6 de noviembre de 2015

Alexander A. Parker: LOS PÍCAROS EN LA LITERATURA: LA NOVELA PICARESCA EN ESPAÑA Y EUROPA, 1599-1753





                Quienes de ordinario hacemos del ordenador una necesidad en nuestro respirar cotidiano estamos atados de pies y manos a él. Dependemos de todo lo que en él hay: agendas, datos, textos, archivos del trabajo, de nuestra organización personal, profesional… Mas, ay, cuando se rompe o se va al garete, te lo roban, se encastilla en sus trece y se rebela… Entonces es un sinvivir: casi falta el oxígeno. Me confieso adicto a la necesidad del uso de la máquina y lo que en ella tengo para trabajar, insisto, y organizarme para sobrevivir… ¡Pues hace no sé cuánto mi máquina se ha ido de farra durante unos días! Y yo anduve como indio sin caballo.
Entre lo que estos días de recuperación echo de menos se halla una crítica que escribí a un libro de Alexander A. Parker, Los pícaros en la literatura: la novela picaresca en España y Europa, 1599-1753 (Madrid, Gredos, 1971). Ignoro absolutamente dónde ha ido a parar, es más estaba seguro de haberle dado entrada en el blog, pero no fue así… Dios le dé buena ventura. Voy a intentar reconstruir lo que recuerdo que más o menos escribí en aquella supuesta entrada hoy perdida.
El primer recuerdo que tengo de esta obra fue el verla en el escaparate de una librería, Lumen, que estaba frente a la Escuela de peritos –donde hoy se alza imponente, prepotente, dominador… el edificio de El Corte Inglés-, allá, en mi pueblo. En aquella librería (para los más jóvenes indico que en esos locales se vendían libros y solía haber un señor que las atendía, el librero, que sabía bastante -incluso a veces mucho- de libros y que aconsejaba, opinaba, orientaba, etc. ¡y no tenía ordenador! Tenía, ya no recuerdo si tres o cuatro volúmenes, cada uno de un color distinto, que daban albergue al ISBN y a listas de temas, autores, editoriales, títulos y donde se consultaban los detalles concretos sobre estos extremos).
Allí vi yo por primera vez el libro de Parker. Luego estudié sus teorías en la facultad, pero nunca tuve oportunidad de acercarme a la obra para leerla, mas ahora se dio el caso.
A veces ocurre. Esperé tanto, transcurrió tanto tiempo para la lectura de esta obra que luego…, al final, no se cumplió todo cuanto se anhelaba en esa víspera del gozo que es la ilusión. Parker tenía sus propias teorías que discutió con unos y otros. Para él el pícaro es un delincuente que nace del humus concreto de una España donde la Contrarreforma ha echado raíces. El Lazarillo no es propiamente obra picaresca para él, pues Lázaro es impropiamente ese delincuente. La picaresca comienza con el Guzmán de Alfarache, pasa por el Buscón que es su punto máximo de excelencia y se termina con Estebanillo González, quedando por el camino La pícara Justina
         He leído con gusto la obra, aunque reconozco que ya algunos recovecos de la Historia de la Literatura me resultan lejanos y ajenos (el otro día oí a un joven profesor sentenciar que "La literatura ha muerto". Descanse en paz ese profesor). No recordaba haber leído nada en particular y tan detallado sobre El aventurero Simplicíssimus y sobre las Fortunas y adversidades de la famosa Moll Flanders de Daniel Defoe que tampoco me han animado en exceso a ocuparme de ellas.
         De momento saco ánimos para volver sobre el Guzmán, la obra que más lejos queda en mi recuerdo, pues el Lazarillo, por necesidades del guion profesional aún sobrevive en algunas lecturas escolares –eso sí: adaptadas-. También abro intención de releer La pícara Justina, libro que estoy seguro que, al menos, hace muchísimos años empecé a leer, no recuerdo si la continué y de la que tengo muy vagos recuerdos.
         Ya no tengo a mano las notas que tomé durante la lectura del libro de Parker y al releer esta entrada me da la impresión de que quien la escribió no estaba ni muy animoso ni demasiado acertado. No es posible estar siempre y de continuo a la altura de lo que se espera.

6 comentarios:

  1. Me alegra saber de ti y tu blog. He leído tu artículo parcialmente; las prisas de los ordenadores y de los que los manejamos... Más las clases, encargos... Yo lo que te puedo decir es que cuando leí por primera vez El Lazarillo de Tormes, me gustó, y en las otras ocasiones en que he leído alguna parte, más todavía. Sobre todo he leído obras en lengua inglesa, lo siento.

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  2. Hace tiempo que no te leía me alegro de ver el retwit de lolita, espero impaciente la continuacion

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  3. Al leer tu artículo, me han entrado unas ganas impresionantes de releer tanto el "Buscón" como el "Lazarillo" pero en "versión original". Qué buenos recuerdos me traen, cuántas risas, cuánta sabiduría aprendida...

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  4. Pues el repaso que le dio don Fernando Lázaro Carreter a propósito del Buscón fue de órdago. A don Alejandro, lo sacamos de Calderón y chirría. Y es que le van (iban) las alegorías y las interpretaciones rayanas en lo esotérico, de tal modo que caía muchas veces en lo exotérico.

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  5. tengo a la mano el libro que comentas. Una joya este libro crítico de Parker. Difícil rebatir sus argumentos, aunque trabaja sobre la noción del "delincuente", creo que el término es lo que problematiza el asunto, porque tal adjetivo tiene sus matices, sus variantes desde cada realidad. Por ejemplo, en la sociedad donde me desenvuelvo, un delincuente puede ser un asesino, un violador, entre otros delitos graves; sin embargo, el pícaro, en las obras que he leído, es más bien un vagabundo, un callejero, cuanto más, un ladrón, un transgresor de la ley por delitos que hoy en día pueden considerarse de "menores"...

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  6. Muchas gracias por su comentario. Estoy totalmente de acuerdo con usted: el debate entre si el pícaro era un delincuente o no... En fin, ya a estas alturas, me coge a trasmano... Disfrute, sí, disfrute de esas lecturas tan amables de los tiempos "dorados" de la literatura española. Un saludo.

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