5 de abril de 2012

ANTONIO MACHADO Y BAEZA A TRAVÉS DE LA CRÍTICA, Antonio Chicharro (Ed.). I


Leonor.
         Machado, Antonio, fue para mí, durante años el poeta por antonomasia. Mi maestro, don Alfonso Sancho, se lo sabía de pe a pa. Lo recitaba de memoria y lo contaba de lujo. Fue el primer poeta que leí en mi vida. Fueron los primeros poemas que medité con cierto asombro, desde la estrechez oscura que da la ignorancia. ¿Quién era este hombre? Don Alfonso contaba su vida sin necesidad de papeles: rara vez llevaba él papeles en sus explicaciones que las solía hacer a pulso, de memoria, con su deje de voz característico: entonces lo profesores podían fumar en el aula y él lo hacía, fumaba Ducados. Entre versos, siempre llegábamos al decepcionante amor de Guiomar: para mí Leonor, la esposa-niña del poeta, era la verdadera, el amor impar de Machado. Guiomar vino a ensuciar es amor excelso del poeta, con su niña, cogida de la mano, en una Soria fría, de álamos, de cerros cenicientos, de pequeñas flores, raídos encinares, violetas y siempre el Duero trazando su curva de ballesta… y en los últimos años el poeta empujando el carrito con su esposa enferma.
         Machado, Antonio, no escondía gran cosa para el bachiller que fui. Lo había leído con fruición. Mi maestro me lo enseñó. Luego leí biografías, releí sus poemas, los comenté muchas veces muchísimos de ellos… “Si está en el libro no lo aprendas de memoria”, o algo así me dijo don Alfonso, y no sé si no trozos, sólo trozos de poemas de memoria. Leí muchas monografías, artículos sueltos… y ya un tanto harto de Machado, un día Pedro Antonio Urbina, el poeta, el novelista, me dio otra perspectiva que nunca vi antes, que no pensé antes. Me volví sobre Machado, Manuel, sobre quien trabajo Miguel d’Ors; me volví sobre Juan Ramón, el poeta neurótico de Moguer, con su Zenobia y su Nobel…
        El otro día, por casualidad, me regaló el magnífico impresor de Doble A, Andrés Moreno, excelente persona también, un libro que tenía en una estantería. No conocía el libro: Antonio Machado y Baeza a través de la crítica, coordinado por Antonio Chicharro. Los Chicharro, digamos, en el distrito universitario que fue de Granada eran muy conocidos. No lo fueron menos después en el distrito de Jaén. Dámaso le dio clase a medio mundo en el Instituto Femenino, su hermano en Baeza, otro de sus hermanos en la Facultad de Filología… Estudiosos, concienzudos, lectores atentos de lo clásico y lo recién editado, eruditos… Me resultó atractivo y acepté con agrado un libro así (¡la verdad es que cualquier libro, casi, lo acepto con ese agrado!).
         El libro, como el propio coordinador advierte, emula a una colección a la que le tengo cariño, que desaparecería, supongo, pero de la que tengo muchos libros en casa. La colección era de la editorial Taurus y la colección se titulaba El escritor y la crítica. En esta misma colección hay una obra coordinada por Ricardo Gullón sobre Antonio Machado, Aurora de Albornoz coordina la de Juan Ramón, Gonzalo Sobejano la de Baroja… Quevedo, García Márquez… Eran estos libros muy singulares, pues ponían al alcance del lector, universitario en mi caso entonces, una serie de artículos que iluminaban ciertos aspectos de los autores y sus obras que no se hallaban en los manuales al uso… Luego se editaron los manuales de la Historia y crítica de la literatura española, coordinados por Francisco Rico, de editorial Crítica, que hacían algo parecido… ¡y ya me voy perdiendo! Que el libro que coordinaba Antonio Chicharro seguía la estela de todo esto, y era una 3ª edición nuevamente corregida y aumentada de 2009.
        El libro, como hecho por Andrés, está pulcramente editado. Una portada de mi conocido David Padilla con un retrato de un Machado aún joven. Excelente papel, separación entre líneas… Hermoso libro, sin duda.

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