Ignoro si aporía o paradoja: no
lo sé. Lo expongo y usted la nombra.
Todos observamos que los medios
de comunicación interpersonal se han multiplicado exponencialmente. Teléfonos
móviles, correos electrónicos, conferencias con pantallas que nos muestran a
nuestro interlocutor… Listas interminables de “amigos” en los espacios creados
para ellos: amigos de las cacatúas verdes, socios en defensa del martín no
pescador y de la hormiga usurera… El campo se abrió insospechadamente y sin
límites. En los medios unos ven “amigos”, “colegas”, “consumidores”, “socios”,
“compinches”, “camaradas”, “prójimos”, “hermanos”, “enemigos”… El campo se
quedó sin puertas. Hacer el bien o el mal… ahí tenemos medios inacabables,
inabarcables…
El
español, como lengua, no está ducho en delimitar relaciones: amigo, colega,
compañero, conocido… El trato superficial lleva a algunos a calificar al otro
como “amigo”, cuando apenas llega ni a “conocido”. Los medios y la imprecisión
nos dan alas para las relaciones. El hombre es animal, racional y dependiente:
dependemos de los demás, estamos con los demás, somos por los demás… y si no…
¡no somos! Lo sepamos o lo ignoremos. El animal tiende a la junta, al
gregarismo, al otro…
Medios
casi ilimitados, amigos muchos y conocidos más… ¿y por qué no logramos vernos?
¿¡Cuántas veces no repetimos aquello de “tenemos que tomar un café”, “A ver si
quedamos las familias para almorzar”, “Hemos de quedar para hablar. ¡Tengo
tanto que contarte!”, “Debemos vernos, charlar… ¡contarnos!”, etcétera etcétera?
Fórmulas de obligación, de necesidad sincera de comunicarnos con el otro…
Mañana…, nos veremos mañana, mañana, un mañana que se procrastina
indefinidamente. Ese mañana no es como aquel del que se decía: “palabra del
embustero, día que nunca llega”. No. Es un mañana deseable, deseado, amable,
que quisiera ser casi tangible…, pero inalcanzable. Queremos a quienes nos rodean
de cariño, cercano o lejano, nos gustaría comunicarnos (“estar en contacto” es
una burrada léxica)…, pero sigue siendo imposible.
Aumentaron
los medios, aumentaron las relaciones…, pero el tiempo es siempre idéntico. Todos
los días tienen 24 horas y no estiran como la goma… El tiempo es insuficiente
para tratar a cuantos queremos tratar, comunicarnos, charlar, ver
personalmente… El tiempo no se multiplica indefinidamente. Solo el orden ayuda
a adecuarlo, a invertirlo con sentido, pero no nos proporciona los medios que
necesitamos para llegar a todos cuantos queremos, a todo cuanto deseamos,
anhelamos… La vida tiene un fin que es la muerte. Punto y final. Pero en medio
hay muchos puntos y seguidos: las limitaciones de todo tipo (¡no solo las
temporales!)… El paso del tiempo y los quehaceres nos hostigan, nos erosionan,
nos doblegan a ratos, nos preparan para la despedida, si hay lugar para ella.
No
le dé más vueltas. Servidor se las dio: esto es lo que hay. Más deseo de comunicarnos
de disfrutar con los demás que disposición de tiempo: no hay otra.
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