Siempre
fue Franco hombre afortunado: tuvo suerte, baraka,
lo llaman en el libro y decían amigos y enemigos. Baraka es palabra de origen semítico
que significa ‘bendición’, ‘suerte’. Eso mismo que tantas veces lo oí decir
para Franco en un sentido negativo: “Fue un tonto con suerte”, lo oí en sentido
positivo para ¡Barak! Obama, para Felipe González Márquez y para Rodríguez
Zapatero, quien es posible que la tuviera y no destacó nunca por sus dotes y
capacidades intelectuales… Quiero decir, que no es justo que se cuelgue el sambenito
a unos y a otros no, pues, contra el refrán, quien la lleva no sabe siempre por
dónde hila… Con baraka o sin ella destacó como soldado al frente de las tropas
con las que luchó en África. Fue un oficial muy recto con sus hombres, exigente
con ellos y no consintió nunca ni la más mínima indisciplina ni la menor
trapisonda o chalaneo en el abastecimiento de sus soldados, fuera en el
material militar, en la comida, o en el descanso, cosa que siempre le
reconocieron las tropas subordinadas a él.
Fue
herido y condecorado; fue el general más joven de Europa… y no era un genio: lo
más que llegó a mandar fue un regimiento, pero es cierto que era el general más
joven y más prestigioso del ejército español, que tampoco era precisamente un
dechado de ejército ni nada parecido, si lo comparamos con los ejércitos
europeos de la época.
Sabía
yo de su distanciamiento de la política. Militar criado y crecido bajo la
monarquía, Franco admiró siempre a doña María Victoria Eugenia, la reina madre
(parece que también con don), pero no así ni tanto a su esposo, Alfonso XIII ni
a su hijo Juan, también conocido como don
Juan.
Las
relaciones con este merecen párrafo aparte. Su mal entendimiento lo conocía
servidor por otras lecturas, pero lo que no sabía –nunca he leído biografía, ni
me parece excesivamente interesante, sobre don
Juan- es que este era hombre sumamente influenciable. El consejo asesor
tenía un peso tremendo sobre este Borbón poco inteligente y distanciado de
España que la amaría mucho, nada que discutir, ni medida con que medir, pero
que se me antoja, por lo aquí escrito, bastante bobalicón y simple. Hasta el
mismo Juan Carlos mozo se asombra al conocer a Franco, pues pensaba, por lo
oído en la corte de Estoril (el ordenador autocorrige corte de Estéril:
lo que tiene su gracia y su sabor), en casa de su papá, algo bien distinto del
Franco que conoció y con quien trató y con quien, dicho sea de paso, yo pensé,
no siendo así, que tuvo más trato del que realmente tuvieron el joven Borbón y
el viejo General. Se ve que Franco estuvo, digamos, en una posición distante y
solo queriendo tener bien sujeta la formación del futuro rey de España (aun
cuando ni siquiera estaba absolutamente cerrada “su sucesión”) y poco más: no
quiso influir en el joven que llegó de Portugal, etc., que también es esa otra
historia ya próxima a cerrarse y que no me interesa demasiado ahora.
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