Querido charlie:
No olvido el comentario de
Delibes al tipo rico aquel que, tras un viaje por la Rusia de la miseria, decía
que allí se vivía bien, y era cierto, venía a decir don Miguel: los ricos viven
bien en cualquier parte. Esta versión es idéntica a la de nuestro amigo Manolo:
un “todoterreno” es un billete de 500€ porque eso anda por donde lo pongas…
¡cómo son los ricos, charlie, coño!
Me dicen, y he visto de pasada, y
no le he prestado mucha atención porque me temo dónde va a terminar esto, que
se anda hablando en España de la eutanasia: no quieras convencer a quien no
quiere ser convencido. Supongo que los intereses que hay detrás de este asunto
son los de siempre: el demonio, cuando se aburre, mata moscas con el rabo… Y se
aducirá que es un problema de elección personal y, por tanto, de libertad (?) y
todo ello cubrirá las vergüenzas de una carga de viejos que pronto vamos siendo
y que no hay erario que lo cubra. Se dijo que no íbamos a caber en el mundo y
se cortó la natalidad por todos los medios, sin importar si éticos o no: porque
siempre menos tocamos a más; ahora resulta que el número de viejos reventamos
las estadísticas (especialmente en España)… Uno, que no se chupa ya el dedo, ve
detrás de todos estos efectos, te lo tengo dicho, charlie, y piensa que hay
“intereses creados” y quienes pueden aumentar esos intereses son quienes los
tienen y que, al final, son los poderosos y los ricos, porque los pobres, con
dejarnos caer muertos donde estamos, cumplimos; y no tenemos intereses que
guardar en la manta llena de chinches.
El horror del holocausto nazi no
fue una ocurrencia repentina… ¡no, tú lo sabes, charlie! Aquel efecto era la
suma de muchos poquitos que terminaron armándola bien gorda. Se comenzó con la
eugenesia, queriendo mejorar la raza: más altos, más rubios, más fuertes, más…:
mismamente el salto del cerdo común al yorkshire, pura belleza; pero siempre
las siete y media es juego de difícil alcance y el hombre tiende a pasarse
porque la avaricia y el egoísmo meten presión a la ansiedad. Nietzsche y Marx,
dos caminos para llegar el Hombre Nuevo, que hallamos años después en Un mundo feliz de Huxley, emoción y
perfección, equilibrio y belleza del taylorismo… Esculturas de atletas en las
olimpiadas de Berlín, trabajadores esculpidos en la madre Rusia… Y Hitler era
un monstruo, pero es que engendrar a ese Hombre Nuevo no era solo tarea de
alemanes tarados -¿todos lo estaban?-, sino que acompañaban un sinnúmero de
intelectuales palmeros de países como Francia, Gran Bretaña, Bélgica, Países
Bajos, Suiza, Checoslovaquia, Argentina, Rusia… y Estados Unidos donde, como en
Suecia, los deficientes mentales fueron esterilizados forzosamente hasta los
años 70 del pasado siglo, es decir, que no es cosa, charlie, que surja de
pronto, purititita casualidad, ¡cáspita qué cosas tiene la señorita Pepis!, no:
aquellos polvos trajeron esos otros lodos.
Había que controlar a la chusma,
había que contener su desmán reproductor que multiplicaba el mal, la incultura,
había que hacer desaparecer a los estúpidos y los mermados… Era claro que para
William Butler Yeats esto sería así… ¿Se refiere al místico poeta irlandés? Sí,
sí… al poeta irlandés y a Keynes, el economista, y al Churchill de la sangre,
el sudor y las lágrimas y el Bertrand Russell, tercer conde de Russell y
profesor de Cambrigde… Todos, ya ven, de casa fina y bien, ¡y hasta la delicada
señorita Virginia Woolf!, citada en las paredes como gran feminista, futura suicida
–pobre mujer-, aristocrática y sensible… será quien, tras tropezarse en un
paseo con una “larga fila de imbéciles”, escriba en su diario: “Era algo
absolutamente horrendo. No cabe duda de que hay que matarlos”. Y ella sabía de
qué hablaba porque tuvo un hermano con una discapacidad psíquica con quien
compartía sus comidas infantiles.
Charlie, querido: “No cabe duda
de que hay que matarlos”. Libremente el pobre elige eliminar al familiar a
quien no puede atender en casa o en el hospital y así, libremente, elige quitarse un peso de encima; opta, libremente, por el suicidio quien, rico y poderoso, durante muchos
años de su vida, al ver su decadencia, su decrepitud, humillado por sus
limitaciones, opta, te digo… libremente
por que lo maten, lo suiciden, le apliquen un veneno en vena… En este mundo de
locos luchamos para evitar la guerra, la pena capital, batallamos y sufrimos
para que no se aplique la jeringa mortal a nuestras mascotas: ese perrillo
viejo, sordo, enfermo, a ese gatillo que tantos años de compañía nos ha
deparado…, pero al vecino del 5º… que le den el pasaporte porque, en realidad,
es un viejo que solo jode el pasodoble y molesta a sus hijos, que no sirve para
nada, que padece…, que lo maten…
—
Por favor: Póngame una de eutanasia aquí para el
viejo
Decía Valle-Inclán, charlie, que
matan los años cuando no te matan antes los médicos, ¡ya sabes cómo era el
gallego! Yo creía, sin embargo, que aquí en España moriríamos, tú y yo, en el
moridero de alguna residencia de pueblo…, pero al paso que vamos, no te ocupes
porque ya se ocuparán de nosotros… ¿Sabes, charlie, igual me largo de aquí
antes de que empiece la escabechina?
Tucho Castelo.
Como Siempre,encantada de leerte,claro,con la precisión del erudito y la sencillez de lo cotidiano.Me gusta!!!
ResponderEliminarAunque ya no pueda retener nada
Ahí Antonio!!!
ResponderEliminarQue ya lo escribí, yo ya no estoy para estas cosas