Querido charlie:
Tú que has vivido tanto, tú que
sabes de tanto con esa filosofía de la calle mamada en las barras de los bares,
en el mármol de las tabernas y de las tascas… En tertulias de parque y pipas,
en jugadas mil de dominó… Tú que sacaste siempre matrícula en la asignatura de
Mundología y se te otorgó cátedra de la materia por petición popular…Tú que
hablaste con tantas y tantas personas tan varias, que viste y meditaste a solas
y con otros, que eres leído y escribido…,
coño, déjame que te pregunte, tú.
Te cuento. No había cumplido los
21 años y ya empecé a estar dando clase. Me metieron en un aula con tres años,
cumplo 57 y en ellas sigo. Doy mis clases, preparo mis clases, he dispuesto
apuntes, metodologías, estrategias y biblias en verso sobre educación… ¡las que
no están en los escritos! He dado más clases que años tiene el palo de la
bandera del TEAR… y aún me sigo preguntando, y te pregunto: cuando veo las
noticias y observo que cientos o miles de personas en horario laboral acuden a
protestar a la puerta de cualquier organismo: juzgado, hospital, delegación del
gobierno, calle arriba o calle abajo, con sus pancartas, con sus eslóganes
ensayados, con sus bicis y una semana de marcha de protesta, con sus camisetas
para el encuentro… Me pregunto, charlie, ¿todos estos payos dónde trabajan, a
qué se dedican, de qué coño viven…? Yo desde antes de tener uso de razón no
podría asistir a las 11:00 a la manifa -como dicen los postgilipollas ahora-
para protestar de que estoy hasta los mismísimos hue…sos de tener el mismo
sueldo durante años, más problemas en el empleo, más impuestos, más ruido y
mierdas en las calles… Para decirles a los políticos, a muchos de ellos, que
son un truño seco en mitad del carril… Que me molestan sus razonamientos
irracionales para bebés de teta, sus distintas varas de medir, su indecencia,
su falta de vergüenza y de dignidad… Que ya se pueden reír de su madre, viva o
muerta, que de mí no lo hacen. ¿Se puede saber a qué hora salgo yo a la calle a
decir todo eso… si estoy metido en un aula diciéndoles a mis alumnos que no se
miente, que Manrique fue un excelso poeta, que don Camilo fue premio Nobel, que
no es necesario dar voces para hablar con el otro ni dar un portazo para cerrar
una puerta…?, y mientras, charlie, esos ingentes rebaños de gentes españolas…
ahí están con sus pancartas, sus banderas, sus gritos, sus pinturas y su coña
marinera. Y… ¿dónde laboran, de qué nóminas cobran, qué venden…? Yo estoy
encerrado. Los miro y los hay de todas las edades y, por supuesto, no son
jubilatas… Los jubilatas se levantan cuando quieren o les dejan los nietos o
sus nueras, beben vino en la taberna que quieren, van a protestar o a dormirse
la siesta del carnero a la hora que les brote…, pero ¿y esos seres jóvenes…? No
te insisto, charlie… ¡de qué… coño… viven!
Espero tu respuesta, pero te
adelanto, me temo, que muchos de ellos viven de tu declaración de la renta y la
mía -¡¡míralos!!: los hay para todo, para un roto y un descosido-. Si yo
pudiera, que no puedo, porque estoy en el currelo, me acercaría a hacer una
encuesta para preguntarles. Fíjate que, sin embargo, me temo, me falta el cuajo
de hacerlo… y cada vez más me voy apuntando en el club de fans de Ochoa, el tío
ese de Dios no come caracoles…, que
echó por la calle de en medio porque le debían de dolor los hue…sos como mí de
mamar tanta porquería.
Espero, muy de veras, que me des
cuenta y razón de este asombro mío…
Tucho Castelo.
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