31 de julio de 2017

Alonso, Dámaso: GOZOS DE LA VISTA. POEMAS PUROS. POEMILLAS DE LA CIUDAD. OTROS POEMAS. (2 de 3)


 El momento creativo en que nacen los Poemas puros… -segundo poemario de este volumen, versos de los años 19 y 20- es muy distante de los años cincuenta en que se crearon los anteriormente comentados -Gozos de la vista-, y me pregunto ¿por qué no los colocó cronológicamente? No lo sé. Lo busco y no lo hallo.

  De estos poemillas que componen la obra Poemas puros sí había leído hace años algunos de ellos, sueltos, en alguna antología… Quizá haya comentado alguno, pero ahora, de nuevo, al leerlos todos seguidos, casi de un tirón, me dejan una penita pequeña, una melancolía dulce y lejana, un rescoldo de recuerdos semejantes a los del poeta.

Compuesto en cinco secciones hallamos en el libro temas clásicos de la poesía de siempre: la muerte y el amor, el paso del tiempo, pero todo ello sin angustia, sin estridencias, dudas sencillas de quien sigue de camino (es siempre la poesía de Alonso revelación de una persona inquieta, a veces angustiada -recordemos muchos de los poemas de Hijos de la ira-, ser que anhela hallar en su camino el sentido de la propia existencia, de la vida toda, de la verdad, del destino con su final de mortalidad o trascendencia). Insisto que en este libro todo se desenvuelve con la suavidad de lo cotidiano. Me gustan los escritores, en el género que sea, que escriben de lo ordinario sin destemplanzas, sin estridencias, sin anormalidad, con la misma calma con que enterramos al padre, al hermano, al amigo, al hijo… y sabemos que esas son “cosas que pasan” o nos felicitamos por ese mismo padre, hermano… Quedan en los poemas apenas esbozadas las escenas, los sucesos, los momentos, y es en la reticencia donde el lector completa con su sentir y su imaginación aquello que silencia el poeta. Es posible que alguien hable de la intrascendencia de esos versos, y se equivoca, opino; está la vida de cada uno de nosotros hecha y trenzada de esas intrascendencias que hacen la soga que nos alarga hasta la muerte como final, y no como sentido, creo firmemente.

Sí, recuerdos de un pasado y un presente amable… ¿Qué tienen esas tardes de domingo que invitan a la pereza, la depresión, el otoño y el sufrimiento? Es curiosa la coincidencia en ese momento semanal. Recuerdo ahora varios escritores que han hablado de él. Y explica Viktor E. Frankl, el psiquiatra, qué es la neurosis dominical, pero esos son otros lópez.

Amadas que no tuve me han trenzado
la vida entre los libros.
Y danzaban desnudas en las letras.
Ahora, todas se han ido.

 Es curioso que en mi anterior entrada, sin recordar los versos que ahora citaré me llamó la atención aquella pregunta de Alonso en la que inquiría por los orígenes, por la nostalgia de un pasado confuso y el anhelo de la plenitud que se completa en el Otro. E insiste Alonso en ello:

Todas las cosas vuelven a la causa.
Y la matriz del mundo
indefinidamente se fecunda.



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