29 de abril de 2013

Miguel d'Ors: MANUEL MACHADO Y ÁNGEL BARRIOS


Ángel Barrios

     Inicio dubitativo el comentario de esta obra de Miguel d’Ors porque se me antoja complejo en su sencillez (aporía frecuente en la existencia). El resumen de la misma, que tiene dos partes, es simple: el libro es una investigación ejemplar por sus detalles, por el esfuerzo puesto, por la extensión de las búsquedas efectuadas, por el afán y el empeño que el autor ha realizado y todo ello para historiar una relación de amistad entre dos personas con un motivo de por medio. Si esta es la primera parte de la obra, la segunda es el libreto de la zarzuela de la obra La Lola se va a los puertos. Las dos personas de quienes nos habla d’Ors, como indica el título del libro, son Manuel Machado, poeta y dramaturgo sevillano, y Ángel Barrios, músico granadino. El motivo de la amistad de ambos es la relación que se establece con motivo de un trabajo común del poeta y su hermano, Antonio, con el músico para adaptar la obra de los dramaturgos, que tuvo bastante éxito en el teatro, y a la que Barrios iba a convertir, poniéndole música, en una zarzuela.
         Con este motivo y de esta relación nacerá una amistad que d’Ors rastrea en las cartas que se envían entre ellos, en las conversaciones de las que dejan escrito algo y que mantienen en Granada y Madrid, cuando se pueden ver. Acude el investigador infatigable a los familiares, a los archivos, indaga en los documentos, cruza los datos de sus investigaciones, realiza hipótesis y confiesa cuando no puede alcanzar certeza alguna que hasta ahí llegó el hilo de la cometa. Se me antoja que este modo de quehacer intelectual que quien suscribe ya conocía en este excelente y singular profesor -hoy ya por desgracia para quienes fueron sus alumnos y, a lo mejor, por suerte para él, fuera de la Universidad y en su tierra- es literalmente modélico. Ya se comentó en este mismo blog más de un ensayo suyo que alcanza el mismo nivel de indiscutible calidad que muestra el autor en esta.
         La obra teatral de La Lola se estrenó en el Teatro Pontalba, de Madrid, el 8 de noviembre de 1929. Ya olvidé quién me enseñó que, si Lorca tuvo suerte con la magnífica Margarita Xirgu que representó algunas de sus obras, no menos afortunados fueron los Machado al ser intérprete de algunas de las suyas la excelente actriz Lola Membrives, que encarnó a Lola.
         Los Machado estaban convencidos de que si Barrios ponía música a su obra teatral, convirtiéndola en zarzuela, sería un éxito seguro y sonado. El hecho es que por diversos motivos la concreción del trabajo se fue dilatando. Parece que a Luis Calvo, el empresario teatral (tío del actor Ricardo Calvo, muy amigo de los Machado, en particular de Manuel), que acogió con calor la idea no le resultaba fácil el montaje de la obra por pasar mucho tiempo en Barcelona. También entorpeció no poco, por lo que comenta d’Ors, que Barrios no fuera un dechado de diligencia… El hecho es que entre unas dudas y otras, entre intentos y amagos, sobrevino la guerra y fue más fácil hacer una película que estrenar la zarzuela. La película dirigida por Juan Orduña y protagoniza por Juanita Reina se estrenó en el 47, año en el que murió Manuel Machado el 19 de febrero, cuando empezaba el rodaje. Años después se hizo una nueva versión de esta, dirigida por Josefina Molina y protagonizada por Rocío Jurado.
         La obra, que obtuvo el Premio Nacional de Teatro Lírico en 1950, se estrenó como zarzuela con la música del maestro Barrios, por fin, en el 51 en el teatro Albéniz de Madrid, que no en 1950 como he leído en alguna ocasión.
         El estudio de esta relación, aventuro, es un escolio al inmenso trabajo que d’Ors realizó sobre Manuel Machado y de quien es uno de sus máximos conocedores. Sin duda, la obra que ahora termino de comentar en esta entrada, tiene un público lector muy concreto. A mí, de momento, me ha dado noticias de una persona de quien nunca antes, hasta d’Ors, había oído hablar ni leído de ella, Ángel Barrios.
* * *
         Quiero dejar también constancia de mi agradecimiento sincero a la señorita doña Olivia Munuera quien, en su empleo y función de bibliotecaria de su casa, me dejó esta obra junto con otras del profesor d’Ors y que voy comentando cuando y como puedo, alargando más de lo que debiera el préstamo y quizá abusando de su buena fe y paciencia. Muchas gracias.

4 comentarios:

  1. Por ese tiempo la zarzuela ya estaba dando los últimos suspiros como género. Era complicado encontrar empresarios que se arriesgaran en un género que iba cediendo ante otros económicamente más productivos como la revista musical, sin comentar la perdida de clientela que supuso para el teatro el deporte rey, el fútbol.

    En fin, la vida en rama.

    Un abrazo.

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  2. La bibliotecaria no lleva cuenta de retrasos en los préstamos y el director de las estanterias se enorgullece de que sus palomas mensajeras visiten y revoloteen en otros estantes y escritorios de ilustres críticos, lectores, escritores y cazadores de sus vuelos.
    Ya cada paloma a su palomar volverá, y si no, será porque pichón que mejor le arrulle encontró.

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  3. Este humilde plumilla, cuando don Rafael, ¡ese maestro!, baja a este ruedo, se enorgullece de tener amigos que tanto ilustran y enriquecen su vida. ¿Conocías a este músico? Gracias y un abrazo.

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  4. Gracias a la biliotecaria a su jefe... Uno, que no es nuevo en esto, sabe lo doloroso que es perder los libros que prestó.
    Muchas gracias por tanta generosidad.

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