30 de enero de 2015

Don Quijote y Sancho van a la escuela de la mano de la RAE (III de V)




          Vamos a por el punto quinto. En principio, parece, que todos tenemos claro que es necesario leer porque es bueno; que El Quijote en cuanto novela es excepcional y maravillosa y, por tanto, deducimos que también es bueno leerla, aunque seamos pocos los que leemos y menos aún quienes leemos y hemos leído y amamos el Quijote. Todo esto que se nos antoja tan evidente no debemos olvidar que puede ser verdad y no haber pasado, es decir, que las verdades axiomáticas no existen, insisto.
         La RAE, en este caso, metida a redentora de causas, cuando menos añejas, ha asumido la cualidad moral del gerente, experto en burocracia -personaje que tomo de MacIntyre. Los académicos van a desatascar el tubo ocluido desde hace más de un siglo y cortar con mimo el nudo gordiano: hacer accesible (¿?) el Quijote para la escuela. ¿Por qué? Porque ellos se atribuyen, sin saber cómo ni por qué, la eficacia y la pericia necesarias para solucionar el problema. Mas la dificultad es que la tal pericia resulta ser una ficción moral más, porque la clase de conocimiento que se requeriría para justificarla no existe. ¿Quién puede asegurar, cómo y por qué que la obra adaptada, o como la quieran llamar, es la obra idónea para la lectura que deben hacer los niños en la escuela y, más aún, de la lectura del Quijote en las aulas? La respuesta es obvia.
         Luego, se preguntará usted, y me pregunto yo, ¿por qué se han metido en semejante jardín? Don Darío Villanueva da explicaciones de compromisos históricos de la Academia que en ese trabajo se cumplen y porque hay una dificultad capital en la lectura de la genial novela de Cervantes: “La cumplida extensión de las dos partes de El Quijote, acrecentada por la interpolación de narraciones secundarias, así como la riqueza de su léxico y el amplio juego sapiencial, erudito y retórico del que el autor echa mano, frecuentemente en clave irónica, pueden convertirse, sin embargo, en barreras que dificulten la lectura de los más jóvenes”. Perdone, don Darío, ¿me está usted diciendo que debemos adaptar el Quijote por no ser obra idónea para los jóvenes (¡que Dios sabe qué significa para usted ser joven!)? Y me sigo preguntando ¿y si no es idónea para los jóvenes de donde nace el empeño de que lean esta obra y no otras miles que las hay que pudieran ser idóneas y dejamos para mejor momento la lectura de Cervantes? “¡¡Porque el Quijote es una obra imprescindible que debe leerse!!”. ¿Y puede decirme alguien dónde está escrita la obligación ineludible de la lectura de esa obra y para todos los españoles, habiendo sido mucha más la humanidad que no la leyó que la que lo hizo, y el mundo sigue por sus pasos contados?
         La capilla Sixtina es obra de enorme complejidad artística, como lo es el cuadro de Las Meninas, La rendición de Breda o La fábula de Aracne (conocido como Las hilanderas)…, mas ¿quién se atreve a quitar lanzas en La rendición, una enana y un perro en Las Meninas, el gato en Las hilanderas o un cuerno en El Guernica? ¿Acaso no sobran páginas en Los hermanos Karamazov, no es muy complejo Faulkner y muy lioso el Ulises de Joyce…? ¿¡Y a quién se le ocurriría reducir sus páginas para que se impartiesen y leyesen con mayor facilidad en un ámbito académico, en la escuela en concreto!?

2 comentarios:

  1. Todo esto me recuerda la reducción de distancia en el campeonato de España de marcha en ruta... Del 50 kms al 35kms... ¡para que los jóvenes poco a poco se vayan acostumbrando a las grandes distancias!... ¡y los no tan jóvenes estén más descansados!... en fin... ya lo decías el otro día... cuando hay que explicar lo evidente...

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  2. Lo habré escrito aquí quizá y también es posible que te lo haya dicho con palabras de nuestro amigo Julián Marías... "corren malos tiempos cuando hay que explicar lo evidente". Gracias por tus comentarios.

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