedicho, con
que caben “otras interpretaciones” y sobre todo otros modos de contar. De José
Antonio es posible que supiera bien poco hasta leer este libro, pero de
expresión escrita estoy razonablemente bien despachado (siendo la humildad la
verdad). Ignoro si la parte, digamos, biográfica, ideológica, se ajusta o no a
los hechos sucedidos que relata, interpretables muchos de ellos, ¡es lógico!;
pero la adjetivación subjetiva, ¡vive Dios!, de muchos de dichos escritos y
hechos son de Thomàs, que no del biografiado y así, sin solución de continuidad
y a piñón, en este libro: siempre los políticos de la derecha de la época son
malos, los falangistas unos pistoleros (los militantes de la izquierda, sor Citroën), los falangistas son
grandes tiradores porque siempre asesinan a muchos rojos malos y estos no le dan un tiro ni a un cortijo cerrado (asesinan
a alguien el autor pone sordina), aunque algunos falangistas no son asesinados,
sino que caen –ya sé que se les
llamaba caídos-, pero también lo son
para el historiador (¿o es que es falangista el profesor Thomàs?): podría
reproducir pasajes y pasajes donde se muestra de forma inequívoca el plumero
tendencioso que quita polvo de unas figuras y sobre otras lo acumula y ensucia.
José Antonio
ni me va ni me viene… Me interesa como Azaña y como Prieto y como “el Botas”…,
pero lo que sí me molesta es que me quieran tomar la coleta con los años que ya
tengo… No, no me ha gustado nada el libro y me ha molestado por el dinero
invertido y más aún, qué duda cabe, por el tiempo dedicado a la lectura de la
obra. He perdido una ocasión de oro de leer algo más equilibrado: ¡lástima!
(¿Alguna sugerencia?).
¿No he
aprendido nada del presente libro? Sí, claro, pero desconfío a veces de quienes
dicen “mentiras piadosas”, “mentiras a fuer de inexactos”, porque suelen
coincidir con quienes también las dicen menos piadosas… Tergiversas la realidad
a base de enfoques, adjetivaciones, hipérboles, etc. y termina uno por no saber
a qué carta quedarse: si fue como se describe o sobran matices y adjetivos y
cuando lo maniqueo se repite una y otra vez… ¡gualo gualo jalalamanduchi!, que decía el mago.
No me vaga entrar
en detalles, no me merece la pena, pero quien quiera conocer a José Antonio, si
tiene otro camino, que no escoja la obra del profesor Thomàs, que son su pan se
lo sope.
* * *
Portada del libro que muestra un José Antonio "estrecho de pecho".
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