26 de octubre de 2014

El pequeño Nicolás. Prólogo a EL DONCEL DE PROSPERIDAD, SUS FORTUNAS Y ADVERSIDADES




Yo, el llamado en los pliegos de cordel pequeño Nicolás, tengo por bien y bueno para todos que esos mismos todos tengan noticia cuando esto leyeren de mis tan cacareados hechos ya por doquier, y por desventura muchas veces cantados y recitados. Por bien servido lo doy, pues entiendo son sucesos tan ocurrentes como delirantes y brillantes, y considero pues, como Vuestra Merced me dice, no merecen la sepultura del olvido, aunque no sirvan ni de ejemplo ni escarmiento, pues aquí, cuanto de más alta alcurnia y más limpio linaje se es más ladrón se hace que caco, e imposible es ser condenado a presidio o galeras, que a una mancha otra mancha la tapa. Es seguro que cuantos lean mis acaecimientos hallarán agrado y lisonja, viendo que, siendo yo joven doncel, más digno de lástima y pena que de desdén y condena soy.
Si a este propósito dijera Plinio que no hay libro, por malo que sea, que no tenga alguna cosa buena, mas a mi favor; mayormente que los gustos no son todos unos, mas lo que uno no come, otro se pierde por ello. Y así vemos cosas tenidas en poco de algunos, que de otros no lo son: algunos reirán de mí, y otros de quienes saludé y con quienes anduve saludando, si yo listo, ellos estultos todos del Rey abajo. Y esto para que ninguna cosa se debiera romper ni echar a mal, si muy detestable no fuese, sino que a todos se comunicase, mayormente siendo sin perjuicio y pudiendo sacar de ella algún fruto, y así pido que dé noticia de ella señor doctor don Daniel. Porque, si de otro modo aconteciese, muy pocos escribirían para uno solo, pues no se hace este arte sin trabajo, y quieren, ya que lo pasan, ser recompensados, no con dineros, mas con que vean y lean sus obras y, si hay de qué, se las alaben. Y, a este propósito, dice Tulio: «La honra cría las artes».
Dicen los galenos que tengo una florida ideación de tipo megalomaníaco, ¿pues de ser así qué no acharan a Homero por su Eneida o a Platón por su República o al Pujolets, predicador de trolas y fervorines durante décadas a cuenta sin cuento de una herencia? ¿Acaso tienen por menudencia semejante florida ideación donde pringaron, y el pico hincaron, poderosos y acaudalados supuestos señores que hoy, ladinos, callan? Si puse mi vida al tablero fue por el deseo de alabanza: eso hízome poner en peligro; y así en las artes representativas: las fotos, las grabaciones, los besamanos e ir del bracete de ilustres, algunos sin lustre, pues mismamente que en las letras y las artes o la milicia mi afán fue sobresalir y recibir alabanza y loa. Pocos maravedís saqué de mis muchos peligros, siendo otros quienes con menos esfuerzos y más canalla se alzaron con el santo y la limosna, pues anduvieron donde sin cuento los dineros andan, ay, poniendo a tuerto o a derecho su casa… hasta el techo. Ahí tiene Vuestra Merced ejemplares de toda laya, origen y procedencia, estirpe de ladrones, bandoleros, forajidos y malhechores de diversos reinos y nobles casas de las Españas: dineros un rato largo hubo para Rato y sus cuadrilleros, importáronle a Blesa un bledo viejos, parados y desahuciados, que a todos púsolos mirándolos para el tajo de Ronda. ¿O acaso cree voacé que no quedó don Elipio, por meterle a los poderosos el dedo en el ojo, como san Pirulo, que yendo de cara, quedó virgen del pito y mártir del culo?
Y todo va de esta manera: que, confieso no ser yo más santo que mis vecinos, de esta nonada, que en este grosero estilo escribo, no me pesará que hayan parte y se huelguen con ello todos los que en ella algún gusto hallaren, y vean que vive un hombre con tantas fortunas, peligros y adversidades. Sí confieso y digo que emparento con los españolísimos Lázaro de Tormes y la señora Justina, el Guzmán de Alfarache y con don Pablos, más algún otro, pues el tiesto ha de salir a la botija, más nada quiero saber con los arriba citados que no tengo por pícaros a esa camada, sino sí por hideputas, follones y malandrines, si no por carne de presidio, perversos facinerosos a quienes Dios, desde su gloria, confunda y condene, y no a palos.
Suplico a Vuestra Merced reciba el pobre servicio de mano de quien lo hiciera más rico si su poder y deseo se conformaran. Y pues Vuestra Merced escribe se le escriba y relate el caso no muy por extenso, parecióme tomarle por el punto y hora en que ahora está, y vaya teniendo entera noticia de mi persona, y también porque consideren los que heredaron nobles estados cuán poco se les debe, pues Fortuna fue con ellos parcial, y cuánto más hicieron los que, siéndoles contraria, como es mi caso, con fuerza y maña remando, salieron a buen puerto, queriendo sobrenadar junto a los ricos y los buenos, aunque remaneciera, su seguro servidor, desde barrios que no son ni lo uno ni lo otro, aunque sí de honradas y probadas gentes.
                               Francisco Nicolás Gómez-Iglesias, del barrio de Prosperidad.

3 comentarios:

  1. muchas gracias.....eres un genio y no hay género que se te resista....

    ResponderEliminar
  2. Da la sensación de un oficio de juzgado. De falta de ritmo. De frases, en ocasiones, sin sentido.

    ResponderEliminar
  3. Mi querido ANÓNIMO hoy en esta España judicializada todo se convierte en un auto... judicial, desde las primeras páginas de los periódicos hasta las conversaciones "black" de las tabernas... El movimiento que en estos días se demuestra robando…, el ritmo auténtico, el verdadero ritmo narrativo de España lo llevan quienes nos están pelando como a los pollos en Utrera y nos han dejado hasta el pobre patio de Monipodio, en otros tiempos solar con cierta dignidad, hecho un descampado. A ver si en la próxima lo escribo mejor y con más tino... Muchas gracias por su comentario. Con afecto.

    ResponderEliminar