El
único libro de Maeztu que había leído, hasta este que ahora comento, había sido
Don Quijote, don Juan y la Celestina, aún recuerdo que
me lo prestó un compañero de clase: Antonio Roselló. Era una edición de Austral
como la que yo compré muchos años después de segunda mano, creo que en Santiago
de Compostela.
Con Ramiro de Maeztu siempre
tuve la sensación de que lo colaban de rondón en la generación del 98 y que le
echaron siete paletadas de tierra rojiza los historiadores partidistas de la
Literatura española del tardofranquismo. Supongo que no se refería a Maeztu el Excelentísimo,
que no ilustradísimo, señor presidente actual del Parlamento andaluz cuando
afirmaba que "La derecha no hace prisioneros, solo sabe
matar y, si es posible, en las cunetas", pues a Maeztu lo asesinaron a
finales del 36 en una de las sacas de la cárcel Modelo de Madrid unos pistoleros
anarquistas… A los que le dijo la famosa frase: “Vosotros
no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero: ¡Para que vuestros
hijos sean mejores que vosotros!”, ya se ve que el sobrinete ideológico de
aquellos nos ha salido rufo, bocón y bochinchero…
El libro
que comento está publicado en 1899 y compuesto por artículos escritos en
distintos periódicos en los años anteriores y agrupados bajo tres epígrafes: I Páginas
sueltas, II De las guerras y III Hacia otra España. El estilo del
autor me atrevería a decir que es musculado y directo, con nervio, enérgico y
yendo al grano de lo que trata. Se le entiende a la primera y de una vez, y lo
que es peor… que aquello que criticó hace más de un siglo se puede publicar
mañana en la prensa diaria española… ¡y no ha perdido actualidad salvo los hechos
históricos puntuales! La crítica a la actitud de los españoles, la comparación
que no resistimos con otros países de Europa… ¡o sí!: y los mejoramos… La
continua reclamación de independencia de Vascongadas, como él escribe, y de
Cataluña, la división de opiniones irreconciliables… quizá formen parte de la
intrahistoria española, de la masa de la sangre del celtíbero fetén, de la
España eterna.
Algunos artículos expresan y delinean de
maravilla el ambiente de dudas en la política, en los periódicos, en el pueblo
común ante hechos trascendentes de la Patria y sus hijos. La encarnizada
enemistad entre unos y otros. El espectacular peso de los periódicos donde se
opina sin fondo ni lindes y donde ayunos, en muchas ocasiones, de información veraz
e ideas claras sobre lo que escriben… ensalzan, apabullan, hunden, critican,
rompen, cosen o rasgan. Y así de blanco en blanco y de turbio en turbio vamos
echando un siglo sobre otro haciendo historia, una historia que Ortega pensaba en su España invertebrada que no era sino «la
historia de una decadencia». Si la
prensa se muestra omnipotente, la pereza del español es imbatible: España es un
pueblo con un triste destino, afirma Maeztu, un pueblo agonizante que camina
hacia una “Gloriosa y heroica hecatombe” (p. 137) y lo profetizaba con el
anuncio de lo que sería la salida de España de las Antillas… Y así fue (y peor
aún, ¿cómo profetizar lo que vendría en el 36 y en concreto para él donde unos
desalmados armados decidieron poner fin a su vida?).
Enemigo
de los planteamientos absurdos de la guerra con Estados Unidos, de los disparatados
planes políticos con respecto a las colonias… Maeztu conoció de primera mano
cuanto allá sucedía y lo contó con la vehemencia de quien se sabe de parte de
la razón, con la verdad… y se ve vencido por la idiocia, la opinión ignara y
una mayoría tan iletrada como culpable.
Hace unos días tuve
noticias de un libro, Poder, economía y sociedad en
el sur. Historia e instituciones del capitalismo andaluz (Centro de Estudios Andaluces) del profesor
Arenas, de la Universidad de Sevilla, en donde se denunciaba el terrible
estancamiento, la pereza continua del capital en mi Andalucía… ¡Pues de esos capitales muertos ya hablaba hace
más de un siglo Maeztu! Y yo me pregunto ¿qué necesita esta España para ponerse
en pie y andar y progresar? Progreso no es movimiento. He escrito progresar y no abalanzarse ni arremeter,
que es lo que hacen esas cabezas tan españolas de ayer y hoy, especialmente
entre nuestros políticos. Una piensa, nueve embisten,
decía Machado.
Lo que
Maeztu escribe sobre las reclamaciones de Cataluña ayer, bien puede publicarse
hoy. La España de ayer, con otros titiriteros, es la España de hoy, con levita
o descamisada, con corbata o sin ella, en zapatillas, alpargatas o zapatos de
cabritilla.
Quien desee darse un paseo por la historia de
ayer que nos llega hasta el tuétano de hoy, que lea esta vibrante obra de
Ramiro de Maeztu. Ojo: absténganse inteligencias pusilánimes.
Antonio, acabo de llegar de viaje, y he visto tu artículo. Perdona que no haya podido contestar antes. Ahora mismo, quizá más tarde, podré echar un vistazo a tu artículo; tengo muchos correos electrónicos atrasados. Tengo intención de leerlo, pero también tengo mucho trabajo atrasado. ¡Uf!
ResponderEliminarYo creo, Antonio, que Maeztu dio en la diana de España, y ahora le das tú con lo que dices aquí. Por otro lado me parece sencillamente heroico lo que dijo cuando iban a matarle. Yo no he leído nada de Maeztu, pero lo pongo en la lista de autores a leer. Creo que personas así hacen falta hoy en nuestra sociedad española, ante los esperpentos que vemos en la tele, de algunos políticos. Haces justicia a Maeztu. La historia de ayer que nos llega al tuétano de hoy. Los escritores universales han tenido una visión clarividente de España. Y yo creo que Maeztu es un autor a tener en cuenta para leer. Un fuerte abrazo desde Granada.
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