Leer a Valle es disponerse a
aprender con él en las fuentes vivas del vocabulario variopinto de lo vulgar y
lo culto, lo hispánico y el español del otro lado del charco. Asistimos al
alumbramiento del vocabulario de la germanía, el verbo barriobajero y marginal,
lo tabernario y lo vulgar, junto a términos de jergas, neologismos, palabras
que cobran nuevos rebrillos al deformarse o conformarse en contextos dialógicos
solo imaginables por el genio y es allí donde la palabra nace y se rehace,
cobrando, por su pronunciación deformada, o por su sentido, un significado
asombroso, casi mágico.
Apunto
algunas expresiones: “una hembra tan barbi”, que interpreto como un neologismo
por acortamiento léxico, derivando barbi,
entiendo, de barbiana, es decir: desenvuelta, airosa, gallarda, achulada,
arriscada… (En el Diccionario de
argot español, de León se puede hallar este término; pero no en el de
Delfín Carbonell). “Un kilo de billetaje”, “Estirar el remo”, “aflojar los
busilis”. Me hace gracia el oído de Valle que juega con esa expresión que a
veces aún hoy, entre quienes menos se espera, se oye: “¡Me es inverosímil!”, dice
el ignaro pedante por “Me es indiferente”. Naturaca
por naturalmente; aciclonada neologismo derivado del
sustantivo ciclón que daría el verbo aciclonar y de este el citado
participio: ¡menuda tarasca! “Combina de mucho pote” por combinación, asunto, ocupación de mucha importancia (pote, seguro derivado de postín, palabra derivada del caló o gitano como afirma Corominas y recoge Tineo Rebolledo en su Diccionario
Gitano-Español). Cabildear, pendonada, zarandazo, chamelista, mamasita… Maricuela por marica, de por sí, diminutivo de María y por tanto, maricuela… más aún, pues dudo de su
origen del español chileno, maricueca. Guinda
que es otro acortamiento léxico de guindilla, ‘guardia’, en sentido despectivo.
“Una hembra tan de buten”, es decir, ‘Una mujer hermosa’…
Cruzan
por este teatrillo de la España astrosa y ridícula, la España trágica sin
tragedia, porque eso es el estafermo que nos retrata Valle de la España de los
veinte: la tragedia española no es
una tragedia, escribe. Espadones de más o menos estrellas o galones
se cruzan por sus páginas, recordemos al capitán Pitito, capitán de los équites
municipales; don Friolera, ese teniente tonante y tronado; bohemios, pelmas,
toreros, chulos de navaja y con coima, o sin puta ni navaja, organilleros,
churreros, taberneros, libreros, camareros, camelistas, trileros, putas
distinguidas sin distinción alguna… Es la vida que bulle entre las páginas de
Valle.
Permítame
el lector que me alargue por un regalo que deseo hacerle, la reproducción de un
par de acotaciones del genio gallego. De suyo estas acotaciones, escritas,
leídas, son un espectáculo y un regalo de este modelo estético.
ESCENA CUARTA
Una rinconada en el café Universal: Espejos,
mesas de mármol, rojos divanes. Mampara clandestina. Parejas amarteladas. En
torno de un velador, rancho y bullanga, sombrerotes y zamarras: Tiazos del
ruedo manchego, meleros, cereros, tratantes en granos. Una señora pensionista y
un capellán castrense se saludan de mesa a mesa. Un señorito y un pirante
maricuela se recriminan bajo la mirada comprensiva del mozo, prócer, calvo,
gran nariz, noble empaque eclesiástico. La SINIBALDA, con mantón de flecos y
rasgados andares, penetra en el humo, entre alegres y salaces requiebros de la
parroquia. Se acoge al rincón más oscuro y llama al mozo con palmas.
Entran el andoba del
organillo y un vejete muy pulcro, vestido de negro: Afeminados ademanes
pedagógicos, una afectada condescendencia de dómine escolástico. El peluquín,
los anteojos, el pañuelo que lleva a la garganta y le oculta el blanco de la
camisa como un alzacuello, le infligen un carácter santurrón y sospechoso de
mandadero de monjas. Le dicen el Sastre Penela. En voz baja conversa, con la
Sini. El golfante le muestra una fotografía entre cínico y amurriado.
¿Está
Valle vivo en el mundo de los lectores?, me pregunto. ¿Qué sería de Valle si Luces de bohemia no fuera lectura
aconsejada-obligatoria en tantos distritos universitarios para la selectividad?
¿Si no fuera por Luces qué alumbraría
hoy Valle?
De
momento, servidor, ante faenas como estas obras cree que solo resta achantar la
mui y hacer mutis por el foro y para más señas, Ruiz Fernández, Ciriaco, El léxico del teatro de Valle Inclán (Ensayo
interpretativo), EDICIONES UNIVERSIDAD DE SALAMANCA, Salamanca, 1981.
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